Ocho opiniones para levantar el ánimo al racinguismo

Hemos terminado el curso algo apagados por las expectativas generadas, pero el fútbol tiene estas cosas. Eso no nos tiene que impedir ver lo buena que ha sido la temporada. Si somos positivos podemos pensar que con perspectiva este último varapalo puede haber sido hasta bueno, aunque suene extraño. El club está en plena construcción y el ascenso podía ser un paso que, pese a que se multiplicaran los ingresos, nos podría equivocar por el esfuerzo económico que exige. La plantilla, en Primera, tendría que reforzarse y eso tiene un precio. Las circunstancias nos han venido así y hay que tomarlo como bueno.Dicho esto, la temporada del entrenador y los jugadores ha sido fabulosa. Se podía mejorar; si, pero fabulosa. Me divierto domingo a domingo, o cuando toque jugar, y hay una comunión entre jugadores y afición que no había visto nunca, así que el balance no puede ser otro que el de una temporada maravillosa.

Hay golpes tan fuertes en la vida… decía en los años treinta César Vallejo, aquel medio volante peruano. Pero ya va siendo hora de, enjugarnos esas lágrimas que no nos dejan ver las estrellas de una temporada emocionante, en la que hemos disfrutado muy por encima de nuestras posibilidades.

Porque ya me dirán si no ha sido una maravilla ver cinco llenos –¡cinco!– en los Campos de Sport, a Cantabria engalanada de verde y blanco y a chicos y chicas (de todas las edades, ojo) enloquecidos con el equipo de su tierruca. Con ese Rock&Roll que nos prometió José Alberto, y vaya si lo hemos tenido.

Y sí, al final no pudimos cantar el 'We are the champions'… todavía. Pero si se mantiene esa unión entre la plantilla, el míster y la afición, igual la próxima temporada, en lugar de perseguirnos la ilusión, somos nosotros los que la alcanzamos.

No hay consuelo para la histórica paparda del domingo. Tampoco antídoto. Solo el paso del tiempo. Hay muchas como la de ayer en el currículo del racinguismo. Crueles puñaladas en el corazón que los que tenemos cierta veteranía recordamos con dolor. Es algo que deben aprender los miles de seguidores jóvenes venidos este año a la llamada al orgullo que nos hizo este equipo

Lo del domingo es la parte dura de ser del Racing. Pero hay otro lado: el que te engancha, el que hemos vivido durante diez meses gracias a una plantilla que nos devolvió la autoestima del viejo Racing tras un decenio durísimo. Y esa faceta, amigos, nos llamará de nuevo. Y acudiremos. Porque a pesar de todo, hemos inflado nuestro amor propio.

El disgusto pasará. Y se superará porque hemos vuelto, porque hemos fortalecido los cimientos de esa vuelta y lo que tiene una base sólida, perdura eternamente. Aúpa Racing.

El peor día en el peor momento. De los pocos en que el equipo no fue reconocible, pero aún así el empate no era injusto. Dicho esto, nada me quita la felicidad que he vivido este año, lo que este equipo ha crecido y la oportunidad que tenemos de seguir creciendo. Hoy más que nunca: 'Racing'. Nunca pensé que iba a llevarnos a esta situación. Gracias infinitas a José Alberto López por todo lo que ha influido en este equipo para que la afición sueñe, viaje, ría, sume.... ¡Qué maravilla de año!

Era un escenario casi imposible. Por eso le sucedió al Racing. En desenlaces tan inverosímiles reside el encanto de este club y su pasión inexplicable. Y dentro de la gran decepción que supone no haber rematado una temporada magnífica, qué quieren que les diga, con lo que hemos soportado durante los últimos doce años, este me parece el trago menos amargo dentro de los amargos.

Todos, no hay excepción posible, hubiéramos firmado meses atrás acariciar el retorno a Primera División, por muy cruel que haya resultado tener que despertarnos de repente. La única lectura, viendo el agarrotamiento colectivo de los dos últimos partidos, es que quizás todavía este no era nuestro momento, que al equipo le falta un punto de madurez que le hará volver a intentarlo con más fuerza el año que viene. Martija, José Alberto, Arana, Íñigo… Ellos, junto con los aficionados, crearon esa ilusión que no se va a cansar de perseguirnos.

Con la gente de casa hay que estar cuando las cosas se ponen feas. Aquí tiene José Alberto un soldado fiel. Llevo 24 años haciendo información del Racing, y con permiso de un genio como Marcelino, digo sin problemas, que es el mejor entrenador que se ha sentado en ese banquillo en tres décadas. Este Racing, a nivel deportivo es todo suyo. Cogió un equipo que iba directo a Primera RFEF y lo ha tenido luchando hasta el último minuto por subir a Primera División. En solo año y medio nos ha hecho recuperar la ilusión, ha conseguido que el Sardinero fuese una fiesta cada fin de semana y ha sabido gestionar a las mil maravillas una plantilla que estaba hecha para conseguir la permanencia.

¡¡¡Qué poca memoria tienen algunos!!!! Hace bien poco la depresión en el racinguismo era total. Hoy el club camina con la cabeza alta por el fútbol profesional y con una masa social llena de chicos y chicas jóvenes orgullosos de ser del equipo de su tierra. ¿Se puede pedir más?. Viva José Alberto.

Que el bajón nos dure «lo que duran dos peces de hielo en un güisqui on the rocks». Porque el tiempo de disfrute que hemos vivido con este equipo merece un recuerdo alejado de frustraciones y tristezas. Los toques mágicos de Vicente, el ímpetu revoltoso de Peque, la bravura de espuma de Mantilla, el incansable empuje de Sainz de la Maza, los remates contundentes de Arana, las carreras de eslalon de Mboula, el dominio aéreo de Germán, el descubrimiento de Mario… y los campos llenos, el rejuvenecimiento de Mauri, la explosión animosa de las peñas o el nuevo propietario que nos ha invitado a expulsar la incredulidad, son buenos motivos para preguntarnos ¿cómo no te voy a querer?, y más con el tortazo que te has dado, que entran ganar de abrazarte, ayudar a levantarte y agradecerte tanta ilusión como has generado. Que eso no nos lo quita nadie.

Lo vivido ayer en La Cerámica deja claro que este Racing no estaba listo para pelear por un ascenso, pero la campaña en su conjunto nos dice que sigue en el proceso de poder estarlo en un futuro tal vez no muy lejano.

Los cimientos son cada vez son más solidos, tanto a nivel deportivo como institucional y social: la nueva propiedad sigue mostrando que hay un proyecto serio; la dirección deportiva trabaja ya para, con la base de este año, mejorar las lagunas que todos detectamos en la plantilla; el cuerpo técnico analiza los aspectos a corregir para afrontar el curso que viene con un objetivo más ambicioso que el marcado para este; y todo sin perder de vista los centenares de niños, niñas y adolescentes que ayer lloraban desconsolados en la grada de Villarreal, una imagen cruel, muy dura, pero que viene a constatar hasta qué punto esta ilusionante campaña ha servido para sembrar buenas dosis de racinguismo a lo largo y ancho del país.

Ahora toca lamerse las heridas, pero con el tiempo valoraremos que esta experiencia curte a jugadores, técnicos e incluso al propio aficionado. Hoy, aunque nos cueste verlo, estamos más preparados que ayer para afrontar el reto de volver a Primera División, y el racinguista, en el fondo, lo sabe. No queda otra que levantarse, como otras tantas veces, aunque al menos en esta ocasión la sensación es que el dolor dentro y fuera del club servirá de impulso para dar un nuevo paso adelante, y eso ya supone una diferencia sustancial con respecto a las últimas temporadas.

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