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Alguien dijo que hay algo que da esplendor a cuanto existe, y es la ilusión de encontrar algo bueno a la vuelta de la esquina. Y esa ilusión se renueva cada temporada. Hasta se nutre de ambiciones sin límites, porque los sueños son casi siempre ... abstractos y eluden las leyes de lo concreto de la realidad.
La visita de la U. D. Almería a El Sardinero invita a los racinguistas a encontrar a la vuelta de la esquina otro sueño hecho realidad. ¿Se acuerdan de la temporada 2007-08? El primer partido que el Racing jugó contra este conjunto andaluz fue precisamente esa temporada, con un equipo dirigido por Marcelino García Toral que alcanzó la clasificación de la UEFA. Era un deseo anhelado que fue materializándose desde el inicio del campeonato, cuando el Racing se enfrentó en la primera jornada al F. C. Barcelona. Ni Messi, ni Iniesta, ni Xavi, ni Ronaldinho, ni Etoo pudieron batir a los cántabros. Buena señal. Luego vinieron dudas con dos derrotas consecutivas contra el Atlético de Madrid y el Villarreal, pero precisamente en el desplazamiento a Almería se consiguió la primera victoria fuera de los Campos de Sport. Los locales salieron en tromba a por el triunfo, pero la defensa racinguista se mantuvo firme, destacando el canterano Marcano que aquel día debutaba en el primer equipo. El único gol del encuentro llegaría en un córner sacado por Jordi que remató el internacional argentino Garay en el segundo palo con su derecha. «El Racing despierta de la siesta», tituló algún periodista en su crónica. Y a partir de ese partido los cántabros puntuarían en las siguientes ocho jornadas, casi tocando con las manos ese sexto puesto tan presente en las fantasías de disputar una competición europea.
Aunque ajeno al campeonato liguero, también fue un estímulo para los jugadores y los seguidores del equipo la clasificación para disputar por primera vez en la historia las semifinales de la Copa del Rey. Cómo vamos a olvidarnos del empate a tres en San Mamés, de los goles de Aldo Duscher, de Óscar Serrano y de Tchité celebrándolo con su dedo índice en los labios para pedir silencio.
Pocas semanas después, el 24 de febrero de 2008, llegaría la U. D. Almería a Santander. Saltaron al terreno de juego Toño, Pinillos, Garay, César Navas, Luis Fernández, Jorge López, Duscher, Gonzalo Colsa, Óscar Serrano, Smolarek y Tchité. Los racinguistas, atenazados por afrontar el reto de la clasificación de la UEFA, se mostraron demasiado nerviosos. Pero el nerviosismo desapareció en la segunda parte, cuando el recién incorporado Pablo Álvarez aprovechó el robo de un balón y ofreció un pase a Tchité para que el congoleño imprimiera su desbocada velocidad, rebasara a la defensa, llegara al área y batiera en un mano a mano al guardameta brasileño del Almería, Alves, que sin duda fue el mejor de su equipo, aunque en aquella ocasión se acababa con su imbatibilidad de 679 minutos sin encajar. El gol recuperó la esencia del Racing, le liberó de sus ataduras y comenzó a dar un recital de juego y de oportunidades al que se sumó Pedro Munitis, que reaparecía tras una lesión.
Los dos triunfos sobre el Almería convocaron sueños y alguna pesadilla. A falta de ocho partidos para el final, el Racing llegó a ocupar la quinta posición de la tabla, en dura pugna con el Mallorca que también aspiraba a un puesto europeo. Pero cuando se llega tan arriba parece que falta oxígeno. Por algo se aplica el concepto del mal de altura. El equipo comenzó a reducir diferencias con los de Baleares y sucumbió en Palma (3-1).
En la jornada siguiente incluso iba perdiendo en El Sardinero contra el Real Murcia (0-2) que, dirigido por Javier Clemente, se agarraba a un clavo ardiendo para evitar el descenso. Hasta que entro en acción Munitis y recondujo la situación hasta la victoria (3-2), y más tarde, mirando de reojo lo que pasaba en Mallorca, se conquistó el sueño ambicionado de jugar en Europa al derrotar en Santander al Osasuna (1-0).
Volver a jugar contra el Almería renueva aquellas emociones. La ilusión de encontrar algo bueno a la vuelta de la esquina nos lo está inyectando este nuevo Racing de Sebastián Ceria, el mismo que nos propuso suspender la incredulidad, abolir el sufringuismo y la paparda y, sobre todo, encender la ambición contra el Almería y el que venga después.
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