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El estadounidense Martín Seligman, padre de la psicología positiva, se puso a estudiar la felicidad. Y le pareció buena idea darle una fórmula: F=R+C+V. Una ... cuenta que, aplicada a los Campos de Sport, tiene la 'R', del ya de por sí importante orgullo de ser racinguista, que es un estado de felicidad incluso cuando las cosas no van tan bien;la 'C' corresponde a las circunstancias de la vida, lo que vienen a ser las penurias del pasado y la 'V', la voluntad propia de toda la parroquia verdiblanca de sonreír y no dejar de hacerlo. Pero en el fútbol hay condicionantes que uno no puede controlar. Sí lo de salir mal de inicio y que te enchufen un gol por despiste. A partir de ahí, demasiadas cosas dependen de terceros y es probable que esos ingredientes transformen la pócima de la felicidad en la de la frustración. Que si el oficio del rival; que si el árbitro; que si el césped; que si la mala suerte; que si las prisas; que si las cosas no salen... Segunda derrota consecutiva, esta en casa y ante un Cartagena en descenso. Tiempo para reflexionar y corregir.
La pizarra de José Alberto no es tan compleja como la de Sheldon Cooper, porque el míster tiene las cosas bastante claras, pero trajo algunas novedades, más allá de la esperada entrada Arana en la delantera. Por ejemplo, la titularidad de Germán Sánchez, junto a Pol Moreno, en el centro de la zaga. Rubén Alves se fue al banquillo. La entrada del andaluz, una medida contra el potencial aéreo de Ortuño y el Cartagena. Mientras tanto, el míster cambió de registro también en el doble pivote e Iván Morante, en busca de más pie y menos músculo, sustituyó a Aritz Aldasoro.
Racing
Ezkieta, Dani Fernández (Marco Sangalli, min. 60), Saúl (Mario García, min. 73), Germán Sánchez, Pol Moreno (Aldasoro, min. 80), Íñigo, Iván Morante, Andrés Martín (Jeremy, min. 60), Peque, Íñigo Vicente y Arana (Baturina, min. 46).
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Cartagena
Marc Martínez, Alcalá, Gonzalo Verdú, Andy (Arnau Ortiz, min. 64), Ortuño (Lautaro, min. 64), Narváez (Jony Álamo, min. 72) , Fontán, Calero, Musto, Jairo (Mikel Rico, min. 64) y Alarcón (Kiko Olivas, min. 86).
Equipo arbitral Fuentes Molina, del Comité Valenciano. Asistido en las bandas por Jiménez Yustos (Balear) y Martínez Caballero (Valenciano). Cuarto:Pérez Hernández (Madrileño); VAR:Sagués Oscoz (Vasco) y AVAR:Orellana Cid (Andaluz).
Goles 0-1, min. 5: Ortuño. 0-2, min 96: Kiko Olivas
Amonestaciones Amarilla a los locales Peque, Mario García y Dani Fernández y a los visitantes Narváez, Fontán y Alarcón. También al entrenador local, José Alberto. Roja directa al verdiblanco Iván Morante y Andrés Martín.
Incidencias Campos de Sport de El Sardinero. Tarde soleada y agradable. Césped en irregular estado. 14.257 espectadores.
Pero, mira por donde, en el minuto 5, Ortuño no marcó con la cabeza, sino con el tobillo. Porque si uno no está atento, ya sea en clase de álgebra o en un partido de fútbol, acaba teniendo problemas. El equipo cántabro sesteó en la última fila y el Cartagena, como de paseo por El Sardinero, se puso por delante.
A un Racing de ideas poco fluidas –además de que el césped tampoco estaba para muchas historias– se le puso delante un muro amarillo. La renta era deliciosa para un Cartagena que empezó a tirar también del otro fútbol. El equipo cántabro se encomendó al talento y, tras mucho bordear el balón el área, Peque encontró un hueco para disparar. La pelota se marchó cerca del poste, pero por fuera. Llevaba un cuarto de hora el partido y José Alberto mandó a calentar a Roko Baturina. Arana se había hecho daño un rato antes, al presionar un despeje de la defensa murciana.
Otra fórmula de la felicidad racinguista puede llevar como ingredientes a Peque, Andrés Martín e Íñigo Vicente. Los trescuartistas verdiblancos, aún más móviles que de costumbre, tomaron el mando de las operaciones. Y, a regañadientes, comenzaron a salir cositas. Faltaba un factor en la ecuación para llegar al resultado del gol.
El árbitro, que regaló unas tarjetas a dos aficionados verdiblancos antes del partido, se debió quedar sin cartulinas rojas. Al menos, a Alarcón se la perdonó. Después de haber sido amonestado en el primer minuto del encuentro, en un balón dividido dejó la plancha y se la tatuó a Saúl García en la espinilla. Nada. Bueno, sí, caramelito de limón para José Alberto por pedir.
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Entre frustración y frustración racinguista, a Narváez le faltaron un par de centímetros de altura o un tupé para haber hecho el segundo en boca de gol. Ahora sí, la 'VPA' del Racing logró meter en canción a Arana. El canario recibió, tras un buen movimiento, se zafó de dos defensas, pero su disparo lo sacó el exportero del Racing B, Marc Martínez, con las piernas. Para eso están los arqueros, dicen, ¿no? Debe ser, porque, acto seguido, a Narváez le pusieron una alfombra para llegar hasta el área racinguista, pero Ezkieta, a pecho descubierto, desbarató el mano a mano. Con qué poco estaba haciendo daño el Cartagena.
Peque, que andaba caliente, puso de nuevo al árbitro en la tesitura de sacar la de fresa, tras una dura entrada posterior a una falta señalada a favor del equipo cántabro. Efectivamente, se quedó con la amarilla. El listón ya estaba puesto ahí hace un rato. En el saque a balón parado, Íñigo Vicente tiró de genialidad para dejar a Arana solo ante Marc Martínez, pero el delantero, forzado, volvió a salir derrotado por el meta.
Lo de poner a Pol Moreno y Germán Sánchez juntos por aquello del juego aéreo tiene su contraprestación: la velocidad. Entre eso, y que Dani Fernández ayer no andaba fino, Narváez les volvió a pillar en paños menores. A Ezkieta le estaban haciendo trabajar más sus compañeros que el rival.
Hay quien no necesita del corsé exacto de las matemáticas para llegar al resultado correcto. Íñigo Vicente es más de hechos que de teorías. El vasco se zafó de un rival con un regate genial y le puso un balón casi mejor a Arana. El canario cayó en el área. El árbitro, que nada. Y el ambiente, más caliente todavía. Descanso. A masticar el mosqueo en el vestuario.
No iba a tardar en producirse el redebut de Roko Baturina como futbolista verdiblanco. El croata sustituyó al tocado Arana en la delantera. Le seguía costando a los verdiblancos llevar peligro a la portería rival. Siete minutos tardó Andrés Martín en cabecear, desviado, un centro de Íñigo Sainz-Maza.
Y llegó el minuto 57, y allí no pasaba nada. Así que el míster llamó a Jeremy y a Marco Sangalli. El canterano y el vasco suplieron a Andrés Martín y Dani Fernández. Pero la frustración no hacía más que crecer y crecer. Cuando no era alguna decisión arbitral, era el Cartagena perdiendo tiempo y, cuando no, la incapacidad propia. Minuto 65, y sin rastro de una remontada.
La verdad es que, en lo que iba de segunda mitad, podríamos disertar aquí sobre el cambio climático o podría haber salido Sebastián Ceria a dar una conferencia sobre matemáticas y emprendimiento, porque apenas pasó nada. Hubo que esperar hasta el minuto 70. Ahí, después evitar a 156 rivales en la frontal del área, al fin, disparo. Fuera, pero disparo. El tiro de Íñigo Vicente se marchó cerca del poste derecho. El resto... Los zagueros se debieron marchar con el cuerpo lleno de balonazos marcados.
Otra vez, José Alberto optó por la entrada de Mario García, por Saúl, en el lateral izquierdo. Pero lo que iba a poner definitivamente en contra el partido iba a suceder en el mismo lugar donde se produjo la sustitución, poco después. Ahora sí llevaba Fuentes Molina la roja en el bolsillo. Iván Morante realizó una dura entrada sobre Arnau Ortiz para cortar su avance y el colegiado le mostró la roja directa. Que sí, que podría serlo. Pero más aún la segunda de Alarcón en la primera mitad.
El Cartagena debía ver tan frustrado al Racing que, pese a la superioridad numérica, optó por seguir como estaba. Cerradito atrás. A guardar la renta. José Alberto gastó su última sustitución metiendo a Aldasoro por Pol Moreno. Y retrasó a Íñigo Sainz-Maza a la línea de atrás para realizar labores de iniciación.
El equipo cántabro apretó al cuadro murciano, pero fue un embotellamiento 'slow'. Sin la intensidad necesaria. Con escasa fe. Pasaban más cosas en el banquillo. Alarcón, el que se libró de la expulsión, se hizo el muerto justo cuando le iban a sustituir ante la permisividad, una vez más, del colegiado. Y Andrés Martín, que con las pulsaciones arriba no tiene filtro, protestó al cuarto, este se chivó y el extremo verdiblanco acabó enfriando el calentón en la ducha. Justa o no, el árbitro y sus compañeros dieron un auténtico recital.
Mientras tanto, el fútbol. O lo que quedaba de él. Un centro peligroso de Íñigo Vicente lo sacó en el área pequeña Gonzalo Verdú. Y una volea desesperada de Aldasoro se marchó a las manos de Marc Martínez. Seis minutos de añadido. Y luego, las cosas del fútbol moderno. Dónde quedaron aquellos partidos en los ochenta y noventa –allí estaba Faizulin en el palco–, en los que el equipo que iba por detrás en los últimos minutos acosaba con centros al área al enemigo. Ahora parece balonmano. La última fue un córner. Ezkieta se fue al remate. El navarro estuvo a punto de tocar el balón. Y, aunque le dio tiempo a llegar hasta su portería, no a sus compañeros. El Cartagena, en un casi todos contra uno, hizo el segundo por medio de Kiko Olivas. Por aquello de engordar el sentimiento de impotencia.
Una derrota que duele más de lo que supone en lo clasificatorio. Por haberse producido en casa, pero, sobre todo, por esa frustración que cambió por completo la fórmula. Después de rumiar la derrota un rato sobre el césped, José Alberto lanzó con rabia una de las botellas de su altar particular. Caerse y levantarse. Ya saben, racinguismo en estado puro. Y la felicidad, que no se pierda.
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