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Una vez escribí que los campos de fútbol tienen alma, un alma que surge de los miles y miles de júbilos y sollozos de varias generaciones. En cada partido, una nueva capa de sudor y de aliento cubre los graderíos para alimentar su densidad. También ... escribí que, en algunos campos, esa densidad casi se puede tocar y a partir de hoy, en los nuevos Campos de Sport, que ya han dejado de ser nuevos después de casi treinta años, la densidad se ha convertido en una piel curtida de hombres que supieron conducir el balón hacia el área de nuestros deseos.
Son en total ciento cuatro futbolistas del Racing, el mismo número de años que ya ha cumplido el Real Racing Club, los que podremos admirar en las fotografías que se han instalado para adornar los pasillos interiores del estadio de El Sardinero. Son ciento cuatro luces que por orden cronológico y desde Tribuna Principal alumbrarán los caminos hacia la incertidumbre y también hacia la ilusión que se proyecta sobre la victoria del equipo en cada encuentro.
Suponen aproximadamente algo más del diez por ciento de todos los futbolistas que alguna vez vistieron la camiseta del Racing en partidos oficiales y desde que Javier González Moreno, de la Peña campurriana Kant-Iber, tuvo la feliz idea que fue bien recibida por la Asociación de Peñas Racinguistas y la Fundación Racing, se ha planteado la duda de quiénes serían los jugadores más queridos e irrepetibles que deberían estar en esos pasillos de privilegio, elección que conlleva la seguridad de que el éxito en esta empresa es poco menos que imposible, porque si es imposible contentar con plenitud todas las preferencias de cualquier asunto, ¿qué podríamos decir cuando se trata de cuestiones futbolísticas?
Como miembro de aquella comisión encargada de elegir a esos ciento cuatro futbolistas, compuesta por quienes dimos las conferencias sobre la historia del club con motivo de la celebración de su centenario, sólo puedo felicitar la idea, el apoyo recibido al proyecto y después de varios años, reconocer el mérito a los actuales dirigentes del club al llevarlo a cabo.
Con respecto a la elección, desde un primer momento fuimos conscientes de la importancia de barajar criterios objetivos que cerraran en la medida de lo posible las opciones condicionadas a caprichos o fobias. Así que recurrimos al número de encuentros oficiales que cada jugador disputó en el Racing, marcando la cifra mínima de 130 partidos, a los que añadimos los siete futbolistas que lograron debutar en la selección nacional española absoluta: Pagaza, Nando García, y Salva (Óscar, Larrínaga, Alsúa y Munitis ya estaban al superar los 130 partidos disputados) y a los que habían obtenido el título de máximos goleadores: Abel, Santillana y Quique Estebaranz (Salva Ballesta ya estaba incluido como internacional racinguista).
El resto, y hasta completar los ciento cuatro, se designaron con propuestas de la comisión que se expusieron a una votación de sus cinco miembros. Con el riesgo de la subjetividad, encauzamos la elección amparados en la internacionalidad o en la huella que dejaron a los aficionados. Entre ellos se encontraban Solá (que en tiempos en los que no había trofeo Zamora fue el portero menos goleado de la Liga), Germán, Marquitos, Zamoruca, Paco Gento, Zaballa, Miera, Juan Carlos, Aguilar, Camus, Quinito, Arteche, Marcos, Radchenko, Popov, Amavisca y Zigic.
Sigo pensando que ni siquiera los representantes de las instituciones más respetadas, por muy democráticas que éstas sean, pueden competir con el reconocimiento social que significa haber sido jugador del Racing. Es cierto que muchos más que ciento cuatro merecerían estar en esa lista. Yo, por ejemplo, echo de menos a los pioneros, los que no tuvieron ocasión de jugar partidos oficiales porque el club se federó en 1915, dos años después de su fundación. Pero esos ciento cuatro son un dignísimo legado de todos ellos.
Una vez escribí que los campos de fútbol tienen alma, un alma que surge de los miles y miles de júbilos y sollozos de varias generaciones. Desde hoy, ese campo también tendrá carne y piel, una piel tatuada de imágenes de futbolistas que espero que, más pronto que tarde, sea abrazada por la bienvenida al estadio de un Nando Yosu con los brazos abiertos y orgulloso de los grandes futbolistas del Real Racing Club.
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