Secciones
Servicios
Destacamos
Javi Rozada llegó ayer al filo de las 22.00 horas a Oviedo. A su casa en la capital del Principado, donde no tenía pensado acudir por la mañana. Pero se le atragantó el desayuno. El míster se va triste. «Lo que más ... pena me da es que por esto del covid no he podido relacionarme con la afición, sentirla, interaccionar con ella y disfrutarla», reconoció a este periódico. El asturiano emprendió el viaje a su casa después de arreglar el finiquito con el Racing y de conocer que Aritz Solabarrieta será su sucesor. «Le deseo lo mejor. Que tenga suerte», añadió. Rozada agradeció «el trato recibido» por parte de los miembros del club y volvió a lamentar lo que realmente le duele. «Irme sin poder sentir a la afición en El Sardinero apoyando al equipo me da mucha pena. Es que voy a ser el único entrenador que no ha podido vivirlo».
Poco más de 3.000 aficionados, el día del Portugalete. Ese será el recuerdo con el que se quedará el técnico. Lo más parecido a lo que se había imaginado. Rozada entiende su destitución «porque esto es fútbol y la imagen en algunos partidos fue mala», pero insiste en que «pese a todo el equipo está muy vivo». El asturiano entona el 'mea culpa' sobre todo «en Mutilva, el día de Copa, la imagen fue muy pobre». Aún así, no duda de que el equipo saldrá adelante, aunque deja de lamentarse por «el daño que le hizo a la plantilla los parones; después del Alavés, estar veinte días sin competir le hizo daño. Ha sido algo que no hemos podido superar».
Noticia Relacionada
Mira hacia delante y en ese futuro inmediato sigue Oviedo al Racing levantando el vuelo. «Si gana la Real Sociedad B en el próximo partido se pondrá líder, seguro, pero esta Liga es tan rara que es difícil. Muy difícil todo».
A Rozada le ha salido mal todo lo que esperaba. Su primera experiencia fuera de su tierra se le ha ido de las manos sin darse cuenta. Se hizo derrogar más de la cuenta su fichaje y le ha explotado en las manos su destitución. Entre los dos acontecimientos, seis meses. Cumplió con la mayor pretemporada que se recuerda -dos meses- y que, probablemente, nunca superará, y comenzó un campeonato de la peor manera que se imaginaba: sin público y con una imagen muy pobre. Ante un recién ascendido.
Rozada vino avalado a regañadientes por quienes tuvieron que dar el visto bueno, pero además, mientras estuvo le dejaron solo. Sin un segundo entrenador que le parapetara o que hiciera de nexo con las distintas partes del vestuario. Ni tan siquiera tuvo a alguien que le pudiera asesorar o acompañar en la soledad del banquillo. Nadie. Si se estrellaba, lo haría solo... Y así fue.
Rozada se quedó sin todo aquello que había imaginado. Cuando este periódico le llamó por primera vez, tras el interés del Racing por contratarlo, su tono de voz hablaba por sí solo. «Estaría encantado de ir. Si me llaman hoy, marchó para allá por la tarde», sentenciaba. Tuvo varias ofertas, pero las paró todas porque quería estar en Santander. Quería entrenar a ese equipo que le encandiló cuando lo pisó como rival. «Vi el campo, vi la afición, vi la emoción con la que el entorno seguía de cerca lo que pasaba con el equipo y noté lo grande que era el club. El campo llenó. Daba gusto», confesaba cuando aún no había firmado. Todo eso lo comprobó cuando visitó El Sardinero como entrenador del Oviedo en la temporada en la que el Racing terminó ascendiendo a segunda.
Noticias Relacionadas
Aser Falagán
Pero se le envenenó todo. Con la maleta preparada se quedó en la puerta de su casa esperando que se reactivara su contratación. Mientras en Santander se presentaba el nuevo proyecto racinguista, Rozada rumiaba en silencio y en soledad un posible cambio de rumbo en la jefatura verdiblanca. «No se daban las condiciones y nos dimos un tiempo ambas partes», declaró más tarde el entrenador. En realidad, fue el club el que necesitaba más tiempo porque a Rozada le sobraba para venirse a Santander. Entre unos y otros el entrenador apareció cuando ya algunos le daban por perdido. Y a partir de ahí, su sino ha sido hacer que funcionara como él quería algo que por el momento no ha funcionado. La imagen se le ha llevado por delante.
«Si hubiesen compuesto una plantilla con gente veterana, no me hubiesen traído a mí», señaló después del primer partido amistoso. Aquel día contó con ocho canteranos. Algunos incluso no estaban ni en la lista para hacer la pretemporada, pero en vistas de que los fichajes no llegaban el asturiano tiró de la gente de casa. En eso, no se arrugó. Eso bien es cierto que sí parecía el técnico ideal que encajaba en ese proyecto de cantera que los jefes se han encargado de recalcar. Pero en la virtud llevó la penitencia y precisamente esa demora de futbolistas y de fichajes le ha condenado a hacer las cosas deprisa y sin un criterio muy claro -aderezado de errores personales- con el peor de los resultados.
Incapaz de hacer funcionar al Racing como lo hizo con el ramillete de jóvenes que dirigió en el Vetusta; desorientado buscando sistemas de quita y pon y sobre todo alterado y preocupado por adaptarse a los rivales con las piezas que tenía olvidando que siendo el Racing y en esta categoría tan modesta han de ser ellos los que se adapten, ha salido excesivamente damnificado.
Se va triste, como no podía ser de otra manera, y sin poder cumplir con todos esos deseos que se planteó cuando se puso el chandal verdiblanco por primera vez. La Liga «irreal» que tanto vaticinó le privó de muchas de las ilusiones que pensaba cumplir. Pero la dictadura del fútbol volvió a imponerse. No perdona.
Pedro Menéndez, secretario técnico, ha de mirar hacia adelante. Como hombre de fútbol que es, sabía que esto podía ocurrir y que una de las alternativas que él mismo avaló podía salir mal. El fichaje de Javi Rozada no ha surtido el efecto que se esperaba. Menéndez lo conocía de primera mano, fue su entrenador cuando el ahora director deportivo presidía el Lealtad y conocía sus virtudes como encargado de sacar provecho de una plantilla joven y con hambre. Por eso, las referencias que le pasó a José María Amorrortu le parecieron atractivas al máximo mandatario técnico racinguista. Por eso también se construyó un equipo con una media de edad que no llega a los 25 años, coincidiendo con el dictado de Amorrortu. Las bases parecían ser sólidas, con lo que no contaban era con que Rozada no acertara como sí lo hizo en el Oviedo B. Allí funcionó, pero aquí no le ha salido bien.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Fallece un hombre tras caer al río con su tractor en un pueblo de Segovia
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.