

Secciones
Servicios
Destacamos
En 1831 Joseph Henry inventó el telégrafo. 186 años después, pocos minutos después de que César Díaz telegrafiara a la defensa del Amorebieta sus planes de asistir a Dani Aquino, el Racing recibió otro telegrama. Urgente, como lo son todos –o como lo eran cuando existían–: «Se le ha agotado el crédito. Está en crisis y esto no puede continuar así».
Lo que han leído es correcto: Joseph Henry inventó el telégrafo, pero el nombre que ha quedado en la memoria colectiva es el de Samuel Morse, quien diseñó un lenguaje con el que utilizarlo y se tomó la molestia de solicitar la patente en 1835. Que se recuerde a Morse y no a Henry –que por cierto no era un piernas, sino profesor en Princeton– ni a Von Steinheil, que ese mismo año impulsó el telégrafo en Alemania, demuestra que no todo lo que se da por hecho; no todo lo que parece obvio, responde a la realidad. Ángel Viadero también había telegrafiado sus intenciones de jugar con tres defensas. Pero nadie parecía creerle. Todo sistema de comunicación es un modelo codificado de significantes y significados y aunque el entrenador había mostrado de nuevo en La Albericia ese sistema de tres centrales, nadie lo creía acorde a su filosofía. O al menos muy pocos.
«El equipo arrancó bien, pero en cuento tenemos el más mínimo traspié pasamos a todo lo contrario. Hemos estado francamente mal», admitía al final del partido. Con el nuevo sistema «buscaba un golpe de efecto. Ser más agresivo en el ataque, tener más llegada y hacer ataques largos. El plan ha salido hasta el minuto 25, cuando hemos entrado en barrena. Cuando tenemos un error parece que no somos capaces de cambiar los partidos», confesaba tras el desastre.
Otro error muy común es cree que por jugar con más delanteros o con menos defensas se ataca más. Es cierto, pero es una verdad a medias, porque con el 3-5-2 de ayer el Racing tuvo más el balón e incluso soltó alguna costura del modesto equipo vasco. Pero a base de presión y juego directo el Amorebieta desmadejó a los verdiblancos.
Joseba Etxeberría decidió pronto que si no podía romper el centro del campo cántabro, más sólido, numeroso y capacitado, lo mejor iba a ser saltárselo o rodearlo, como hizo Gotthard Heinrici con la Línea Maginot, por mucho que a los franceses ya les hubieran advertido, solo faltó un telegrama, que aquel entramado ya estaba desfasado.
Por si Ángel Viadero tuviese pocos problemas, ayer Gonzalo volvió a lesionarse. El burgalés, que jugó con dolores por la contusión que arrastra desde hace un mes y medio en el pie, en Urritxe se retiró al comienzo del segundo tiempo por una lesión en la rodilla. El zaguero será sometido a pruebas para conocer el alcance concreto de su lesión, que le podría llevar a perderse el choque del miércoles frente al Burgos. El otro central específico, Regalón, tiene para al menos cuatro semanas de baja por otra lesión de rodilla, por lo que la confección de una línea defensiva es un quebradero de cabeza para el técnico cántabro.
El del Racing no debería, al menos necesariamente, pero no se dio. Porque este año el Racing, como la ciencia, trata de progresar con el sistema de prueba y error. El problema es que el primer supuesto sigue sin cumplirse, porque ya antes del penalti errado por el Amorebieta y el gol de Jon Ander habían llegado varios despachos anunciando que este Racing tampoco carburaba.
Miguel Gándara sufrió mucho como central diestro, Gonzalo –que tenía una buena papeleta– cargó con un penalti y una tarjeta por un error que no fue suyo y solo Julen rindió como se esperaba. Al descanso, y en medio del desastre, Viadero retrasó a Granero a la defensa para sustituir a un desafortunado Gándara y la mala suerte quiso que Gonzalo se lesionara acto seguido, obligando al entrenador a hacer su tercer cambio con casi tres cuartos de hora por delante.
Todo porque visto que el centro del campo no carburaba; que la posesión era intrancendente y los de Etxeberría llegaban poco pero bien, había optado por sacar a sus dos ejes más creadores. Quizá fuera lo más adecuado en un 3-5-2 con dos mediocentros y cierta desconexión; con la mitad de futbolistas ofensivos y otro 50% más defensivos en un ejemplo de que tampoco los polos opuestos se atraen siempre.
Así se cambió de una delantera con César Díaz y Juanjo, apoyados por Dani Aquino en la mediapunta, por otra en la que Javi Cobo asumió esas funciones en lugar del sustituido Juanjo. Pero tampoco. Porque el fútbol, como la ciencia, avanza a base de prueba y error. Salvo cuando no. Entonces la investigación queda en una vía muerta. Y en el fútbol se entra en crisis. De juego y resultados, por tirar de otro tópico. Porque perder ayer era meterse en muchos problemas, como se había telegrafiado. Entrar en barrena. Y cuando un avión entra en barrena, o consigue enderezar el rumbo –nada fácil, por cierto– o se estrella.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.