La soledad del delantero centro
Sin apoyos. ·
Cedric se pasó el partido buscando el balón, trabajando en la presión y ayudando en defensa, pero sin el respaldo de sus compañerosSecciones
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Sin apoyos. ·
Cedric se pasó el partido buscando el balón, trabajando en la presión y ayudando en defensa, pero sin el respaldo de sus compañerosMucho se habla de la soledad del guardameta, pero ¿qué pasa con los arietes hambrientos de gol cuando su equipo parece estar a otra cosa? Era evidente que nadie quería jugar ayer en Tudela; al menos, entre los racinguistas. Nadie... Excepto Cedric. Y es que los partidos de trámite sólo sirven para dejarse ver... O para engrosar las estadísticas. Y el nigeriano estaba a sólo tres goles del Trofeo Pichichi, ese sueño húmedo de todo delantero. Pero el gol, por mucho que siempre se personalice en los especialistas, suele ser resultado de un esfuerzo colectivo. Sin un equipo entero construyendo, poco puede hacer un goleador. Si acaso, imitar a Cristóbal Colón cuando escribió en su cuaderno de bitácora aquello de «Toda la noche oímos pasar pájaros». Pese a su ambición y esfuerzo, lo que oyó volar Cedric serían aves lejanas, inalcanzables y esféricas: esos balones a los que es imposible llegar. El primero, casi nada más arrancar, se lo colgaría Soko. Aire. No lo tocó, sino que lo vio pasar sobre su cabeza, como quien mira una estrella fugaz. De lado a lado, pero inalcanzable.
Luego, desde la otra banda, nadie fue capaz de ponerlo en condiciones favorables para el remate. El ariete, al ver alejarse el juego del área, abrió los brazos y se lamentó amargamente: aquel no era el mejor camino para lograr esa tarde el pichichi. Y eso que aún no sospechaba todo lo que le venía por delante. Que llegaría, claro: la indolencia, los goles del Tudelano, el dejar hacer, el no meter la pierna, no quiera el diablo que... En fin, lo habitual en los partidos sin nada en juego.
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Y eso que Cedric, harto de esperar en lontananza, se pasó el encuentro buscando el balón. Trabajando en la presión, ayudando en defensa, bajando hasta donde hiciera falta. Pero para nada: de poco sirve saltar más que nadie en los saques de esquina, cuando el balón pasa un metro por encima. O tocar casi todos los saques en largo, si no tienes compañeros cerca. Además, para una vez que se llevó el balón, el árbitro le señaló mano.
En la reanudación, Jack Harper le acompaña en punta, pero no arregla nada: en alguna ocasión, llegarán a estorbarse en el área. El equipo, por vergüenza torera, parece mirar más hacia la portería contraria, tampoco acaban de llegar ocasiones claras para el ariete, que seguiría a lo suyo: presionando al portero y al último defensa, aunque sin obtener muchos resultados. Casi cinco minutos pasarán hasta que le llegue el primer balón más o menos franco, en un pase al espacio de Marco Camus. Pero, cuando iba a controlar sobre la frontal, el lateral le robaría la cartera, llegando desde atrás. Ni córner. De nuevo, Cedric miraría al cielo, lamentándose. Otro balón que pasaba cerca, pero sin poder tocarlo.
Los balones seguían volando sobre su cabeza, como satélites en órbita. Unai Medina no era capaz de ajustar la altura en los centros, ni tampoco Sergio Marcos, que le buscó en carrera entre los defensas. Cedric, eso sí, cada vez que le buscaban lo agradecía con un gesto. Hasta que llegó su gran ocasión. Probablemente en fuera de juego, su interior le puso el balón en el punto de penalti, y botando. Un caramelito... Pero a la pierna mala. En el intento de control, se le echaría encima el central.
Ni siquiera con la entrada de Torre mejoraría: le buscó en su primer balón, pero el linier levantó la bandera. Con el dedo, Cedric le dijo que se equivocaba. Pero ya le había entrado la risa floja. De ahí al final, se hartaría de pedirla, de correr y de presionar, pero todo en balde. Y, para coronarla, una amarilla; ya en el descuento, el lateral Iván López se le adelantó en un balón largo. Cedric solo llegó al tobillo. Aún así, el delantero se fue con una sonrisa; es lo que tiene traer los deberes hechos de casa. Eso sí, como no le apunten en su cuenta los dos tantos que la Federación asignará de oficio al Racing en su no-partido contra el Extremadura, va a resultar casi imposible que alcance a Quiles en la carrera por el Pichichi.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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