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Los Pajaritos (Soria), 7 de marzo de 2020. Las Gaunas (Logroño), 4 de septiembre de 2021. Dos momentos. Entre uno y otro, 18 meses. El pasado sábado, el racinguismo regresó a un estadio como visitante un año y medio -mal contado- después. «Ya ... había ganas, la verdad, muchas. Yo, como muchos, lo he echado de menos», confirmaba Pepe Barros, que como suele recordar 'no es más racinguista que nadie'. Barros cumplió 71 años de carné el sábado en Logroño, rodeado de poco menos de 500 aficionados como él, envueltos en alguna bufanda verdiblanca, agitando una bandera, o simplemente cantando la Fuente de Cacho. La afición del Racing ya tiene plan cada quince días.
«Desde el partido de Soria ya ha pasado tiempo. Lo recuerdo perfectamente. Ganamos 1 a 2. Allí lo pasamos bien», recuerda David Serrano, miembro de la Peña Concanos, asiduo seguidor del Racing en los últimos años y que estuvo presente en aquel partido antes del confinamiento motivado por la pandemia del covid. Fue la última vez hasta el pasado fin de semana en la que la afición del Racing pudo viajar fuera de Santander para acompañar a su equipo. «Hizo frío. Éramos 250 o 300 más o menos. Ganamos. Y con uno menos», añade Luis Arenal, simpatizante de la Peña San José, de El Astillero. «Tengo amigos y suelo viajar con ellos en los coches», indica.
A Soria -hace dos temporadas- viajaron dos autocares desde Cantabria, mientras que a Logroño el racinguista se desplazó en sus propios vehículos. «Son dos horas de viaje. Está cerca, pero además con esto de la pandemia no está la cosa como para viajar en grupos», matiza Barros, socio número cinco del Racing.
La afición verdiblanca en la última década no ha podido sacar pecho como le hubiera gustado. El peregrinar por el fútbol modesto de su equipo le ha obligado a mantenerse más bien 'tapada'. Sin embargo, si ha dado que hablar por algo ha sido por su grado de compromiso. Sus numerosos éxodos semanales a estadios humildes han sido algunas de las pocas alegrías que han podido disfrutar y es que los más de 2.000 aficionados visitantes pululando por Villaviciosa, Burgos, Oviedo o Logroño no se olvidan. «A mí me dijeron que en 2016, en Las Gaunas, cuando estuvimos casi 2.500, había sido el día que más gente del equipo rival había acudido al estadio. Pero incluso más que cuando estaban en Primera», confiesa Arenal, con cierto aire de orgullo. Pero no sólo en 2016 el racinguismo tomó la capital riojana, también lo hizo en 2017 o en 2019. Y esta vez la coyuntura no fue la mejor para repetir aquellas gestas -las pocas que los seguidores pueden disfrutar últimamente-. «El horario era un poco malo. Jugar a las 21.30 horas hizo que yo volviera con mi hijo a las 2.30 horas a casa. Pero aún así teníamos ganas y por eso la gente se animó», explica José Antonio Suárez, quien también añade que «seguro que hubo mucha gente que se fue para Logroño después de comer».
Entre la pandemia «y los miedos que tenemos», señala Barros, y el horario tan nocturno, lo cierto es que la calle Laurel, otrora completamente conquistada por la marea verdiblanca, el pasado sábado presentase una estampa más discreta. «Nos fastidió un poco la fiesta. Sí que había afición, pero mucho menos que en otras tardes. Yo por ejemplo he ido siempre a todos los sitios y ahora quiero volver, pero tengo que tener cuidado. Esto no ha acabado», replica Serrano, a quien le sobraron trenes, autocares y coches a los que subirse para irse «hasta Cádiz, allí también fui».
En Las Gaunas, la zona reservada para la afición racinguista estuvo a punto de colgar el cartel de no hay billetes. Los responsables del Logroñés acotaron el espacio a 600 seguidores foráneos y desde Cantabria se desplazaron alrededor de 500. «Yo saqué la entrada por internet, así me evité las posibles colas en las taquillas», indica con buen criterio Serrano, que fue como Barros y alguno más de los que se quedaron en Logroño a dormir. «Fue una pena lo del horario. Yo creo que con las ganas que tiene la gente de viajar, si llega a ser a otra hora más temprana seguro que muchos se hubiesen animado a cenar y a quedarse allí», añade el veterano socio, para el que lo de acompañar al equipo es algo más que animar y pasar una tarde en el campo de fútbol.
Es indudable que a partir de ahora, con la pandemia remitiendo -eso indican los datos- el racinguismo retomará su actividad a distancia siempre que pueda. País Vasco, Castilla León... Galicia en su justa medida. En buena parte, la buena o no marcha del equipo será la que marque las ganas y el sacrificio de la afición racinguista para ponerse en carretera de nuevo.
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