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No sé si alegrarme o entristecerme cuando la indiferencia se convierte en felicidad. El domingo, el racinguismo saltó y brincó en las gradas de los Campos de Sport al lograr, frente al Éibar, la permanencia en Segunda División. Lo que en otros tiempos hubiera sido ... una simple temporada de trámite, hoy es motivo de fiesta. Los tiempos en los que el club se desenvolvía con los éxitos de los ascensos a Primera o las permanencias en la máxima categoría, han pasado al catálogo de las batallitas deracinguistas veteranos. Ahora las circunstancias han disminuido las expectativas. Disfrutamos con los ascensos a Segunda y con las permanencias en esta categoría, como la que se produjo el domingo, aunque a lo largo de la historia del club esas sensaciones han sido muy pocas, casi excepcionales. De las veinte temporadas en las que el Racing se mantuvo en Segunda División, sin que se produjera ningún ascenso o descenso, escasas fueron las que terminaron con alivio y satisfacción de no descender de categoría, como ha ocurrido este año. Sensaciones derivadas de la excesiva estancia del club en una indecorosa tercera categoría (llámese Segunda B o Primera Federación), que además estuvo condicionada por los descensos inmediatos que prosiguieron a los ascensos de 2015 y 2020. Entre esas escasas ocasiones, destacamos dos.

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eldiariomontanes Felices permanencias en Segunda