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Por fin comienza la Liga. La pretemporada nos ha permitido aliviar la impaciencia por ver a nuestro equipo en El Sardinero, y por eso a veces nos resulta demasiado larga esperando el primer partido de campeonato. Pero, aunque la necesidad de la preparación hace necesario ... ese periodo, el Racing no siempre dispuso de ese espacio de tiempo para afrontar la competición.
Será difícil de igualar en brevedad la pretemporada del Racing en 1929, porque ya me dirán qué clase de efímera preparación puede llevarse a cabo en los tres días que trascurrieron entre el último y tenso partido de la temporada que finalizó el 9 de febrero y el que abría el primer campeonato de Liga de la historia española en la máxima categoría que se disputaría el 12 de ese mismo mes. La circunstancia se agrava si tenemos en cuenta que el resto de los nueve equipos de Primera sí habían tenido sus correspondientes descansos y partidos de preparación.
Los buenos racinguistas, los que se interesan por la historia de su club y saben del prestigio que supone ser uno de los fundadores de la Primera División, conocen las vicisitudes y tensiones de la clasificación para elegir al décimo equipo de aquella histórica Liga. Fueron diez clubes los que aspirarían a aquel privilegiado puesto que tuvieron que reducirse a ocho para encajarse en unos cuartos de final. El sorteo designó para esta primera criba al Betis, que se enfrentaría al Alavés en el estadio Metropolitano de Madrid, y al Oviedo, que lo haría en San Mamés contra el Iberia de Zaragoza. Los béticos entrarían en los cuartos de final al derrotar a los vascos, y el Oviedo haría lo mismo deshaciéndose de los aragoneses. Con estos preliminares, el Racing tuvo como primer rival al Valencia. El partido se jugó el 10 de enero en Chamartín. Los racinguistas alinearon al once que sería el habitual: Raba; Santiuste, Rufino Gacituaga; Hernández, Baragaño, Larrinoa; Santi, Loredo, Óscar, Larrínaga y Amós. La igualdad de los equipos se evidenció con un empate a dos y una prórroga donde no se movió el marcador y que obligó a disputarse otro encuentro el día 13 y en el que los cántabros finalmente se impusieron (2-1) con los goles de Loredo y Larrínaga. La semifinal, aunque no menos reñida, se solventó contra el Betis, al que se derrotó el 23 de enero en Chamartín (2-1), con goles de Loredo y Óscar.
La final se disputó contra el Sevilla en el Metropolitano de la capital de España el domingo, 3 de febrero. Tres partidos tuvieron que disputarse para conocer qué equipo sería el décimo de la Primera División. En el primero, con un campo encharcado, se llegó a un empate (1-1) con el gol racinguista anotado por Óscar. El segundo partido se jugó el 7 de febrero y también terminó en empate (2-2), con los goles del conjunto cántabro marcados por Óscar y Baragaño. Dos días después, el sábado, 9 de febrero, se jugó el tercer partido de esta igualadísima final. Los sevillistas comenzaron dominando con sus pases cortos y rápidos, pero en un potente despeje de Santiuste, Óscar controló el balón y escapó a todo gas hacia la portería sevillista, descargando sin parar uno de sus potentes disparos que batió al portero internacional del Sevilla, Guillermo Eizaguirre, ventaja que se incrementaría gracias a otro gol de Gómez-Acebo, el sustituto de Larrínaga que había sido expulsado en el anterior partido. Finalmente, el Sevilla acortaría distancias, y con 2-1 a favor, el Racing se convertía en equipo de Primera División.
El recibimiento en Santander fue todo un acontecimiento. Miles de personas aclamaron a los jugadores que fueron conducidos a la vieja sede del ayuntamiento, en la Plaza Vieja. Allí fueron vitoreados y desde los balcones, el capitán, Ramón Santiuste, se dirigió a los aficionados iniciando una costumbre que perdura aún en nuestros días. Pero, aunque el éxito era grande, no había tiempo material para más celebraciones. La Liga iba a empezar cuarenta y ocho horas después.
Y aún con la resaca del gran triunfo obtenido en Madrid, el Racing afrontó la primera edición del Campeonato Nacional de Liga con una enorme desventaja con respecto al resto de sus adversarios, debido a la falta de descanso. Sin la debida recuperación de sus jugadores, y después de los tres intensos partidos contra el Sevilla, los racinguistas tuvieron que recibir en El Sardinero al F. C. Barcelona, un equipo repleto de internacionales. El míster racinguista, Patrick O'Connell, puso en juego en aquel histórico partido a Raba; Santiuste, Rufino Gacituaga; Torón, Baragaño, Larrinoa; Santi, Loredo, Óscar, Gómez-Acebo y Amós. El Racing no pudo enderezar su debut en la Liga que se estrenó en los Campos de Sport con una derrota contra el que sería el primer campeón, el F. C. Barcelona (0-2), pero con el obstáculo de haber experimentado la más breve, por inexistente, pretemporada del fútbol español.
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