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El fútbol puede ser una fiesta. Como lo ha sido en una visita de más de mil alaveses, demostrando que el fútbol se puede celebrar en lugar de utilizarse como excusa o arma arrojadiza. Se han vivido, cierto es, brevísimos momentos de tensión en el ... acceso de los ultras del Alavés a los Campos de Sport. Nada que ver ni que se pueda achacar a la afición verdiblanca, por cierto, pero también nada que merezca empañar la jornada. Lo que sí ha ocurrido es que por momentos el Racing ha parecido el visitante. Son los lodos de aquellos polvos que fueron las peleas organizadas frente a Real Oviedo y Málaga.
Por lo demás, la jornada ha transcurrido con normalidad. Esa sensación de fiesta entre semana y locales abiertos; de mediodía de domingo en martes. Calma y cierta sensación de extrañeza por el contexto, por vivir aquello de la diáspora que suele protagonizar la afición racinguista, pero a la inversa. Así se ha sentido la visita del Alavés a los Campos de Sport. Porque al masivo desplazamiento vitoriano se ha unido el silencio de la Gradona.
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Por momentos ha llegado a parecer que se jugara en Mendizorroza, y todo obedece a las extremas medidas que los violentos han obligado a tomar. Los del Racing y los visitantes, porque los ultras del Alavés también se hicieron notar al llegar al estadio, aunque no fue nada que no se solucionara con la rápida actuación policial, la rutinaria, en el único momento ligeramente delicado de un dispositivo que por lo demás ha dejado disfrutar del día a los aficionados visitantes, aunque con un intenso patrullaje del centro de la ciudad y El Sardinero, y que arroja como balance una jornada festiva en todos los sentidos.
El día comenzó tranquilo. Los primeros alavesistas llegaron a Santander mucho antes de mediodía, pero a diferencia de otras ocasiones, como ya se ha convertido en norma desde los incidentes frente al Málaga, la tranquilidad definió la jornada. Menos camisetas del Racing de lo habitual en Peña Herbosa y Tetuán, eso sí. Y todo concentrado en El Sardinero, pero salpicado en muchos locales, sin demasiado ambiente en torno al estadio hasta la hora de comer.
La Policía había organizado el dispositivo en el propio Sardinero, aunque en una jornada sin sobresaltos la tranquilidad caracterizó el día. Aproximadamente 1.200 vitorianos habían desembarcado en Santander, en algunos casos en viaje organizado y en muchos en desplazamientos particulares –los ultras lo hicieron a última hora–. Mañana tranquila. Tanto en el propio Sardinero, donde el CNP había montado la base, como en Peña Herbosa, por donde patrullaba de forma constante, tranquilidad. Nada reseñable. Ambiente de previa en los alrededores del campo y apenas un puñado de camisetas alavesistas, menos aún que las del Racing, en el centro de la ciudad.
Los aficionados vascos disfrutaron, como los locales, de una jornada sin sobresaltos y solo a la llegada de los radicales, estos sí embolsados por la Policía, llegaron los breves y leves momentos de tensión. Nada extremo, pero sí los habituales problemas provocados por los violentos y la necesidad de un cordón policial. Los controles rutinarios, más exigentes de lo habitual, como ya ha ocurrido en las úlrimas jornadas, para acceder a la zona acotada y un breve momento de confusión cuando tuvo que intervenir una ambulancia. Fue una falsa alarma: una mujer que había resbalado en los servicios y presentaba heridas leves. Eso sí: los alavesistas radicales accedieron entre protestas por lo que consideraban un mal trato policial. Después, ya en el estadio, los albiazules desplegaron la esperada pancarta: 'Animar no es delito'.
Mientras, la zona central de Preferencia Norte, allí donde se ubica la Gradona de los Malditos, permanecía vacía en protesta por las rigurosas medidas impuestas después de las batallas campales vividas en las previas frente al Real Oviedo y el Málaga, en las que fueron detenidos, hasta donde ha informado la Policía, cinco miembros de Juventudes Verdiblancas.
Esta vez el dispositivo policial y las medidas preventivas habían funcionado. Y todo pese a que no hubo solo visitantes en la zona específica. También se repartieron por otras zonas del campo. Aficionados que pasaron el día en Santander con los verdiblancos sin ningún tipo de problema.
Aprovecharon los unos y los otros, eso sí, para protestar contra LaLiga. Al minuto y medio las dos aficiones -o las dos gradas de animación, por precisar- cantaron a coro el 'Tebas, vete ya'. Tanto la del Alavés como la Gradona, aunque ni en su zona ni con sus distintivos (muchos de ellos no se pueden introducir en el estadio). Los cántabros mostraron otra pancarta con la misma leyenda: 'Animar no es delito'.
Responde a la misma estrategia por la que se había colocado en la S-20 otra con el lema 'Clubes callan; Tebas ríe' y al mismo clima de malestar, aunque con otra perspectiva, que llevó a algunos hosteleros a protestar porque algunos aficionados vitorianos acudían a los locales libremente, sin control policial. Aficionados que durante toda la mañana tuvieron un comportamiento ejemplar. Pero los antecedentes habían generado preocupación. En la ciudadanía en general y, entre los hosteleros, por sus terrazas. La jornada fue, esta vez sí, una fiesta. Una fiesta tranquila, casi por inercia. sin violencia y con menos ambiente; ese que han matado los violentos.
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