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Manolo Higuera ya tiene heredero y se llama Alfredo Pérez. Al contrario que su predecesor, el nuevo presidente ni tiene pasado racinguista, ni le gusta el fútbol, pero parece la elección más lógica. Suyo es el club y por tanto también lo tiene que ser la responsabilidad de todo lo que pase a partir de ahora. La actual situación de interinidad del Racing exigía dar un paso al frente y parece que al máximo accionista no le ha temblado el pulso. Otra decisión quizás no hubiese sido bien entendida por la masa social de un equipo que quiere poner cara y nombre a la persona que va a tomar las decisiones importantes a partir de ahora.

Durante los últimos dos años los propietarios habían decidido mantenerse en un discreto segundo plano para no desgastarse, pero sin Higuera y compañía en el Consejo de Administración esa estrategia ya no tenía ningún sentido. Gobernar una empresa desde la distancia puede que esté bien en otros ámbitos, sin embargo en el mundo del fútbol no tiene un pase. Y más con una afición que dio la cara en los momentos más duros y que además de dinero quiere compromiso y un proyecto serio. Después de tres años de fracasos, la grada está con el cuchillo entre los dientes y necesita el cariño y la cercanía de los nuevos gestores para no desengancharse emocionalmente del equipo. La continuidad de Juanjo Uriel y Miriam Peña parece una decisión inteligente para lograr eso. Su experiencia de los últimos años en este mundo y su conocimiento del Racing serán importantes en un Consejo en el que falta mucho recorrido en la gestión de un club profesional.

Con Pérez como cabeza visible y Chuti Molina en lo deportivo, toca empezar otra vez de cero y la presión va a ser máxima. Sin embargo, a pesar de las reticencias habituales, todos los nuevos se merecen una oportunidad. Es verdad que la mayoría acaba de aterrizar en el club, que no tiene pasado racinguista y que todo lo nuevo genera siempre cierta desconfianza, pero habrá que concederles el beneficio de la duda. De momento los que ponen el dinero van a apostar por un proyecto más ambicioso en lo económico y las primeras decisiones del director deportivo han sido valientes. Ahora toca hacer hueco en la plantilla y luego ya vendrán los fichajes.

Hay muchas voces críticas tras las salidas de jugadores como Granero, Óscar o Héber, pero después de una temporada nefasta era necesario hacer una limpia en ese vestuario. Volver a apostar por la misma plantilla y dar nuevas oportunidades a jugadores que no han estado al nivel sería un error clamoroso. Luego habrá que acertar con los nuevos y que el equipo empiece a ganar partidos. Es a partir de ahí donde habrá que juzgar la labor de Molina. Ser de fuera y no conocer el Racing no es ni un problema ni una ventaja. Sólo los resultados serán los que tendrán que juzgar su labor. Hasta la temporada que viene.

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