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Romo se trajo a su portero de confianza pero su gestión de la portería fue modélica ante la buena temporada pasada de Lucas. Mantuvo al canterano de titular y esperó buena actuación de Parera, que llegó en Copa del Rey, para darle la oportunidad en ... la liga. Miquel no la desaprovechó y de ahí en adelante tuvimos portero para todo el año, con grandes actuaciones en muchos momentos salvadoras para el equipo. Gran acierto en el fichaje, en su presentación en partido y el propio rendimiento del jugador.
Vinieron en verano, Pol Moreno, Bobadilla y Eneko. Parecía que habría rotación entre ellos, sana competencia, que uno a otro se apretaran para ganarse el puesto y que además el centro de la zaga tuviera refuerzos de garantía ante sanciones, lesiones, estados de forma y todas estas eventualidades que durante una larga temporada se te pueden presentar. Sin embargo, el mal momento de forma al inicio de la temporada de Isma López desplazó a la banda a Satrústegui, donde si bien estuvo bien secundado por Simón cuando tuvo que volver al centro de la zaga para suplir bajas puntuales, se hizo con el puesto de una manera que alejó ninguna duda de cuál debía ser la línea de 4 titular en defensa siempre que estuvieran disponibles.
Su tramo final de temporada ha sido una de las claves de la racha imbatible del Racing en la que solo sabe ganar partidos. El equipo pasó de ser un equipo que partido tras partido recibía siempre alguna (o varias) ocasiones claras de gol a ser un conjunto al que tan sólo tirarle a puerta ya supone un esfuerzo titánico. La complementación de ambos centrales para dar seguridad al resto del equipo ha sido de un valor incalculable para que el resto de sus compañeros jugaran con la tranquilidad de atrás sentirse seguros y arropados.
Fue un punto de inflexión para el equipo. Ir contra un rival que estaba en descenso y llevarte ya no solo el resultado en contra si no la sensación de haberte costado hasta competir, creo que activó a muchos de los componentes del equipo, a todos los niveles. Pero creo que además fue el día en el que quedó claro que Pablo Torre tenía que ser titular en el equipo siempre que estuviera disponible, ni rotaciones ni descansos por ir con la selección española Sub19 ni nada parecido.
Al partido siguiente Pablo fue titular y respondió con una actuación soberbia, reclamando su sitio como se hace, en el césped. Creo que Romo entendió en el tramo de esos dos partidos que la gestión de Pablo era tan sencilla y tan complicada como «siempre tiene que ser titular», con todo lo que esto conlleva, que no es ni más ni menos que tienes que fiarte de que el chico va a estar centrado y comprometido aún sabiendo que va a jugar siempre. Afortunadamente, así ha sido, y el resto de la temporada de Pablo Torre pasa a la historia del racinguismo.
Vino como mediapunta, tal vez como recambio para Pablo Torre o para sacar lo mejor del canterano al sentir la competencia. Costó encontrarle el sitio y Romo llegó a probarlo en todas las posiciones detrás del delantero, en ambas bandas y también por detrás. No parecía asentarse en ninguna de ellas, seguramente porque en aquella fase de la temporada tampoco el equipo en ataque carburaba demasiado bien.
Sin embargo todo cambió cuando empezó a salir como recambio de Cedric, para incluso llegar a ser titular por méritos propios. Supo anotar goles importantes, lo descubrimos como un buen llegado sobre todo al segundo palo, y mantuvo al equipo con goles en un momento de bajo nivel de acierto goleador de Cedric. Ha sido un suplente de lujo y creo que es de merecimiento que se le recuerde su aportación al equipo desde un plano secundario.
Empezó la temporada mejor que nunca, anotando a menudo y demostrando buena conexión con sus compañeros de ataque. Estaba en muy buena forma física y los goles iban llegando y podíamos asegurar que llegarían. Tras su renovación, una expulsión en un partido en el que le estaban haciendo faltas continuamente y las cosas no le salían, vino una época de sequía que coincidió con la mejor racha goleadora de su sustituto en esos momentos, Manu Justo, y vimos a un Cedric apagado y falto de chispa. Sin embargo supo reponerse y volver en el momento que más falta le hacía al equipo, el sprint final por el título. Cuando el Racing de verdad tuvo a tiro al Deportivo, Cedric encadenó partidos y partidos marcando, abriendo el marcador, cerrando goleadas… Afortunadamente para todos, el hispano-nigeriano no dejó de trabajar y de creer en sí mismo y volvió a tiempo para llevarnos a Segunda División.
Sin duda alguna el mayor punto de inflexión de la temporada fue el gol de nuestro capitán en Riazor. Simbolizó muchísimas cosas, tanto para los nuestros como para los entonces líderes. El Depor ya venía con dudas tras dos jornadas seguidas con derrota, jugando mejor que sus rivales, fallando penaltis, dando balones a los palos y recibiendo goles en errores infantiles.
Cada vez que les llegaban les marcaban y ellos no veían puerta de ninguna manera, pero se agarraban a que era falta de acierto y que jugaban bien. Era verdad. Tras el gol de Íñigo, el Depor no jugó bien ni aquel partido ni varios de los siguientes. Aquel gol, aquella manera de ganarles en casa demostrando estar mucho más fuertes que ellos, les hizo mucho daño, pues ante su propia afición quedó demostrado que ahora sí, había un equipo igual de fuerte que ellos o más, y sobre todo que había un conjunto de jugadores capitaneados por un chico de Ampuero que creía tanto en sí mismo que tiró a puerta aún estando encimado por un defensa y no en la mejor de las posiciones para marcar, pero creyendo en sí mismo.
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