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«Madre mía. Por momentos me he visto corriendo por la banda con Marcelino gritándome en la oreja». Suspira. Se ríe y arquea las cejas en señal de extrañeza. «Vaya ambientazo». A Óscar Serrano (Blanes, 1981) se le iban los pies solos el sábado en ... la grada de El Sardinero. El catalán vio el partido del Racing-Burgos como un aficionado más desde un box del estadio. Pero no era un aficionado más. Ni mucho menos. El extremo puede presumir de haber sido protagonista de la mejor época del Racing en su historia. La clasificación para la UEFA, las semifinales de Copa del Rey, el Parque de los Príncipes... Jugó en el Racing de 2005 a 2011 y lo mejor de su trayectoria futbolística le cogió de verdiblanco. «Aquí he vivido los mejores años de mi vida. Esta es mi casa. Pero (vuelve a suspirar), es que lo que he visto este sábado me ha parecido increíble. ¡Qué emoción, qué intensidad, todo el campo botando... Ver para creer!», confiesa Serrano. No es sospechoso. Estuvo en el 'prao' cuando el Racing tocó el cielo, pero lo de ahora ... «es otra cosa». Serrano echa la cinta atrás 16 años. En 2008, El Sardinero bailaba el Chiki-chiki y la grada se ponía en pie. «Era una fiesta. Pero de verdad, lo que he visto este sábado va más allá y me alegro una barbaridad», admite.
A escasos metros del catalán siguió el partido Jon Ander (Vitoria, 1990). «Ya cuando me dijo mi mujer que no sabía si conseguiría entradas me imaginé lo que iba a ver», señala el exdelantero del club, que vistió la camiseta racinguista de 2018 a 2021 y fue artífice del ascenso a Segunda en aquel partido de Son Malferit. «Pero, qué va. Me he quedado alucinado. No me puedo quejar, porque he vivido días increíbles en este campo, pero ojalá hubiéramos vivido algo así. Me alegro y me emociona».
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Los dos futbolistas representan dos de las últimas alegrías que ha vivido el racinguismo; una, sin que comenzase la época negra del club. Antes de morder el polvo. La otra, en medio de su travesía por el averno y cuya hazaña hizo albergar la esperanza. Los dos rebobinan y recuerdan lo que vivieron. Ambos, sin excepción, coinciden. «Lo de ahora es algo que no tiene comparación».
A Serrano no se le quita de la cara una sonrisa nostálgica. Es como si recordase sin querer. Le sale solo. «Desde la grada se ve el fútbol muy bien y lo que he visto es esa intensidad con la que juega el equipo; aprietan todos, van como motos... Es un poco como éramos nosotros», confiesa. Desde luego parecerse a aquel equipo que acabó sexto en Primera División no es mal síntoma. «Se ven muchas cosas», añade el catalán. «Al míster no le conozco personalmente, pero le vi con la intensidad y la fuerza con la que vivió el partido y de todos los entrenadores que he tenido... Solo me recuerda a uno». Vuelve a sonreír. Esta vez le apoya Jon Ander, que hasta en eso coincide con su colega racinguista. «Eso es verdad, Iván Ania también era igual de intenso». Entre asturianos anda el juego. Sin embargo, el vasco reconoce que lo de ahora es otra historia. «Este Racing tiene un extra; juega vertical, muy dinámico y con la defensa tan adelantada que... No hay nada que se le parezca». El exdelantero racinguista vivió sus «mejores años en Santander» y reconoce que en aquella etapa ser del Racing aún daba «un plus allá donde ibas, te daba un respeto y quien venía aquí también se le veía que el campo, la afición... Imponían respeto». Pero todo eso que disfrutó se queda pequeño. «Ahora todo es una apisonadora. Vimos el partido cerca de la afición del Burgos y la vimos empezar y cómo se fue apagando... El estadio ahora mismo se come al que sea», señala Jon Ander.
Serrano también compara y una vez más cualquier tiempo pasado resulta peor cuando se mide con esta locura. «Es que no solo es una zona del campo, es toda la grada la que se pone de pie, chilla, anima... Eso no lo he vivido yo en Primera», insiste el catalán, que obviamente rescata de su memoria «aquellos partidos ante el Getafe en la Copa del Rey, los del Athletic y cuando venían los grandes, pero es que esto es todos los días». El Racing es como un estreno cinematográfico «que vas a buscar entradas y no hay, es como si este equipo estrenase todos las semanas», subraya Jon Ander. El vitoriano trata de hacer memoria y en sus tres años de racinguista sí que vivió alguna fiesta «solo parecida» a la del sábado. «Fue ante el Betis en la Copa del Rey. Habría unos 18.000 espectadores y se puede parecer, pero por encima. Por decir algo».
Los dos se alegran y coinciden en que «era algo que estaba por llegar, era cuestión de tiempo», admite Jon Ander. «En Santander se vive el fútbol de un modo pasional; lo bueno y lo malo. Por eso es difícil que la gente dejase al equipo. Todo lo contrario, se han hecho más fuertes».
«Con esta afición y este ambiente, todo es posible», sentencia Jon Ander, que se atreve a decir que «cuando un equipo va así, Ezkieta parece Oliver Khan e Íñigo Vicente, Maradona. Todo va de cara». El exdelantero confiesa que al acabar el partido habló con Pablo Torre y el de Soto de la Marina se sinceró: «Envidia sana, nos dijimos los dos». Como Serrano, a quien no le hubiera importado bajar al 'prao' y echarse una carrera. «Todo el mundo quiere participar con un ambiente así. Todos salen enchufados y con ganas de agradar». Con esto del fútbol moderno, un extremo de la antigua escuela, ¿tendría sitio en este Racing? «Ahora mismo, tal y como van... Habría que correr mucho», explica el de Blanes.
Los dos rieron en Santander. Y mucho. Y los dos lloraron con la eliminación copera, los descensos... A ambos se les quebró la rodilla y sufrieron la cara fea del fútbol en forma de la dichosa lesión del cruzado. Sin embargo, los dos quedaron prendados del racinguismo y por eso a ellos también les persigue una ilusión desde entonces.
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