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Plantilla y cuerpo técnico del Racing durmieron esta noche en Tudela. El estadio de la localidad navarra, frecuentado en estos últimos años por el equipo cántabro en sus tiempos de penurias por la Segunda División B, acoge hoy un partido de la segunda fase de ... la competición, a las 12.00 horas. Un par de horas antes, la expedición verdiblanca abandonará su hotel de concentración y se subirá a los autobuses. Pero el Ciudad de Tudela lo verán por el ventanal derecho del autocar y seguirán camino al sur hacia Tarazona. Es lo que tiene hacer las cosas mal. El equipo de Aritz Solabarrieta debería enfrentarse al Tudelano -que hoy se verá las caras con el Bilbao Athletic- en busca de meterse de lleno en la lucha por el ascenso a Segunda División. Sin embargo, como ha fracasado con estrépito en el primer segmento del campeonato, su destino es el de luchar por no descender, por no hacer el ridículo más espantoso en 108 años de historia. Y eso pasa por cruzar la frontera con Aragón y ganar en la confinada Tarazona.
Lo cierto es que el Racing lo tiene relativamente sencillo. La innegable buena segunda vuelta -en cuanto a resultados- le ha servido al menos para tener gran parte de los deberes hechos. Y además, el Laredo le echó un cable a su vecino frenando al Ebro, el único aspirante a arrebatarle una plaza en la futura tercera categoría del fútbol español a Racing o a Real Unión.
El de hoy será el primer partido de esta segunda fase para los verdiblancos, que además se ganaron un descanso en la jornada intersemanal después de ganar sobre la bocina en Amorebieta. Así pues, el Tarazona llegará con menos tiempo de descanso. Todo suma. Los aragoneses cayeron en su envite inicial con el Real Unión. El resultado fue de 1-0. Un marcador que no reflejó fielmente la superioridad local.
Sí, sobre el papel, el cuadro turiasonense es el más débil de los tres rivales que tendrá el Racing en este segmento. Logró su plaza en la última jornada y, con el objetivo cumplido y mínimas posibilidades de reventar la banca y colarse entre los dos mejores, el equipo zaragozano juega sin presión y pudiendo ser juez de la competición. Vamos, que tiene el derecho de estropearle el caminar a alguno de los que se le cruce por delante. Y ese alguno, hoy, es el Racing.
Aún con los vaivenes técnico-tácticos verdiblancos, los de Aritz Solabarrieta deberían ser superiores al Tarazona. Eso se demuestra sobre el terreno de juego. Un escenario que no beneficia al equipo cántabro. Es de hierba artificial suprautilizada y con unas dimensiones bastante más reducidas que los Campos de Sport: 100x64 -o lo que es lo mismo, cinco metros menos de largo y cuatro menos de ancho-.
El campo se sale de la norma, pero después de un nuevo choque al borde del bochorno en Urritxe con el regreso del 4-4-2, todo apunta a que el técnico vasco recuperará el 4-2-3-1, apostando de nuevo por los futbolistas que le han dado más rédito desde que llegó a Santander.
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Lucas Díaz continuará en la portería, protegido por delante, de derecha a izquierda, por Diego Ceballos, Álvaro Mantilla, Óscar Gil e Isma López. En el doble pivote, tras el fallido y fatídico reingreso de Villapalos en Amorebieta, volverá Íñigo Sainz-Maza a escoltar al desequilibrante Riki. Probablemente Pablo Torre regrese a la mediapunta y Cedric, un pasito por delante del resto de delanteros de la plantilla, al puesto de nueve. Las únicas dudas, pequeñas, están en las bandas. Álvaro Bustos dio el susto en la sesión del lunes, tras hacerse daño en el brazo recientemente operado. Pero el asturiano volvió a enternar con normalidad y, salvo sorpresa, volverá a ocupar el extremo izquierdo, desde el que se ha convertido en uno de los futbolistas más regulares en esta irregular temporada racinguista. Por el otro flanco, en el diestro, Patrick Soko ni pasa por su mejor momento del curso ni convence al entrenador por sus carencias tácticas. Pero su posible sustituto, Álvaro Traver, también ha tenido problemas físicos a lo largo de la semana. A saber lo que decide el míster.
Un Solabarrieta que tendrá que medir, además de sus capacidades como entrenador, su actitud en el banquillo. Sus gritos, juramentos, broncas y golpes al mobiliario de Urritxe no gustaron ni a los futbolistas ni los directivos. Y pese a que a pie de campo, minutos después del choque, dijo que sus salidas de tono fueron «percepción» del periodista que le preguntó, el viernes, en la rueda de prensa previa al choque, hizo la del rey emérito: «Me equivoqué. No volverá a pasar». Gracias a su mentor, José Mari Amorrortu, está haciendo las prácticas de entrenador en un club histórico con unas necesidades aún más históricas. Escuela exigente. Y además, tanto el uno como el otro están -o deberían estar- aprendiendo que el Racing no es el Bilbao Athletic, aunque a día de hoy compartan categoría.
Enfrente, el equipo verdiblanco tendrá a un rival que, desde la modestia, vive su mejor momento desde que nació en la década de los sesenta. En su primer año en Segunda División B, el puesto asegurado en la próxima Segunda RFEF, pese a bajar de la tercera a la cuarta categoría, se ha celebrado como un gran logro. Así pues, con la paz que da el deber cumplido.
El Racing entra hoy en la segunda fase de la competición y, a la vez, en un concepto completamente distinto del fútbol que se ha encontrado hasta ahora esta temporada. El pragmatismo de los Amorebieta, Leioa o Arenas no tiene mucho que ver con Tarazona o Ebro -Osasuna B se puede asemejar a los otros filiales-. Porque el fútbol aragonés es menos aguerrido y busca algo más el buen trato a la pelota. Otra cosa es que lo consigan. En este caso, el Municipal de Tarazona no ayuda, aunque será labor racinguista cercenar las virtudes de su rival de hoy.
En una fase tan corta y rápida, cada paso es importantísimo. Por eso un triunfo racinguista hoy en Tarazona puede dejar a los verdiblancos mucho más cerca del nuevo objetivo después de la recalibración de las ambiciones. A por ese objetivo de mínimos obligado por deméritos propios. El caso es que si los de Solabarrieta vencen hoy en el confinado terreno turiasonense, puede mantener sus seis puntos de ventaja -con un partido más- sobre el Ebro o llevar esa renta hasta unas nueve unidades que ya se convertirían en prácticamente inalcanzables para los zaragozanos, si les da por perder, también a mediodía, en su campo, frente al Arenas.
A día de hoy, casi ningún racinguista se plantea la opción de que el equipo cántabro la líe parda en esta segunda fase y descienda a la cuarta categoría del fútbol nacional. Lo que sí quiere la parroquia verdiblanca es acabar cuanto antes esta penosa y pandémica temporada, renovar ilusiones de cara al próximo curso y olvidar. Por eso, si consigue su mísero objetivo por la vía del cloroformo, mejor.
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