Un ensayo demasiado largo

El partido entró en ebullición en el minuto uno. Como no había que esperar a nadie el Racing se lo tomó con prisa. Entraron en juego Bustos y Jon Ander para mandar la pelota al larguero tras un paradón de Adrián. Era la primera jugada del partido y el rechace le cayó del cielo a Cejudo para marcar el primero –y el único– a placer. Tenían todos ganas de quitar el frío y los primeros minutos fueron un correcalles. En ese intercambio de golpes fue el Racing el que salió peor parado. Un pase de Pablo Torre se quedó a medias, como a medias se quedó Villapalos en su salida a buscar a Alan que golpeó la pelota sobre el pecho de Figueras y la mala fortuna hizo el resto. Gol en propia meta. No hubo más goles. El Racing si mereció sumar alguno más, en cambio el Alavés se encontró más de lo que propuso.

Rozada dibujó un equipo con cuatro hombres en defensa, tres en el centro del campo con Benktib, Iñigo y Pablo Torre y otra línea con Cejudo, Jon Ander y Bustos. La propuesta ofensiva le dio la pelota y la batuta de un partido que arrancó frenético, pero que perdería el ritmo. Y fue entonces cuando el Racing enseñó la dosis de calidad que tiene; Cejudo se inventó un recorte y una vaselina en el área en una baldosa para rozar el gol y acto seguido el cordobés le puso un balón con tiralíneas a Bustos para que el asturiano le hiciera lucirse a Adrián. Si no es por el portero blanquiazul, el Alavés se hubiera ido con un saco al descanso.

El engranaje racinguista funcionó. Iñigo actuaba de dique, mientras Cejudo y Torre inventaban. La presión alta del equipo asfixiaba al Alavés que se defendía a espasmos. Los vitorianos durante la primera media hora únicamente buscaban defenderse de una presión que les cegaba.

El Racing mostró formas; atacó con criterio por la derecha, filtró pases con un Pablo Torre activo y fue aparcando las dudas en defensa que en un principio le maniataban. A Figueras se le ha encomendado por decreto la siempre difícil misión de sacar la pelota y el tipo está sobradamente preparado para ella, sin embargo peca por exceso. Busca dar el último pase y se pasa de rosca. Eso sí, de cabeza, en el primer saque de esquina que subió a rematar casi la clava.

El primer reparto de actores que puso Rozada en liza fue mejor que su rival. Lo superó en todo. Creo fútbol, fabricó ocasiones y apretó al Alavés hasta el punto de que los vascos se olvidaron de la pelota. Miró siempre para arriba. Iñigo corría de un lado a otro barriendo lo que dejaban sus compañeros de línea. Ojo, el equipo se queda cojo de la banda izquierda. Una lástima porque el potencial de Bustos se desperdicia. No se debe pasar por alto la motivación de Cejudo, el criterio de Ceballos para dosificar las incorporaciones y la presencia de Villapalos y Figueras en el centro de la zaga. Estos dos últimos imponen, pero tendrán que dar lo mejor de sí cuando les encare alguien rápido. Todo ello pertenece al haber del equipo. En el debe figura la falta de orden por momentos, lo de no saber juntar las líneas y como viene siendo habitual, la escasa puntería.

El equipo –a falta de lo que está por venir– tiene su fondo de armario. Hay calidad para cambiar el rumbo del partido y tiene jugadores para tener la pelota, algo que si quiere ascender es una premisa fundamental. Sin embargo no rentabilizar su dominio.

El Racing y Rozada tienen que estar preparados para darle la vuelta a la pizarra cuando empiece la Liga. Vendrán campos y rivales que no les dejen jugar a ninguno de los dos a lo que quieran. Donde ese sistema de dos líneas atacantes con un pivote que se descuelga para defender será atrevido, arriesgado e inútil. Donde si el equipo no se junta sufrirá... Amorrortu y Menéndez lo saben y es por eso que lo que está por venir tiene pinta de correr todo lo que hace falta.

El ensayo de ayer fue más que ensayo. Tras el descanso no hubo cambios ni pruebas. A dos semanas de que arranquen los toros de verdad es ya tiempo de conclusiones.

Sin la pelota el Racing sufre. Lo sabe él y lo saben los rivales, aunque no es fácil quitársela, pero la puede perder. Eso fue lo que le pasó en la segunda mitad en la que Pablo Torre bajó un punto, Cejudo no apareció y Bustos seguía sin dar una nota. A Villapalos se le hacía largo el partido y sólo los errores no forzados le hacían meter una marcha más a un Alavés que empezó a jugar más cómodo. Rozada le dio una vuelta de tuerca a su equipo en el minuto 60. Pasó a jugar con una defensa de tres, con la entrada de Mirapeix en la zaga, y adelantó a Villapalos a una posición de enganche con el centro del campo. Esa permuta, que habrá que trabajarla más, será casi una constante cuando el marcador le obligue al Racing a darse prisa. Necesitará dominarla mejor porque ayer se le vieron las costuras. El partido se descontroló y salió ganando el Alavés que se hizo con la posesión y encerró al Racing en una cueva de la que le costaba salir cada vez más.

Rozada miraba su reloj y miraba a un Jon Ander voluntarioso, pero demasiado lejos de sus compañeros. Acumuló tanta gente en el centro del campo que se estorbaron. El Alavés no cambió nada, y más cuando olió sangre en un Racing débil.

Se le estaba haciendo largo el partido y Rozada dio entrada a Mateo, Simón Pérez y Martín Solar. Mantuvo el orden y le dio la batuta a este último; al menos el protagonismo. A los otros dos les dio la banda, para que la corrieran. De partida, la intención fue buena pero no surtió efecto. Al equipo le urge un futbolista que desatasque los partidos. Necesita jugadores que se fabriquen de la nada algo, que rentabilicen el esfuerzo. Para esto último puede que hayan fichado a Balboa, para forzar el error del contrario.

El paso atrás del equipo en el último cuarto de hora le sumió en un letargo futbolístico. Los errores y las imprecisiones le facilitaron las cosas a un Alavés envalentonado a última hora. Tanto, que el Racing pasó a jugar a la contra casi sin darse cuenta. Hay tiempo para mejorar.