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El partido que el racinguismo vivió el pasado sábado en El Molinón será de esos que los aficionados recuerden casi al detalle por muchos años que pasen. Los tres puntos que el Racing sumó ante el Sporting pueden suponer un punto de inflexión para los ... cántabros, que ya se ven capaces de todo. Eso de la permanencia ya quedó atrás. Ahora toca alcanzar otros objetivos más ambiciosos y nada inalcanzables. Después del partido en Gijón, el Racing se ha colado en el cuarto puesto por derecho propio y únicamente dos puntos le separan del ascenso directo. No es que la ilusión persiga al Racing, es que ya le ha enganchado de la camiseta y no hay manera de que le suelte.
Y eso que los primeros cuarenta y cinco minutos que desplegaron los de José Alberto en Asturias no auguraban nada bueno. Pero los interesantes, los válidos, los valiosos, fueron los quince últimos. Ahí pasó de todo. Y tan rápido que fue imparable. Araíz del movimiento de banquillo que permutó a Mboula por Ekain y Aldasoro por Baturina, comenzó el escándalo. Apenas un minuto después Arana empató el partido, igual que lo hizo casi al inicio de la segunda parte y con la ayuda de Morante. El Racing empezó a creer y dio un paso al frente. Esos tres puntos no se le escapaban. Incluso la intervención del VARle fue favorable. Primero se analizó la tarjeta amarilla que había visto Carlos Izquierdoz por una brutal entrada a Peque, que podía haber tenido consecuencias nefastas para el delantero catalán. El colegiado mostró al sportinguista la segunda amarilla, pero el VAR determinó que no, que era roja directa. El Sporting se quedó con un jugador menos.
'¡Sei bella come un gol al 90!', reza una pintada en una calle de alguna ciudad italiana que se hizo viral en internet hace unos años en forma de 'meme'. «Pues en el 100 ni te cuento», podría contestar hoy cualquier racinguista. Justo el minuto en el que Peque marcó el tanto de la victoria para el Racing. El 2-3 que valía oro. Y con VAR de por medio de nuevo. Poco antes el colegiado había anulado un gol a Ekain por fuera de juego de Iván Morante, en una jugada que nace de las botas de Grenier. Pero es que, a pesar de que la posición del mediocentro leonés de origen cántabro era antirreglamentaria, el balón había dado antes en la mano de un jugador del Sporting, Varane. Revisión, penalti, gol y victoria. Por ese orden.
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El fondo de armario del Racing marcó el sábado en Gijón el principio de quince minutos apoteósicos que fueron clave para la victoria de los verdiblancos. Con el 2-1 en el marcador, José Alberto movió el banquillo y Roko Baturina y Ekain saltaron al campo en sustitución de Mboula y Aldasoro. Un movimiento valiente y ofensivo. Una apuesta del asturiano, que decidió quemar sus naves y jugárselo todo para dar la vuelta al partido. Quedaban apenas tres minutos para el final del encuentro más lo que añadiese el colegiado. Para alguno un suspiro, para otros tiempo de sobra para no salir de El Molinón derrotados. Dos delanteros más. En total tres arietes para ir a por el empate. Toda una declaración de intenciones por parte de José Alberto. Pero el caso es que el Racing tiró de orgullo y el asturiano ganó la apuesta, a juzgar por lo que vino después.
M.88
Apenas un minuto después de que José Alberto moviese el banquillo para dar entrada a Baturina y Ekain, Arana dibujó una sonrisa en la cara de los racinguistas al hacer el gol del empate. Otra vez. Y otra vez la jugada salió de las botas de Iván Morante. Los mismos protagonistas que en el 1-1. El leonés de ascendencia cántabra asistió al canario después de un pase en profundidad y Arana remató con la izquierda desde el centro del área. Directa al fondo de la red. De nuevo se igualaban fuerzas en El Molinón. El Racing se vino arriba. Y Arana también. El delantero, que antes de este partido llevaba sin marcar desde el choque ante el Espanyol, lo celebró por todo lo alto y se fue hasta la zona donde se desgañitaban y saltaban los aficionados del Racing. Claro, que también se quitó la camiseta en la celebración y eso le valió una amarilla.
M.89
A los aficionados verdiblancos apenas les había dado tiempo a parpadear después del gol del empate, cuando José Alberto decidió mover de nuevo el banquillo. Esta vez fue el propio Arana, el que se había encargado de dar la vuelta al marcador en dos ocasiones, quien se marchó del campo con el tiempo justo de celebrar su segundo tanto, no sea que al estar ya apercibido el Racing tuviera un disgusto. Junto al cuarto árbitro esperaba Grenier, listo para ingresar al campo. Un mediocentro con capacidad para crear. José Alberto no se conformaba con el empate. Quería más. Lo más sencillo hubiese sido quizá amarrar el empate con un jugador de un perfil más defensivo, teniendo en cuenta el poco tiempo que restaba para el alcanzar el minuto 90. Pues no. Ambición a chorros. Tanta que se le caía de los bolsillos. Y el francés cumplió.
M.97
Grenier regresaba de una lesión y apenas había jugado cuatro minutos ante el Eldense en El Sardinero la jornada anterior al partido ante el Sporting, pero en Asturias demostró que ya estaba en plena forma. Cuando ingresó al campo, el Racing estaba ya desatado con el gol del empate y el mediocentro galo fue el artífice de una jugada clave en el triunfo de los verdiblancos. El Sporting se había quedado con diez jugadores tras la expulsión de Carlos Izquierdoz por roja directa tras la intervención del VARy el Racing se había venido arriba empujado por una afición que no dejó de arroparlo ni un segundo. Grenier lanzó desde la frontal y el balón le cayó a Iván Morante, en posición de fuera de juego. El centrocampista prolongó y Ekain, que acompañaba en la jugada se pertrechó para enviarla al fondo de la red. Eso sí, el gol no valía. Y por varios motivos
M.98
El colegiado anuló el gol de Ekain que hubiera significado el 2-3 para el Racing. Posición antirreglamentaria. Y clara, además. ArcedianoMonescillo señaló que Iván Morante estaba en fuera de juego, mientras los jugadores del Racing se volvían locos y los aficionados en la grada tres cuartos de lo mismo. José Alberto se llevaba la manos a la cabeza, pero no por el fuera de juego. Que va. El asturiano, igual que muchos de los futbolistas verdiblancos, hacía gestos señalando una mano previa. Y era verdad. No una, dos, para más inri. La grada se encendió y comenzó a dejar sentir su descontento y desde algún que otro sector del campo se oía: «¡Que es penalti!». El lanzamiento de Grenier había pegado en la mano de un defensa y cuando después Morante tocó el balón, este de nuevo pegó en una mano rojiblanca. Y eso mismo le chivaron al árbitro por el pinganillo.
M.99
El VAR entró en escena una vez más. Antes había decretado que la tarjeta amarilla que había visto Carlos Izquierdoz era más bien de color rojo. Y ahora tocaba decidir si había mano en la acción previa al gol anulado de Ekain, y por lo tanto penalti favorable al Racing. ArcedianoMonescillo revisó la jugada en el monitor. La mano de Varane parecía clara. Por lo menos para los jugadores del Racing, que lo habían visto tan diáfano que ya se lo habían estado espetando al colegiado incluso antes de que el VAR decidiese revisar la jugada. El colegiado comprobó que la acción era merecedora de pena máxima y corrigió su decisión para determinar un penalti. Los racinguistas sacudieron las bufandas entre los pitidos de los aficionados del Sporting, que ya se temían lo peor. Si el Racing marcaba habría dado la vuelta al marcador. Remontada tardía, pero un sabor inigualable.
M.100
Grenier sostenía el balón en la mano, pero solo estaba aguantándolo para dárselo a su legítimo dueño. Nadie tenía dudas de quién iba lanzar el penalti. Esa pelota tenía nombre propio: Peque. El delantero catalán no ha fallado un solo lanzamiento desde los once metros en toda la temporada, malo sería que el primero fuese a ser aquel. Hizo gala de su sangre fría y con una tranquilidad pasmosa para tratarse del gol de la victoria, fuera de casa y agotando ya los minutos de tiempo añadido, no dudó. Colocó el balón y esperó a que Yáñez se cediera a su izquierda para meter el disparo por la derecha. La grada, que aguantaba la respiración, explotó al unísono: «¡Goool, goool», cantaban más de 4.000 gargantas, mientras botaban, saltaban, se abrazaban y comenzaban a entonar lo que ya es un mantra del racinguismo: «Una ilusión nos persigue, la Primera División».
M.102
La ambición del Racing tuvo premio. Un equipo «con identidad y valiente», como explicó después José Alberto en rueda de prensa. Los tres puntos sabían a gloria en el campo y en la grada, y los escasos minutos que restaban para que el árbitro pitase el final del encuentro se hicieron eternos. Pero el momento llegó. Locura total. Los jugadores del Racing corrieron como poseídos hasta la zona del campo donde estaban ubicados gran parte de los aficionados verdiblancos –porque en realidad estaban desperdigados por todo el El Molinón–, para celebrar el triunfo con su afición. Allí se oyó de todo. Desde el '¿Cómo no te voy a querer?', hasta el 'Vamos, vamos Racing, vamos campeón' y por supuesto la ilusión que persigue a este equipo ya de manera implacable. La jornada no podía acabar mejor para los racinguistas. Cuartos y a dos puntos del ascenso directo.
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