¿Qué es lo que le pasa a Cedric?

El futbolista es el primero que lo está pasando mal. No es nada sencillo para un jugador que terminó la temporada pasada con 14 goles y convertido en uno de los jugadores más importantes del equipo pasar inadvertido este curso. El malestar ha sido expresado, incluso, por el propio Cedric en las dos o tres comparecencias públicas que ha tenido. «Ha sido duro estar fuera. Es el fútbol. Todo jugador lo que quiere es jugar y si no lo hace...», expresaba el delantero.

Cedric fue operado el pasado 22 de septiembre, recibió el alta médica el 20 de diciembre y el 14 de enero, frente al Sporting de Gijón, volvió a saltar al campo. Su reaparición fue una de las mejores noticias que recibió el racinguismo, que desde que cayese lesionado le echó de menos. A falta de posibles refuerzos, la esperanza por mejorar el equipo y, sobre todo, las prestaciones ofensivas del grupo se centraron en la vuelta de Cedric. Sin embargo, su 'debut' ante los asturianos en El Sardinero, cuatro meses después de apartarse de los terrenos de juego para centrarse en su operación, quedó en una anécdota. A la semana siguiente participó otros doce minutos ante el Alavés en la derrota en Mendizorroza y hasta ahí. Ni contra el Tenerife ni ante la Ponferradina jugó.

No pasa por un pico de forma óptimo, como se puede intuir dado que lleva sin competir más de cinco meses, pero resulta excesivamente llamativo que ante la alarmante falta de gol que muestra el Racing, donde sus delanteros han marcado tres goles entre todos -con la llegada de Roko Baturina ya son cinco atacantes-, ni tan siquiera entra en los planes del entrenador. Cero. Ante el Tenerife, José Alberto alistó a doce futbolistas en el banquillo, de los cuales solo participaron tres -uno obligado por lesión, Pol Moreno- y ni rastro de Cedric. La incertidumbre aumentó el pasado domingo cuando el Racing jugó en El Toralín ante la Ponferradina y tras la lesión de Matheus Aiás la opción prioritaria de José Alberto fue dar entrada al recién aterrizado en el mercado de invierno Roko Baturina. Cedric apenas calentó unos minutos, pero en ningún momento fue una de las alternativas ofensivas para remediar una derrota que hubiera supuesto un desgraciado accidente para el Racing.

Su puesta a punto ha sido la esperada. Los médicos pronosticaron cerca de cuatro meses para poder estar a las órdenes del cuerpo técnico y se han cumplido y luego, como era de esperar, todo dependería de la capacidad para ponerse al nivel de los demás lo ante posible. Sus competidores por el puesto no han estado tan acertados como para ponerle las cosas imposibles; Sekou Gassama y Matheus Aiás, los dos fichajes de verano que el club trajo para que le discutieran el '9', que a priori debía ser suyo, han mostrado una falta de puntería desconcertante. Matheus Aiás se ganó el sitio antes que nadie, aprovechando que Cedric no acababa de estar a punto en la pretemporada.

El curso comenzó y el hispano-nigeriano sustituyó al brasileño en la primera y tercera jornada. Cedric fue suplente y mostró un rendimiento muy lejos del esperado. No estaba bien. El club, y en su momento el entrenador, Guille Romo, quisieron protegerle porque desconocían la gravedad de la lesión que padecía. La llegada de Sekou Gassama aumentó las opciones a la delantera, pero no mejoró las prestaciones. Esto último coincidió con la el anuncio de Cedric de apartarse para ser operado. Todo se complicaba aún más.

Durante la ausencia de Cedric cayeron lesionados también Aiás y Gassama y Peque pasó a ser la alternativa. Cuarto delantero y mismo resultado: cero goles. El Racing fue reinventándose en busca de soluciones en ataque que no llegaban mientras se echaba de menos a Cedric. Y cuando en diciembre el futbolista recibió el alta médica, el club se puso a buscar un delantero por todos los lugares hasta encontrarlo en Eslovenia. «Los que vengan a ayudar, bienvenidos», declaraba Cedric en su reaparición ante los medios. Por supuesto. Sin embargo, y pese a que su conducta es intachable y ejemplar, quien le vio retirarse del campo en El Toralín tras no participar ni un solo minuto y comprobar que Roko Baturina, recién llegado a Santander y con apenas medio entrenamiento a las órdenes de José Alberto, está por delante de él en la libreta del técnico puede imaginarse que no está pasando por un buen momento anímico. Está tocado.

Cedric fue la apuesta, junto a Íñigo Sainz-Maza y tras las marchas de Pablo Torre y Patrick Soko, del club para comandar el proyecto de consolidar al equipo en el fútbol profesional al ascender. El acuerdo de renovación por tres temporadas -hasta 2025- no deja de ser el argumento más palmario de que las dos partes confiaban la una en la otra, pero la fatalidad, las decisiones técnicas y la falta de fortuna no están, al menos este curso, permitiendo que todo salga como se esperaba.

Es evidente que el fútbol está poniendo a prueba la consistencia de un futbolista que debía ser importante y está pasando inadvertido.