Silencio absoluto en torno a Ania

El director deportivo racinguista, Chuti Molina, tiene una papeleta complicada por delante. Las dudas del racinguismo están empezando a salpicar también a su labor como confeccionador de la plantilla y si Ania tiene suficientes mimbres como para dar un golpe de timón. De momento, las mayores críticas, el pasado domingo en los Campos de Sport, fueron contra los jugadores. La Gradona, al término del encuentro, pidió más intensidad y actitud a sus futbolistas.

Destituir al entrenador puede no ser una solución, pero sí que puede hacer ver al entorno que se buscan soluciones a la situación del equipo verdiblanco. Eso sí, también supondrá contratiempos a nivel económico. En caso de despido, el club intentaría llegar a un acuerdo con el técnico, al que tendría que indemnizar por los meses que le restan de contrato hasta el próximo 30 de junio. Además, habría que cargar a las cuentas del club el salario de su sustituto. Y todo ello repercutiría en el presupuesto de algo más de 300.000 euros que maneja Molina para salir al mercado de fichajes en enero y remozar una plantilla que, a día de hoy, no ha demostrado ser suficiente para lograr la permanencia en Segunda División.

Por esos motivos económicos, la última decisión tampoco será del director deportivo racinguista. Deberían ser los propietarios del club, Alfredo Pérez -presidente- y Pedro Ortiz -vicepresidente- quienes pongan el pulgar hacia arriba o hacia abajo cuando se estudie el futuro del entrenador asturiano. Desde su llegada, han apostado por delegar la faceta deportiva en Molina, pero está claro que su inversión ha sido importante y se juegan mucho en caso de un nuevo descenso a Segunda División B.

Además, una decisión abrupta puede ser buena o todo lo contrario en el ambiente. Al fin y al cabo, es un reconocimiento explícito de que las cosas no van bien. Puede ser un punto de inflexión o un agravante más. Y esa es otra de las circunstancias que deben valorar los gestores a la hora de tomar decisiones.

El sábado, tras el empate frente al Deportivo, Iván Ania echó balones fuera con respecto a su continuidad en el puesto. «Eso es lo que menos me importa ahora mismo. Lo que me importa es que teníamos un partido ganado y se nos fue. No sé realmente qué puede suceder, pero yo estoy tranquilo, confío en mi trabajo y en los jugadores. Sé que vamos a conseguir el objetivo, pero necesitamos ganar un partido para que nos genere confianza», afirmó el asturiano ante los medios de comunicación en rueda de prensa.

Si finalmente no deciden mover ficha esta semana con respecto al cargo del técnico, en el Racing pueden jugar con la carta de que el próximo partido será lejos de los Campos de Sport, algo que minimiza la presión ambiental, pese a que, a buen seguro, habrá una buena cantidad de aficionados verdiblancos en el estadio de Santo Domingo -sábado, 18.00 horas-, en Alcorcón. Pero si hay críticas y reproches, serán menores que si el resultado del choque fuese negativo y en El Sardinero. Eso sí, el duelo frente al cuadro madrileño será una primera final para el asturiano.

Una victoria contra el Alcorcón daría oxígeno al técnico. Sin embargo, todo lo que no sea conseguir los tres puntos agravaría la situación. O hay destitución esa semana o, por el contrario, el ambiente en los Campos de Sport en el siguiente choque, frente a priori un rival directo como la Ponferradina, podría estar más que enrarecido. Hostil. Porque la paciencia se agota.

Ania ha conseguido 11 puntos de los 39 disputados hacia el momento. Muchos se han quedado por el camino, después de que el Racing se pusiese por delante y dilapidase su ventaja tanto en los últimos minutos como en otros momentos -así sucedió el sábado frente al Deportivo-. Y aunque el equipo verdiblanco ha perdido cuatro encuentros -menos, por ejemplo, que el Huesca y el Albacete, tercer y cuarto clasificados, respectivamente, y los mismos que el segundo, el Fuenlabrada-. Sin embargo, la consecución de un único triunfo condenan al equipo cántabro a los puestos de descenso que actualmente ocupa. Eso es lo que está minando la confianza de la parroquia verdiblanca en el entrenador.

El técnico ya ha intentado varios cambios de estilo o en las alineaciones, sin demasiado éxito. Tiene poco margen de maniobra. Por eso, parece que la única medicina que puede mitigar la ansiedad racinguista son las victorias. El problema que tiene el entrenador asturiano es encontrar la manera de conseguirlas.