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En cualquier otra circunstancia, lo de ayer habría sido la crónica de una eliminación anunciada. Un enésimo capítulo, uno de transición, de una serie que ya nos sabemos de memoria: el del equipo superior que te elimina, por la lógica del presupuesto.
Sin embargo, lo ... mejor que tiene el Racing es que nada o casi nada de lo que le pasa es anodino: lo mismo se derrumba a lo grande que gana dando la campanada. Pero, después del errático final de la primera vuelta, tocaba reivindicarse... y vaya si lo hizo el equipo.
Y es que volvió el Racing de antes. Sí, sí, el del 'rock and roll'. El de la presión salvaje en la salida de balón, con un atajo de carteristas robando balones y tomando decisiones a velocidad de vértigo para golpear antes de que el rival pueda reaccionar. Así que, cuando el Celta quiso darse cuenta, ya estaba por debajo en el marcador. Vamos, que o bien el Celta no había estudiado tanto al Racing como sus rivales de Liga hacen últimamente, o igual es que lo de leer la cartilla al vestuario fue mano de santo, porque el equipo llevaba de nuevo el sello de José Alberto.
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Sergio Herrero
Lo que pasa es que no es lo mismo bregar en la categoría de plata que pasar a las palabras mayores, y el Celta, pese a las rotaciones, era mucho Celta. Con las fuerzas igualadas, el Racing no parecía inferior, ni mucho menos. De hecho, se vio exactamente lo que es: un equipo de Primera atrapado en la Segunda División.
Sin embargo, el que todavía no es el de antes es el capi Mantilla, y su expulsión obligó al equipo a apelar a la épica. A la épica y a Parera, que estuvo sensacional. Como si no llevase meses en dique seco. Bueno, a la épica, al portero y a Helenio Herrera, aquel técnico histórico que sostenía que al fútbol se juega mejor con diez que con once. Esta temporada, el Racing parece empeñado en darle la razón.
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Sin embargo, cuando se está de nones, lo mismo da todo lo que remes. Los de casa se lo dejarían todo sobre el césped, pero esta vez no sería el árbitro -quien, por cierto, además de llevarse un balonazo de los que pican cortó un contragolpe prometedor por una falta sin tarjeta, y luego le encasquetó una amarilla muy injusta a Arana, porque es casi imposible tirarse cuando ya te han empujado- sino esa mala fortuna que suele perseguir a los humildes, y en especial al Racing: primero llegaría la maldición del ex, con un Alfon que no celebró su primer gol, pero luego el Racing, después de marcar el tanto más rocambolesco de la temporada y ponerse de nuevo en ventaja, hizo el cuarto... en su propia portería. Así de caprichosa es la fortuna, que primero te lo da y luego te lo quita. Apenas un instante nos duró la ilusión, pero... ¡qué instante!
En cualquier caso, el Racing estuvo espectacular; tanto, que no solo va a disparar de nuevo la euforia de los aficionados, sino que esperemos que no haya llamado demasiado la atención de los ojeadores rivales. Porque aquel Racing eléctrico que no veíamos desde hace semanas no se ha volatilizado, todavía sigue aquí. El mejor refuerzo de invierno no va a ser ningún fichaje, sino que estos extraordinarios jugadores recuperen la confianza en sus posibilidades. Y, desde luego, ya están en ello.
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