Vergonzosa paparda del Racing

Parecía que lo poco positivo que había traído esta sobrecarga de partidos es que al míster le ha permitido repartir minutos entre quienes menos protagonistas están siendo en la Liga. Sin embargo, la segunda unidad tuvo una actuación paupérrima. Ni Harper ni Carlos Castro ni Isma López ni Mantilla ni Juan Gutiérrez ni Sergio Marcos... Lo van a tener complicado para jugar con ese nivel.

Si para el Racing la clasificación era obligatoria, para el Leioa era una oportunidad. Por eso reservó futbolistas el fin de semana anterior en Liga y por eso salió sin complejos. Que se lo digan al cántabro Luisma, que en cuanto le dejaron un hueco chutó desde su casa en Noja, muy desviado.

El rendimiento verdiblanco no debía diferir demasiado del de el Tolosa, con el que el Leioa había empatado a cero, en casa, el pasado domingo. O eso al menos le debía parecer a Guillermo Fernández Romo, que a los diez minutos ya cambió todo el frente de ataque. Lo más parecido a una ocasión fue Fausto Tienza pasando el arado y llevándose futbolistas por delante, pero el extremeño, el más activo hasta entonces, no encontró el tiro. Si lo hizo posteriormente el leiotarra Yániz, tras una buena combinación del equipo vasco, que desbordó la zaga racinguista. Eso sí, el tiro fue un horror. A la siguiente no falló. Y fue agradecido, porque el regalo de la zaga racinguista fue bien generoso. Se ha visto a alevines meter el pie con más fuerza. 0-1. Y Romo que modifica de nuevo la línea de tres que escolta a Carlos Castro. El Leioa, con el tanto, no solo no se metió atrás a guardar, sino que se fue a por otro. Parera detuvo esta vez el intento de Yániz. Y Estívariz se sacó un zapatazo desde Astrabudúa que se marchó cerca del larguero.

El fútbol es tantas veces injusto. El Racing sabe mucho de eso, pero este miércoles sacó partido. Pese a andar ya bordeando el ridículo, la primera acción de mérito verdiblanca acabó en la jaula. Un centro de Marco Camus desde la izquierda lo cabeceó, listo y oportuno, Manu Justo en el segundo palo. Partido nuevo. A ver si han aprendido la lección.

Pues no. Fueron los de Romo los que parecía que querían guardar algo. Pero mal, porque el Leioa combinaba cómodo en cualquier parte del campo. David Infante despertó el fantasma de su tocayo de apellido, Pablo. Aquel empleado de banca que militaba en un Mirandés modestísimo y mandó a varios equipos en aquella Copa del Rey. También al Racing. Este Infante no marcó. Su durísimo tiro lo repelió Parera a córner. Y el saque de esquina desembocó en un penalti de Harper junto a la línea lateral del área. Luisma se quedó a gusto desde los once metros. 1-2. Y el malagueño, cinco minutos, otra vez lesionado. 'Mamma mía'. Ni que fuese Bruce Harper. Y ojo, que ni los verdiblancos se fueron a por la igualada ni los vascos se metieron en la cueva. Los locales parecían pedir el descanso a gritos. Así que los pitos empezaron a florecer hasta ajardinar el intermedio. En el videomarcador el gol de Cedric en Badajoz parecía otro deporte.

Romo debía estar hasta mosqueado con lo visto. Triple cambio. Harper, Carlos Castro y Ceballos, a la ducha. Álvaro Bustos, Borja Domínguez y Jorrín, al césped. Aún así, el primer acercamiento del segundo tiempo fue para el Leioa. Todo en orden. El Racing, con Fausto Tienza de mediapunta –la antítesis de Pablo Torre–, ahora ya tenía el balón, pero eso no es suficiente.

Luisma paseaba por los Campos de Sport con una superioridad por momentos abusiva. De las botas del cántabro salió un gran pase que dejó solo a Yániz ante Parera. El meta desbarató la opción y salvó a su equipo del ridículo absoluto. En la siguiente acción, el Racing por fin tuvo una tentativa, pero el disparo de Marco Camus se fue al muñeco. Al cuerpo del meta de Unai Llorente.

Sus compañeros están empeñados en que Soko y Cedric no descansen ni en los torneos de futbolín. Este miércoles estaban en el banquillo, sonriendo, pensando que iba a ser su día de asueto. En el minuto 50 salieron a calentar. En el 65 ya estaban en el campo. Pero dio igual. El Racing era incapaz. Estático, sin ideas, sin ambiciones... Media ocasión de Manu Justo que acabó en córner fue lo más esperanzador.

Los verdiblancos quizá podrían poner como excusa que es muy complicado crear oportunidades. Podrían, si no fuese porque el Leioa fabricó una de la nada. Un balón perdido en la frontal del área la enganchó Dwomoh y la estrelló contra el poste izquierdo de la portería de Parera. Sombreros, taconazos, el equipo vasco desnudó y ridiculizó a un Racing que era una caricatura en comparación con el del domingo anterior frente al Deportivo. Un disparo alto de Borja Domínguez desde la frontal fue el último estertor verdiblanco.

De la dignidad del Racing del plante no queda nada. El sonrojo fue de proporciones bíblicas. Una imagen, un sopapo que puede pesar en las piernas, en las cabezas y en el ambiente. Porque el golpe pasa de lo deportivo a lo institucional. Es muy difícil de catalogar.