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Lo dicho, que todo parece ir con el viento a favor en El Sardinero. En un par de semanas se podría solucionar al fin la tensión entre Racing y cuerpos de seguridad con las peñas verdiblanas. O al menos en eso está trabajando, que aprieta ... el acelerador para tener disponibles, de cara al próximo partido en los Campos de Sport –viernes 27, 21.00 horas, contra el Tenerife– los sistemas de control biométrico en la Preferencia Norte del estadio. O lo que es lo mismo, en La Gradona.
El Racing está pendiente de un informe de LaLiga. Un emisario de la patronal visitará en los próximos días Santander para pasar revista a las instalaciones. Si considera que está todo correcto, eso pasará después a la Policía Nacional, que debería confirmar la aptitud de los Campos de Sport para colocar los nuevos controles de acceso. Unos sistemas que, en principio, serán de reconocimiento facial. Así, si todo va bien, los abonados de la citada Preferencia Norte deberían ser citados para que sus rostros sean registrados de cara a la entrada en los encuentros que el equipo cántabro dispute como local.
Más allá del avance tecnológico, que además permitirá controlar quién asiste a cada partido en la grada de animación, esto tendrá una consecuencia que va más allá de lo correspondiente a la seguridad. Una vez sea instalado el control biométrico de acceso, a las peñas que componen La Gradona se les devolverán los bombos y la megafonía.
Precisamente ese ha sido uno de los caballos de batalla de los colectivos que aglutina la Preferencia Norte en los últimos meses. Unas prohibiciones de uso de elementos de animación que llevaron a la realización de protestas, como entrar en el minuto 13 a la grada o permanecer en silencio. Algo que se ha percibido de forma notable en el ambiente de los Campos de Sport y que, probablemente, también ha afectado al equipo en algunos momentos.
Las restricciones a La Gradona llegaron después de los incidentes protagonizados por ultras del Racing con otros del Oviedo y del Málaga en las previas de ambos encuentros. A partir de ahí, LaLiga y los cuerpos de seguridad del estado tomaron una serie de medidas. Además de la prohibición de determinados elementos de animación, otros como identificación a la entrada a la grada, cacheos o incluso controles de alcoholemia.
Eso y la calificación de varios encuentros del Racing en casa como de Alto Riesgo. Fue el caso de las visitas de Zaragoza o Alavés, entre otros. Unas decisiones que llegaron con un aumento significativo y visible de la presencia policial y las medidas de seguridad en las previas de los encuentros. Sin embargo, el pasado sábado, pese a la llegada de más de 3.000 aficionados del Sporting, ni se decretó el Alto Riesgo ni hubo incidentes entre aficiones. Una demostración de que el fútbol puede ser una fiesta si nadie se propone estropearlo.
Si todo va bien, el ambiente en el estadio verdiblanco podría recuperar al fin la normalidad frente al Tenerife. Un encuentro clave contra un rival directo en la lucha por la permanencia en Segunda División. Ytodo suma.
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