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«Solo para valientes», reza en el lema del Extremadura. En las paredes del campo luce con el arte urbano de los grafiteros. Y también en el dintel de la puerta principal del Francisco de la Hera. Y hasta allí que se fue Carlos Chamorro, ... acompañado de Soledad Peralta, que pese a su nombre nunca le deja en la estacada. Un par de valientes. Los dos viven en Huelva, pero ambos son del Racing. Chamorro lo es desde que era un niño y su pareja desde que le envenenó con su racinguismo aunque su corazón esté cerca de su 'Recre'. De pequeño vivió en Santander, «en los años setenta», y en su memoria retiene instantes de aquel Racing. El trabajo de su padre le llevó de un lado a otro. De Cádiz y a Huelva donde de nuevo le enamoró aquel equipo de la infancia. «El plante de la Copa me hizo reengancharme», recuerda orgulloso este turolense. Y desde entonces siempre que el Racing juega cerca de Huelva, donde se instaló definitivamente, para allá que se va. «He estado en Villanueva de la Serena, en Sevilla cuando jugó Copa ante el Betis, en Badajoz...». Con el de ayer han sido diez partidos los que le ha seguido de cerca este racinguista adoptado al viejo Racing. «Hasta el día de Badajoz no le habíamos visto ni siquiera marcar un gol», señala con una risa pícara y cómplice. Ayer se dio un atracón. Le vio marcar cuatro de una tacada. Esta pareja tan curiosa se debió frotar los ojos. «Ya era hora», decía al finalizar Chamorro, quien tuvo un viaje más placentero de vuelta. «Me entusiasma ese coraje, ese caer y levantarse. Siempre ahí luchando por subir», añade el fiel seguidor verdiblanco, que se enganchó a este sentimiento con aquel Racing «de Paco, el del ascenso, que jugó en Huelva y ya desde ahí...». «Lo mío es por amor», matiza su pareja.
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Ambos con la bufanda verdiblanca al cuello. «Yo no le vi en la UEFA, ni en Primera, ha sido ahora cuando me he ido enganchando». Los dos suelen visitar una vez al año Santander «para recordar las raíces» y en una de esas ocasiones acudieron a su primer partido en El Sardinero. Fue el del play off de ascenso a Segunda ante el Atlético Baleares. «Nos vimos allí con 20.000 racinguistas. Y pensé: 'Madre mía, pero, ¿qué es esto?», recuerda Chamorro, acostumbrado a sentarse en las gradas de los estadios como una verso libre.
Hoy han desayunado en el hotel en el que también se alojó 'su' Racing y desde cuyas ventanas podían haber seguido el partido si hubieran querido. Estaban a dos metros de la Tribuna del Francisco de la Hera. Después de un bonito fin de semana caminito a Huelva. «El próximo partido más cercano es en Salamanca. A ver si nos vemos por allí», concluía el incondicional racinguista del sur. ¡Ah! Por cierto, Cedric le regaló la camiseta. Se lo prometió y cumplió. Regalito.
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