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Adherido a las efemérides redondas, dentro de unos días se cumplirán setenta años de la visita del Racing al desaparecido campo del Carlos Tartiere para enfrentarse al Oviedo en partido liguero de Primera División. Se disputó el 21 de febrero de 1954. El arrojo y ... valentía del guardameta Zamoruca le provocaron una brecha en la cabeza, y sin VAR que pudiera revisar la jugada, el árbitro anuló un gol al Racing por fuera de juego que hubiera evitado la derrota que finalmente encajó (2-1). Sin embargo, el destino de ambos conjuntos se distanció hacia caminos opuestos. El asturiano victorioso descendería ese año a Segunda División y el perdedor cántabro cuajaría una de las mejores clasificaciones ligueras de su historia. Cosas del fútbol.
Trascurría la temporada 1953-54 y eran tiempos en los que los aficionados montañeses habían recuperado la autoestima que proporciona la continuidad de su equipo en la máxima categoría. Desde 1950, el once legendario que había seguido la estela de técnica y temperamento de Rafael Alsúa había conseguido el ascenso y estaba consolidándose entre los grandes, aunque aquella temporada se inició con el disgusto de la afición santanderina cuando el Real Madrid se llevó al jugador más prometedor que hasta ese momento había tenido el Racing en sus filas, e incluso me atrevería a decir que en toda su historia: Paco Gento. La directiva racinguista se había empeñado en no deshacerse de ningún jugador formado en la cantera, pero el Real Madrid se había encaprichado del joven extremo y cada vez más aumentaba las condiciones ventajosas para el club y para el jugador que llegaron a ser irresistibles. El presidente racinguista, Basilio de la Riva, tuvo que convocar una junta para explicar los motivos de su marcha, que también se basaron en la decidida voluntad del futbolista.
Pero a pesar de la ausencia de Paco Gento, aquella temporada sería una de las mejores. Ya en la primera vuelta el Racing se situó en la quinta plaza de la clasificación, empatado a puntos con el Barcelona y el Athletic Club, a un punto del Sevilla, que era el segundo, y a cuatro del líder, el Real Madrid, que esa temporada, además de Gento y los exracinguistas Miguel Muñoz y Joseíto, contaba con un nuevo y espléndido futbolista, Alfredo Di Stéfano, que había debutado precisamente en el partido contra el Racing en Chamartín.
Dirigidos por Juan Ochoantesana, los cántabros habían forjado su fortaleza en los Campos de Sport. En la segunda vuelta el ritmo decaería, aunque la visita a Oviedo proporcionaba la posibilidad de escalar hasta la cuarta plaza. Los racinguistas que saltaron aquel día al campo fueron Zamoruca, Marquitos, Felipe, Barrenechea; Echave, Vázquez; Martínez, Magritas, Moro, Alsúa y Espina. En el primer tiempo el Oviedo puso más entusiasmo y brío en el juego. Los laterales eran desbordados con facilidad, lo que permitió al central Barrenechea ser uno de los mejores hombres de la zaga al cubrir las carencias de sus compañeros. Alsúa estaba bien atado y los hombres de arriba, demasiado desasistidos. Para empeorar la situación, a los 10 minutos un balón quedó muerto en el área racinguista, Zamoruca se zambulló para atraparlo y el ovetense Falín metió el pie, desgarrando con sus tacos la cabeza del guardameta. Zamoruca, que al año siguiente sufriría una fractura de su brazo que le obligaría a retirarse como profesional, tuvo que abandonar el terreno de juego y su sustituto, Lobera, sin tiempo para calentar, no pudo evitar el primer gol, al minuto de entrar, como consecuencia de una desafortunada salida. Poco después llegaría el segundo tanto, que parecía dar por hecha una fácil victoria del conjunto astur. Pero no sería así.
El Racing espabiló en la segunda parte. Alsúa se puso las pilas y el mediocampo cántabro comenzó a imponerse, también al verse dotado de una mejor forma física. Precisamente Alsúa marcaría el 2-1, descrito por el cronista de El Diario Montañés como «un gol magnífico logrado con la pierna izquierda en un remate al aire libre y a cuchara para echar la pelota de arriba abajo sobre el mismo palo, por la izquierda de Argila». A partir de ese gol, la presión racinguista fue insistente. Las internadas de Magritas eran imparables, aunque sus centros no encontraban rematador. Espina logró anotar con una volea a media altura, pero el árbitro le pitó un fuera de juego muy protestado por los santanderinos. Con el público y los futbolistas del Oviedo reclamando el final del partido, no se movería el marcador.
El Racing perdió en aquel desplazamiento a Oviedo, pero al acabar la competición obtuvo el octavo puesto, el segundo mejor después de la Guerra Civil, tras el éxito de la temporada 2007-08 y la clasificación para disputar la UEFA. Otro premio de aquella temporada fue el gran juego de Rafael Alsúa, que atrajo las miradas del seleccionador nacional, Luis Iribarren, haciéndole debutar con la selección absoluta en Chamartín en la victoria por 4-1 a la selección de Turquía y anotando uno de los goles.
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