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Cumpliría cien años el próximo 19 de octubre. Fue el guardameta que formó parte de uno de los más afamados equipos que ha tenido el Racing en su historia, el más goleador y el que recuperó la Primera División en 1950 deslumbrando al fútbol nacional. Sumó 134 goles a favor entre partidos de Liga y Copa aquella temporada. Insuperable. Era el primer nombre de una alineación que fue memorizada por una generación de racinguistas: Ortega; Lorín, Amorebieta, Ruiz; Herrero, Mathiesen; Nemes, Joseíto, Mariano, Alsúa y Echeveste.
Juan Ambrosio Delgado Ortega nació en Santa Cruz de Tenerife. Fue el tercero de los diez hijos que tuvo el matrimonio formado por Fermín Delgado Díaz y Clementina Ortega Hernández, por cierto, casi todos futbolistas con mayor o menor éxito. El padre era un carpintero ... de ribera que pronto necesitó la ayuda de sus hijos para sostener a la familia. Por eso Juan colaboraba trabajando de camarero y de panadero. Pero también tenía tiempo para jugar al fútbol, primero en los recreos de los salesianos, y luego, en 1940, con su hermano mayor, Mario, en el equipo de barrio el Ribera.
Ortega jugaba de delantero centro, pero al pasar al Atlético Buenos Aires el entrenador se encontró con el problema de que nadie quería ser portero, y Ortega, que tenía cierto apego al puesto debido a que un tío suyo lo había sido en varios equipos canarios, se animó a situarse debajo de los palos. Y no lo hizo mal, porque en ese puesto se quedó para siempre. Continuó jugando en el Toscal (43-44), Tenerife (44-45), Iberia (45-46), donde lo hizo con su hermano Mario, y Real Unión de Tenerife (46-48), con el que ganó la Copa Canarias en 1948. Durante su estancia en este equipo Ortega también jugó un campeonato de empresas con el Instituto Nacional de Previsión a cambio de incorporarle como empleado, aunque lo mejor de la estancia en el Real Unión fue que conoció a Valentín Raba, directivo del club que había sido guardameta del Racing, y que fue el hombre clave para que se trasladara a Cantabria para fichar por los santanderinos.
Raba, que fue el primer portero del Racing en jugar en Primera División, mantenía buenos contactos con el club cántabro y facilitó el fichaje de Ortega y de Manuel Bethencourt. Ambos llegaron a Santander en agosto de 1948, hospedándose, como otros tantos jugadores, en el Hostal Niza. Ortega fue una de las incorporaciones del nuevo presidente racinguista, Manuel San Martín, que con la idea de recuperar la Primera División y abrir el apetito futbolístico se trajo como entrenador al histórico Patrick O'Connell. Aunque a duras penas consiguió mantener al equipo en Segunda División, en la temporada siguiente la calidad de los hombres incorporados fue excepcional, y Ortega se convirtió en la garantía defensiva de uno de los conjuntos atacantes más espectaculares que ha tenido el Racing, conquistando la Primera División que había perdido en 1940.
Ortega debutó con el Racing el 12 de septiembre de 1948 contra el Gerona en los Campos de Sport. Aquel día los racinguistas derrotaron a los catalanes por 7-1 jugando con Ortega; Bethencourt, Suárez, Lorín; Felipe, Germán; Ceciaga, Pin, Moro, Elizondo y Álvarez. Otra cosa sería su debut en Primera División el 8 de octubre de 1950 en el Metropolitano, en un partido poco afortunado para los racinguistas, ya que encajaron nueve goles del Atlético de Madrid, aunque cinco de ellos se los metieron al guardameta titular, Juanito, que tuvo que ser sustituido por lesión. Ortega encajó los cuatro restantes en lo que sigue siendo el resultado más adverso que ha tenido el conjunto cántabro en toda la historia del campeonato de Liga (9-1).
Se mantuvo en el club durante siete temporadas (1948-1955), jugando un total de 124 partidos oficiales. Tras su etapa en Santander jugó en el Real Jaén (55-56) con Alsúa y Ruiz, consiguiendo el primer ascenso de los andaluces a Primera, y luego pasó al C. D. Tenerife (57-58) y al Ronda de Málaga, donde se retiró en 1959.
Siempre feliz y agradecido al recordar sus tiempos en Santander, se mostró muy emocionado cuando el Racing le invitó a venir en 2007 para dedicarle un pequeño homenaje, pero a la hora de subir al avión sufrió un ataque de ansiedad y tuvo que suspender el viaje. Falleció en 2015 a los 90 años en San Cristóbal de La Laguna (Tenerife).
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