Todos con Parera
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El portero del Racing fue una vez más protagonista vital para que su equipo sumase una nueva portería a cero y se llevase un punto de su visita a LeganésSeguro que anoche muchos jugadores pepineros soñaron con muros, barreras y puertas blindadas. Y con su particular Cerbero, guardando una meta del Racing que sería imposible perforar. Y eso que el encuentro de Leganés apuntaba durante los primeros minutos en dirección inversa, con los locales achicando agua en su área y un Miquel Parera casi inédito durante diez minutos, salvo para sacar de fondo o desviar con la mirada una ocasión de Juan Muñoz que, además, estaba en fuera de juego.
Pero, como reza el dicho calé, no me des buenos principios… En un saque de esquina, Parera la buscó en el segundo palo, a una mano, midió mal… y falló. Por fortuna, ningún rival pudo aprovecharla, pero cualquier portero podría haberse transformado a partir de entonces en un auténtico manojo, pero no Parera.
Primero, porque tendría muchos minutos para tranquilizarse, en un partido cuyo mayor peligro entonces era morirse de sueño. Y después, porque José Arnáiz comenzaría su acoso y derribo contra la portería que defendía el hombre de negro. Eso sí, sin demasiada puntería. En el veintiuno, en un ataque vertiginoso, cruzó en exceso; aunque, más que un fallo del delantero, también pudo verse como una primera muestra de una de las grandes virtudes del guardameta racinguista: minimizar los espacios hasta hacer a los rivales la portería pequeña, muy pequeña. Aún así, de nuevo pasarían muchos minutos de tedio para el portero, que hasta el descanso apenas tocaría un par de balones. De no ser por este otoño tan cálido, hasta se habría quedado frío.
Muy distinta iba a ser, en cambio, la segunda parte, con el campo inclinado hacia su meta. En el cincuenta comenzaría la exhibición de Parera: una salida a los pies de Juan Muñoz, que entraba en el área como una exhalación aprovechando un pase espectacular de Gaku entre los dos centrales. Parera, desde el suelo, le cerró el camino. Y, antes de acabar la jugada chocaría con Juan Muñoz, que acabaría pagando su frustración con una patada en la cara a Aldasoro.
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Más lucimiento: Muñoz salta sobre un balón para que le pegue de cara Durmisi, con todo a favor. El cañonazo lo repele el uno, como si fuera un portero de balonmano. Y todavía iría a peor a partir del sesenta y seis, tras la expulsión de Pombo. Con el Racing arropando a su portero, sería el momento de Arnáiz. O el mal momento. Primero, quiso probar a Parera desde unos veinte metros. Ni se despeinó el meta. Luego, tras un pase de Cissé, intentaría la vaselina, pero el arquero le encimó con tanta velocidad que no tendría opción de afinar la puntería.
Con uno menos, tocaba jugar con el reloj, y Parera demostró inteligencia a la hora de manejar los tiempos, sabiendo cuándo toca atrapar el balón, lanzarse al suelo y quedarse unos segundos, y cuándo es mejor controlar con el pie y estirar la jugada. Y es que en el último cuarto de hora habría más tensión que verdadero peligro.
El recién ingresado Dani Raba tampoco lograría superar a Miquel. El cántabro cabeceó desde el pico del área chica, pero el portero blocó como mandan los cánones. Luego Fede Vico, en un disparo acrobático, trató de buscar la escuadra, pero se le hizo pequeña la portería de Parera, que volaba hacia la cruceta como si tuviera superpoderes. También en el descuento le pasaría igual a Rubén Pardo
El mayor susto, con todo, no se lo daría ningún rival, sino un Satrústegui que estuvo impecable en casi todo, pero que esta vez falló en un despeje dentro del área, y a punto estuvo de dejársela en bandeja a Raba.
El entramado defensivo del Racing haría que el portero no tuviera que volver a intervenir, y aunque el árbitro daría más de siete minutos de alargue, nadie pudo ayer contra un Miquel Parera cuya figura parecía crecer, hasta alcanzar proporciones mitológicas.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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