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La infancia siempre es un puñado de recuerdos en el patio del colegio y en aquella pista en donde las porterías nunca tenían redes. En el recreo se jugaba al fútbol compartiendo la cancha con los que juegan a 'pescar', al pañuelito o a ... la comba. En esa pista, el que marcaba gol repetía. Los buenos no dejaban de jugar y los que perdían... a la banda. Allí los sueños no terminan con el timbre para volver a clase sino que continúan mientras el profesor escribe en la pizarra. La mente navega. Se evade. Tarde de bocadillo y a correr. Y a saltar. Y a lo que toque. Porque cuando no tienes límite todo vale. Nada asusta. Allí, corriendo en el tartán de una pista de atletismo o saltando un listón cada vez más alto se entremezclaron las historias de Álvaro Mantilla y Mario García. Camiseta de tirantes y zapatillas con clavos. ¿Quién les iba a decir que un asturiano, años más tarde, tendría la varita mágica para decidir quién de ellos toca hoy el cielo? El que quiera José Alberto se queda y el otro... a la banda. Como en el recreo del cole. Caprichos del destino. Uno de ellos será hoy el lateral izquierdo del Racing en el partido más importante hasta ahora de la Liga (El Toralin, 18.30 horas), ante la Ponferradina. De amigos a enemigos íntimos. Es lo que tiene el fútbol.
El lateral izquierdo es un puesto maldito en el Racing. Un agujero negro. En la última década han pasado más de veinte aspirantes. Centrales reconvertidos, cedidos, traspasados, canteranos, argentinos... Ninguno se quedó. Hoy a Ponferrada el equipo llega sin Saúl, lesionado (el último el llegar), sin Satrústegui, con rotura de fibras (el último en reconvertirse) y con muchas dudas. Y la solución está entre dos amigos de la infancia que soñaron en ser atletas juntos, que luego se siguieron la pista en el Bansander, que se despistaron uno al Laredo y otro al Perines, que sus familias lo compartieron todo, que incluso el padre de uno le regaló las primeras botas de fútbol al otro y que esta semana se han mandado más de un mensaje por teléfono. «¿Cómo estás?». «Y, ¿tú?» El fútbol es así de caprichoso. No faltará nadie en la grada para verlo. Tan solo el padre del primero, de Manti, que estará más arriba. Mucho más arriba. Pero tampoco se lo perderá porque, en parte, es tan culpable como ellos.
Esta es una de las historias de esas que no se ve en un partido tan importante como el de hoy. En verano, Mantilla deshojaba la margarita sin saber su destino y corriendo a toda prisa por arreglar el hombro que se volvió a romper en Lezama, mientras que Mario estrenaba taquilla en La Albericia después de dejar el Perines. Con dudas por saber si se amoldaría a esa estructura tan profesional. «Papá, que me lavan las botas y todo. Y me dejan la ropa preparada. No tengo que llevar nada», decía el chaval a su padre en sus primeros días de verdiblanco. Hoy, saldrán en la tele. Uno de ellos le quitará el puesto al otro.
La otra historia es que el Racing no puede perder. Pero tampoco la Ponferradina. Ambos comparten -hoy la cosa va de compartir- el puesto que manda a uno al descenso y al otro a la permanencia. El partido de hoy, que duda cabe, puede marcar el destino de los dos. El que gane se escapará del fuego y dejará al otro quemándose. Habrá ambiente, frío y nervios. Y en la libreta de José Alberto algunas incertidumbres. «Manejo dos dudas», decía el viernes el asturiano. La del dichoso lateral izquierdo y la otra... Probablemente, la del perfil derecho del centro de la defensa, donde los errores reiterados de Germán Sánchez le puede abrir la puerta de la titularidad a Pol Moreno. El resto del equipo parece que no ofrece mayor debate salvo sorpresa. Repiten Miquel Parera, con Dani Fernández y Rubén Alves en defensa. Este último se ha recuperado de un esguince de tobillo que le mandó a la ducha ante el Tenerife. En el centro del campo, regresa Juergen Elitim, quien por fin ve la luz al final del túnel. Ocupará el centro del campo con Íñigo Sainz-Maza, con Aldasoro sancionado y Fausto Tienza en la recámara desde que José Alberto llegase al banquillo. El extremeño no encaja en su libreta.
En el ataque del equipo, Jorge Pombo, Íñigo Vicente, Mboula y Matheus Aiás serán los elegidos. Los dos primeros no tienen rival para arrebatarle el puesto ni hoy en Ponferrada ni en otro escenario. El tercero tiene a Sangalli y a Yeray, pero el vasco ha entrenado toda la semana por la izquierda y el canterano aún tiene que crecer. Los del tridente se han convertido en los diferentes del equipo y el mercado de invierno tampoco ha traído a nadie que se parezca a ellos. No hay debate. Y en cuanto al delantero, que hoy viajará en el autobús con otros tres compañeros -competidores- de posición tras la incorporación de Roko Baturina, Matheus salva el tipo por pundonor, que no por goles. Aiás lo hace casi todo bien, menos lo de marcar, que es lo primero que se le pide. Precisamente, Baturina será otra de las incógnitas. Es un desconocido y un futbolista que ha llegado con ese cartel tan ingrato de no convencer a nadie. Sin embargo, esa misma virtud le puede servir de extra de motivación. ¿Quién sabe?
Al autobús ayer se subieron 23 jugadores. Los del filial, atrás, en los asientos libres. El resto, cada uno a su sitio asignado. El del Racing llegó anoche a Ponferrada. Hoy, paseo por la mañana entre el frío del Bierzo y a velar armas. Y hoy llegarán los tres que han llenado los peñistas de la San José, Nukleo y Zalo. El Toralín tendrá una esquina verdiblanca, con los cerca de 800 racinguistas que se espera agiten las bufandas en Ponferrada. Todos viajan cruzando los dedos, porque la 'Ponfe' siempre trae malos recuerdos. Allí, en 2013 un gol en el minuto 87 de los leoneses terminó de neutralizar una renta de 0 a 2 de los santanderinos y dejó vista para sentencia el descenso a Segunda B -luego, el descenso administrativo del Guadalajara le dio una segunda oportunidad también desaprovechada-.
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Sergio Herrero
Y lo mismo le ocurrió, esta vez en El Sardinero, cuando la Ponfe, que apenas se jugaba nada, le ganó 0-1 y mandó, casi de forma definitiva, al equipo dirigido por Pedro Munitis, incapaz de llevarse el triunfo, a un cruel regreso al pozo.
En definitiva, el partido de hoy está condenado a ser recordado. Sea como fuere, lo será. Si el Racing lo pierde, será señalado como el principio de un mal sueño. En cambio, si lo gana será el punto de apoyo en el que se apoyaron los de José Alberto para mirar para arriba. Es lo que tienen las fechas señaladas y la de hoy es una. Ahora, los que lo recordarán siempre, pase lo que pase, serán Mantilla y Mario. Para ellos siempre será el único partido -quizás el primero, porque les puede pasar más veces- que el uno no quería que jugase el otro. Ahora bien, en la libreta de José Alberto lo mismo hay cabida para los dos. Si el partido se pone rebelde, si se desequilibra, si surgen contratiempos... ¿Puede alguien asegurar que después de no compartir todo en la vida no puedan compartir hoy minutos? Uno por cada banda. Todo es posible. En aquella pista de atletismo de la infancia, los sueños corrían más que ellos y no han dejado de hacerlo hasta Ponferrada. Anoche descansaron para disfrutar. Lo de hoy no se lo pueden perder
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