Secciones
Servicios
Destacamos
No fue por el abundante tiempo añadido, que ya se ha convertido en clásico y que en realidad, para los cánones actuales, fue hasta poco (dos más seis), pero el Racing-Sporting se hizo mucho más largo que un partido corriente. En las calles, en ... los bares, en los corrillos y, por supuesto, en los Campos de Sport. El motivo, la expectación que había despertado la cita, con un Racing enrachado y una masa social que agotó las entradas en la que quizá sea, por eso del buen rollo y la cercanía, la cita más esperada del año. Y por la afición astur, que con las pocas entradas enviadas, fruto del enroque de LaLiga y pese a la buena voluntad del Racing, navegó el boicot comprando billetes online hasta agotarlos en unas horas cuando el martes se liberó la venta para inundar por millares, alrededor de dos, Santander.
La marea viva que se espera el miércoles en El Sardinero se puede quedar corta ante la Mareona –teñida, y mucho, de verdiblanco– que lo inundó ayer. Tuvo base en El Sardinero, de donde se desplazó en goteo a Cañadío. Allí el Rosé había montado su clásica discoteca móvil para recibirla, dando servicio junto al Cachalote a una plaza abarrorada. La Mareona no había rolado aún al norte; calma chicha en la Segunda. Pero cántabros y asturianos, ya habían hecho los deberes: La Parrilla Ginés, repleta. El chino de Doctor Fleming, sin sitio a ninguna hora; todo reservas. Los empleados de Regma, calentando más que el primer equipo, para una sobremesa en el infierno; lo habían hablado ya el día antes. Uno de esos intangibles, muy tangibles para los negocios, que ofrece el Racing, aunque a la hora de ofrecer cifras se salte alegremente de los cientos a los millones según a quién se encargue el estudio.
1 /
La Mareona arboló escalonada. Ya a las nueve de la mañana había coches aparcados en la S-20 con bufandas sportinguistas en el salpicadero y camisetas rojiblancas por las aceras. La había recibido una pancarta colgada en uno de los puentes con el elocuente 'Aúpa Racing'. Dos horas más tarde ya los aparcamientos en la Avenida de la Constitución y, mucho más, en Mesones estaban ya muy cotizados. Demasiado previsores, quizá, porque hacia las dos el del estadio estaba aún casi vació, poblado solo por los autobuses llegados de Gijón.
Eso sí: con las hamburguesas de La Magdalena de moda, mucho movimiento en la zona de Piquío y la península, hasta el extremo de obligar a la policía a intervenir para regular el colapsado tráfico de Reina Victoria.
Ya estaban para entonces los autobuses de las peñas, donde viajaba el grueso de quienes tenían las cotizadas 570 entradas de la zona visitante, lo hicieron como el resto de los visitantes directamente a El Sardinero, pero con un rumbo claro: Cañadío. También hubieran querido las peñas racinguistas organizar su propia fiesta, pero el escasísimo margen con el que LaLiga anunció fecha y horario hizo imposible poner en marcha una de esas ambiciosas iniciativas, muy complejas de organizar pese a haber demostrado una y otra vez estar muy engrasadas y curtidas en esas labores.
Quien sí organizó su particular acogida fue el Centro Asturiano de Santander, que bullía de actividad gracias a otras peñas que se habían trazado ya una ruta muy organizada: Gijón-Cañadío-Centro Asturiano-Campos de Sport. No eran ni las diez y media de la mañana cuando el presidente del centro, que celebra además su semana festiva en la carpa de la Plaza Juan Carlos I, caminaba ya hacia Peñas Redondas para que todo estuviera listo. En el local y en la carpa. Después, una previa bañada en sidra.
Noticia relacionada
Mientras, quedadas en los locales futboleros de siempre, desde el Remigio Sport Tabern de La Albericia, centro de encuentro racinguista habitual en el que no fallaron ciertos peñistas –para la previa, se entiende–, a La Crisis y los locales del centro. En el Remigio, la primera camiseta blanca y verde apareció a la una de la tarde. «¿Cuántos para comer? ¿Seis?». Tenían aún suerte, porque muchas mesas estaban ya reservadas y preparadas, aunque en los barrios se respiraba la calma habitual de un sábado por la mañana, desplazado como estaba todo el interés a la fachada marítima sur. El partido había levantado mucho interés y las entradas llevaban varios días agotadas, así que muchos tenían que optar por verlo por la televisión. Algo más de lo habitual en una cita en casa, aunque muchos racinguistas se estaban aún reservando; no fue hasta la tarde cuando el verde ganó la tonalidad al rojo.
«Mira, hoy juega el Racing. Ya están con las bufandas», decían dos señoras aún de buena mañana en la parada del autobús. No iba la chavalada a El Sardinero, sino a La Albericia, donde, para aderezar un poco más la fiesta, el Racing había organizado junto a la directiva del Sporting un doble amistoso en las Instalaciones Nando Yosu. Por una parte, entre los dos equipos de LaLiga Genuine. Justo antes, entre los veteranos verdiblancos y asturianos, lo que brindó la ocasión de ver de corto al presidente, Manolo Higuera, a su vez eterno presidente de la Asociación de Exfutbolistas del Racing, junto a otros clásicos de la historia racinguista como Amavisca, Colsa, Geli, Oriol, Manolo Díaz, Samuel, que por la tarde tenía que dirigir a su equipo, el Escobedo, ante la Gimnástica, y Neru. «¡Si estos se han traído como a cuarenta!», bromeaba el pejino al llegar al campo 4.
Tenía que ser sobre los campos de césped sintético, inhabilitado como está aún el reconstruido número 1, aún en crecimiento tras su sembrado, y sin posibilidad de utilizar el número 2. No era cuestión de que al míster le diera un espasmo al ver cómo se castigaba el que aún es su único terreno de juego disponible para entrenar, a la espera de que, tras –o pese a– la disputa del partido de ayer, el césped de los Campos de Sport haya arraigado lo suficiente como para volver a trabajar en él sin ponerle en riesgo. Y, bueno, que el campo 4 tenga dimensiones más reducidas también ayudaba.
.
1 /
Al mismo tiempo esperaba en la puerta de las Instalaciones Nando Yosu el Racing Genuine, justo al lado del primer equipo femenino, citado en La Albericia para partir hacia Pamplona, donde jugaba por la tarde. «¡Somos el Racing!» «¡Aúpa Racing!», les gritaban a sus jugadoras. Algo más bullicio del habitual en las Instalaciones Nando Yosu y un buen puñado de curiosos por ver a las viejas glorias de uno y otro bando.
El foco de atención se fue desplazando ya poco después de mediodía al centro. Autobuses vacíos en el futuro aparcamiento 'disuasorio' –sic– de los Campos de Sport y mucho tránsito en el túnel de Tetuán, que es en realidad el de Puertochico, para calentar progresivamente el ambiente de la previa.
No faltó alguna visita al Santemar, donde desde el sábado estaba concentrado el Sporting, antes de recorrer los escasos metros hasta el estadio en el autobús del equipo. No se vio el del Racing; aún en la quinta jornada no se citó a los jugadores en La Albericia para que llegaran en expedición al estadio, como en algunos partidos de la emocionante segunda vuelta de la temporada pasada, pero con o sin recibimiento local el ambiente estaba asegurado.
A las tres de la tarde Cañadío, ya cortada al tráfico, era ya una manifestación rojiblanca de paz y bullicio combinados con cánticos. Se podía escuchar desde Santa Lucía e incluso Guevara. Quizá las previsiones de entre 1.500 y 2.000 visitantes se habían quedado cortas. Era el epicentro de la Mareona en medio de un mayor despliegue policial por ser partido de alto riesgo, pero sin embolsar a la hinchada visitante y con camisetas verdiblancas y rojiblancas muchas veces entremezcladas, por mucho que cada cual, y en especial los asturianos con el Rosé, tuvieran sus zonas predilectas. Peña Herbosa, a lo suyo, pero con camisetas futboleras. «¿Mucho jaleo? Lo normal, ahora vendrán a comer los que han reservado del Sporting», decía, Juan, de La Pirula.
Y después, el jaleo de El Sardinero, ahí sí, con abrumadora mayoría verdiblanca pese al evidente desembarco gijonés, en un nuevo capítulo de esa curiosa amistad que une a Racing y Sporting tras aquella época, ya tan lejana, de enconada rivalidad. La vuelta será en marzo con las mismas 570 entradas para los cántabros, que pueden repetir estrategia y pedir la devolución de favores.
Ya el año pasado la directiva sportinguista recibió algunas críticas por el masivo desplazamiento racinguista, que convirtió las entradas en muy cotizadas, de modo que la excusa de las exigencias de seguridad no le vino esta vez nada mal. Pero en ese fútbol que UEFA y LaLiga se empeñan en rescatar para el pueblo, pero echando al pueblo, cuando una afición está volcada con un equipo es muy complicado contenerla. Como se comprobó ayer en Santander y se volverá a ver, a buen seguro, en Gijón. No la llaman Mareona, pero la marea verdiblanca también inunda.
📲 Sigue el canal de El Diario Montañés en WhatsApp para no perderte las noticias más destacadas.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.