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«No, no pido perdón ¿Para qué? Si me va a perdonar porque ya no le importa». Las palabras pertenecen a una canción de JoaquínSabina que resumen mejor que nada el peligro de la indiferencia en el amor. Hay quien dice que la envidia y ... el egoísmo, y los hay que señalan a los celos, pero la experiencia dice que todos estos tienen cura. Ahora bien la indiferencia... Si se empeña en aparecer no tiene vuelta atrás. El Racing corre peligro de ser tan incauto que se autogenere la indiferencia a base de torpeza tras torpeza. Si un equipo es incapaz de ganar más de ocho partidos en dos años se lo pone muy fácil a un seguidor de a pie para que le mande a freír espárragos. Con tantos disgustos corre el riesgo de que lo que le pase no le importe a nadie y eso, realmente, es lo preocupante. Solabarrieta –en su segunda oportunidad al frente– y los jugadores tienen hoy una obligación de solventar cuanto antes el último de los disgustos para que a quien le duela, le siga doliendo el Racing.
Los más optimistas señalarán hoy (17.00 horas) al frío, a ese temporal inédito como el culpable de que pudiendo haber en las gradas de El Sardinero más de 4.000 espectadores después de un año sin poder acudir al estadio, no vayan más de 2.500. Poco más. Nadie querrá pensar que su Racing ya no le hace sentir mariposas en el estómago, pese a que después de tantos improperios –el último, el pasado domingo al caer por 4 a 1 en Zubieta– el Amorebieta, el rival de esta tarde, les parezca un enemigo atemorizador. Los vizcaínos no son más que un buen equipo de Segunda B, que lo está haciendo mucho mejor que un Racing que transmite muy poca confianza y le hace tener miedo a cualquiera. El primero en entender esto último aunque de golpe ha sido el propio Solabarrieta, que después de salir vilipendiado ante la RealSociedad B en su debut, hoy se atrincherará tras la defensa de tres centrales y dos carrileros con la que Rozada hubiera salido airoso –o no, quién sabe– de no haberse guiado por sus preferencias. El técnico vasco nada más cambiar el chándal de los juveniles del Alavés por el del Racing decidió en su debut volver al plan de pretemporada y hoy regresará al esquema con el que el Racing, sin ser brillante, al menos no daba disgustos.
El joven entrenador pondrá por delante de Iván Crespo a Bernardo Matic, Óscar Gil y Jordi Figueras. A los tres a la vez; juntos han sido solventes, pero por separado –no importa qué combinación– han dado el cante. La lentitud y permisividad tan evidente que han demostrado en los últimos partidos le ha hecho recapacitar al de Ondarroa y ponerlos haciendo piña. El resto de las decisiones que tomará van por jugar con Bustos y Ceballos por las bandas; Íñigo Sainz-Maza y Alberto Villapalos en el doble pivote y por fin –de no ser así sería preocupante–, Pablo Torre y Álvaro Cejudo juntos. En otras palabras, que los dos mejores futbolistas del equipo no jueguen a la vez y en casa en un partido de máxima importancia sería, ya no un error, si no una llamada al orden. A ese hipotético equipo le faltaría un delantero que, realmente con el rendimiento que han demostrado cualquiera de los cuatro... Podían echárselo a suertes. A tenor de lo entrenado, Jon Ander parte con cierta ventaja, pero bien es cierto que cualquiera de los otros tres, incluyendo Javi Siverio, pueden ser titulares hoy en El Sardinero.
¿Qué supone este planteamiento? Lo primero, que Solabarrieta no quiere arriesgar más que lo estrictamente necesario. Lo de Zubieta le enseñó el camino y la importancia de lo que es dirigir al Racing, y lo aconsejable que es dar marcha atrás cuando algo no funciona. Parapetarse en defensa para sentirse más cómodo puede ser el primer paso de una adaptación obligada. Mientras el equipo no sea incisivo, atrevido y protagonista, qué menos que no sea vulnerable ¡Basta ya de disgustos! Se juega la jornada once y aún no se sabe cómo ni a qué juega el Racing, así que hoy puede ser un buen día para reconocer que no importa empezar el equipo por atrás.
El Racing en ocho partidos ha jugado con cinco dibujos diferentes, ha destituido un entrenador contratado para el futuro y ha acumulado tantos fiascos que le mete el miedo en el cuerpo hasta el Amorebieta –con el respeto que se merece y se ha ganado–.
Todo parece extraño. Esta temporada han llegado al equipo jugadores con galones y horas de vuelo en la categoría – y superior– y sin embargo sienten pánico y excesiva presión. La ansiedad les maniata. Arquean las cejas cuando se les atiza y se les afea un empate en Gobela con un futbolista menos, una eliminación copera en Mutilva o que se empate ante el Laredo ¿Sabrán algunos de ellos dónde han venido? ¡Y todo esto sin un alma en las gradas! Sin un Sardinero sumido en el murmullo cuando el equipo falla. Sin un grito o una crítica más alta que otra. Ya va siendo hora que los jugadores «aparezcan». Fue Rozada el que apuntó en varias ocasiones que convenía que los futbolistas dieran un paso adelante. A muchos les sonó oportunista e, incluso, hubo quien lo calificó de bajeza moral por atacar directamente a la plantilla, pero lo cierto es que se fue a Oviedo y siguen sin dar ese pasito y dejarse ver.
Hay equipos que ya han cruzado el ecuador del campeonato –al Racing le falta un partido, además del de hoy– y los errores ya empiezan a no tener solución. Una victoria hoy colocaría al Racing en los puestos de play off de ascenso a la espera de jugar el miércoles el duelo aplazado contra el Real Unión de Irún, pero una derrota le sitúa mirando a Tercera. Todos esos miedos sobre el formato empiezan a hacerse patentes; demasiados errores, pérdida de puntos con equipos modestos, clubes que se han sumado a la pelea por los tres primeros puestos y muy poco margen de maniobra. Todo, unido a que el equipo lleva sin hacer un partido que convenza desde hace años conlleva a una especie de crisis existencial de los jugadores, que se creen menos buenos de lo que son y de los aficionados, que les cuesta creer en los jugadores.
No hay vuelta atrás. Restablecer los valores de confianza, autoestima e identidad pasa por un triunfo ante el Amorebieta. La recuperación será directamente proporcional al grado de contundencia, así como el modo, con el que el Racing sea capaz de ganar. Y la creencia en Solabarrieta, la autoestima del equipo y la complicidad de la afición son vasos comunicantes. Si crece uno, crecen todos.
A falta de lo que los aficionados decidan a lo largo del día, El Sardinero registrará alrededor de 'media entrada' hoy para albergar el Racing-Amorebieta. El partido supone el regreso del equipo a su casa desde que el pasado 28 de noviembre jugase contra el Barakaldo (3-0), Y además, es también la vuelta del público a las gradas desde que en la jornada 3, ante el Alavés B, acudiesen algo más de 3.000 seguidores. Pues con esas dos credenciales, es probable que hoy se supere poco más del 50% del aforo permitido por Sanidad de 4.444. Ayer, al cierre de la edición se habían canjeado 2.338 localidades por los socios.
El Amorebieta llega a Santander enrachado, sin dejar de sumar puntos desde que cayó en la jornada cuatro en Lezama ante el líder, el Athletic de Bilbao B. Tan solo esa derrota ensucia una trayectoria inmaculada que le coloca como un firme aspirante a uno de los tres puestos del play off de ascenso. Los números no salen;tres filiales, el Racing y el Amorebieta, al margen de más sorpresas. Cinco para tres plazas. El que cometa errores se quedará sin el trozo del pastel.
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