Romo cierra el debate en el lateral diestro

El lenguaje del fútbol tiene la peculiaridad de no necesitar muchas palabras: se alimenta de hechos. Incluso, de gestos. Si esta primera eliminatoria de la Copa Federación debía servir de escaparate o plataforma para aquellos que aspiran a reivindicarse, las decisiones técnicas de declaraciones de intenciones a auténticos mensajes personalizados: en quién confía, quién es intocable, quién pasa a estar cuestionado... Para aquellos con la incómoda vitola de suplentes, o los que aspiran a consolidarse desde las categorías inferiores, se trata de aprovechar la oportunidad.

Algo fundamental en una plantilla con todas las posiciones dobladas. Si es que te llega la oportunidad, claro. Los objetivos, en este partido, apuntaban a Diego Ceballos. El que fuera gran revelación la pasada temporada, este año parece haberse vuelto invisible para el nuevo entrenador, tapado por el fichaje de un veteranísimo Unai Medina. El encuentro frente a un equipo de inferior categoría debería haber supuesto el momento ideal para llamar la atención de Romo. Sin embargo, en la hoja de alineaciones, el lateral volvía a figurar con localidad de asiento. Su lugar lo ocuparía otro canterano, todavía más joven: Mario Jorrín. Es la doble cara del deporte: lo que es crueldad para unos, para otros es la ocasión de dar el salto. Tres minutos había jugado hasta ahora Jorrín, una presencia más bien testimonial, en casa y con el partido resuelto. Pero ni asomo de nerviosismo en el muchacho de 19 años. Con el aplomo del que conoce su oficio, desde el primer momento se dedicó a hacer lo que se esperaba de él: convertir el flanco derecho de la zaga en un fortín.

Enfrente tendría a un conocido no tan viejo: Diego Rozas. En la segunda visita a los Campos de Sport del Arenas esta temporada, el cántabro estaba en el punto de mira de su míster. Iban Fagoaga le quitaría ojo a Rozas, pero el extremo se topaba constantemente con el muro que conformaba Jorrín junto a Álvaro Mantilla. Dos jugadores muy similares: la misma planta, la misma mirada de concentración, hasta el mismo peinado... Se diría que Romo había recurrido a tácticas psicológicas, como en el viejo chiste de las guerras asiáticas, en el que se aburrían de matar siempre al mismo. Este miércoles Rozas y su lateral Lazka tuvieron que irse preguntándose quiénes eran esos Hernández y Fernández, los 'gemelos' verdiblancos.

Pese a alguna patada de Lazka, Jorrín va creciendo en el partido: pases de treinta metros de Borja que controla con tranquilidad; pisa el balón, mira, piensa. Toma siempre la mejor opción. Cuando los rojinegros vuelcan el juego hacia su banda, con las caídas del ariete Cortezón, se muestra insuperable. Y muy arropado por sus compañeros: Íñigo le coloca, Manu Justo le dice por dónde la quiere, Borja le hace las coberturas... En el 36 le llega su momento: un pase de Borja le dejaba solo, casi en el pico del área chica. Aunque en claro fuera de juego. Su segundo momento estelar llegaría en la reanudación, con una internada hasta línea de fondo que le estropea Cedric, al rematarla con la tibia. Aunque la segunda mitad no sería tan cómoda, ya con Rozas en el banquillo y el Arenas buscando el empate por su banda.

Y justo cuando el duelo entre laterales parecía noticia de este miércoles, Romo reabriría el debate, dando entrada a Diego Ceballos, para jugar el último cuarto de hora. Y fuera de su puesto, como interior, por delante de Jorrín. La grada también quiso opinar: en la ovación con que saludó a Ceballos, apenas se notó que había poco más de dos mil espectadores. Diego, por su parte, parecía espoleado y se mostró muy activo, aunque no tendría tiempo para mucho más. Con los argumentos sobre la mesa, la próxima palabra quedaría para la siguiente eliminatoria. Lástima, eso sí, que lo que está en cuestión no sea más que un puesto en el banquillo.

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