El precio de la permanencia

En el vestuario no se mojan demasiado. Alguno puso el listón en cincuenta hace tiempo por no pillarse las manos. Ayer, en rueda de prensa, Unai Medina tampoco centró mucho el tiro. Sólo afirmó que cree que no se llegará al medio centenar. Algo es algo.

El colchón de puntos acumulado por el Racing es el principal argumento de los más optimistas. Eso, y un dato menos visible, pero que también puede ser decisivo. Ya nadie cuenta a Lugo e Ibiza como rivales en la lucha por la salvación. Desahuciados. Así que restan Ponferradina y Málaga en la disputa. A seis y ocho puntos de distancia de los verdiblancos, respectivamente. Pero, además, con la diferencia de goles a favor de los cántabros. La general, y con distancia, en el caso de los bercianos, y la particular, con los andaluces. Así pues, en la práctica, siete y nueve puntos de brecha.

Pero ojo, porque este macabro juego de las sillas no es cosa únicamente de tres traseros. Aficionados, exfutbolistas, exdirectivos y periodistas de la parroquia verdiblanca entienden que, cuantos más se metan en el lío, mejor. A río revuelto, ganancia de racinguistas. Y ahí están Leganés, Mirandés, Zaragoza y Oviedo sin terminar los deberes.

Precisamente el cuadro aragonés es el primer rival racinguista, mañana mismo. Y las porras a día de hoy son unas, pero si el equipo cántabro es capaz de ganar en La Romareda y los rivales no responden adecuadamente, la carrera se puede acortar. Los hay como el excapitán verdiblanco, Jesús Merino, que dicen que sobrarán tres partidos. ¿Dónde hay que firmar?

Es cierto que, sobre el papel, Ponferradina y Málaga tienen un calendario más favorable que el del Racing. Pero todo lo que vayan sumando los montañeses serán obligaciones para los que vienen por detrás. Cuanto más, escenarios más utópicos para los perseguidores. Y los de José Alberto tienen un arma a su favor: los Campos de Sport. Cuatro de los siete encuentros restantes se juegan en El Sardinero, aunque tres de ellos sean frente a rivales de la parte alta de la clasificación (Granada, Eibar y Cartagena). El otro visitante en Santander será un Ibiza que puede llegar descendido. Y fuera, el Racing se verá las caras con tres rivales directos:el citado Zaragoza, Oviedo y Mirandés.

La otra principal garantía para el entorno del club es el ritmo de puntuación. Incluso con los cuatro encuentros consecutivos sin ganar, el cuadro dirigido por José Alberto es uno de los mejores en el último tramo liguero. Por eso, parece marciano pensar que el Racing sea incapaz de sacar cinco, seis, siete, ocho o incluso nueve puntos de los 21 que restan de aquí al final. Sería un fracaso estrepitoso que no parece demasiado probable.

El problema es que el racinguismo va de sufrir. Entonces, nadie quiere lanzar campanas al vuelo ni dar la presa por cazada. Se ha escapado tantas veces... Así que la gente se pone la tirita antes de la herida, por lo que pueda pasar. Otro descenso sería insoportable. De ahí que ninguno de los veinte encuestados lo dé por hecho. Cercano, sí. Pero finiquitado, no.

Es inevitable mirar los registros en temporadas anteriores, aunque tampoco sirva de mucho, porque hay de todo. En el último descenso del Racing a Segunda B, en aquella campaña en la que rozó el ridículo con 33 puntos después de 42 jornadas, el Deportivo cayó al pozo con 51 unidades. Casi nada. Y sin embargo, ha habido otros cursos en los que alguno, con 44, se habría salvado. La pasada temporada, sin ir más lejos. Son los equipos de abajo los que suben el listón. La incógnita es hasta dónde. Pero bueno, como dicen, repiten e insisten en el vestuario de las Instalaciones Nando Yosu, mirar el ombligo propio, tirar hacia delante y los demás, que sigan... Si pueden.

Así pues, los racinguistas andan ya como los presos en la pared de la cárcel. Palito, palito, palito. Casi en capilla. Anotando cada punto que suma el equipo verdiblanco. Restando los que, hipotéticamente, quedan para cruzar la línea de meta. Para una gloria esquiva desde hace una década. Cada uno con su quiniela mental. Por cierto, el que aquí escribe es optimista y se la juega a que con 46 es suficiente. Se admiten apuestas.