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En el fútbol hay gustos para todos los colores, pero cuando más destacan los Campos de Sport es cuando el verde y el blanco son tendencia. La grada respondió al llamamiento de las peñas para unificar vestimenta. Para acudir al templo con los tonos que ... representan al Racing. Y sí, fueron amplia mayoría. Una iniciativa que debe sentar precedente. Hasta Manolo Higuera y Sebastián Ceria, con camisa blanca, secundaron la nueva moda.
Ese paisaje, unido a la ilusión que despierta el equipo últimamente, llevó a la gente con ganas hasta El Sardinero. Y eso que el horario –uno más– en un soleado día de septiembre tampoco era el mejor. Con el vermú y las rabas en la boca, aunque mejor eso que un lunes a las nueve de la noche.
Tras un respetuoso minuto de silencio por las víctimas del terrible terremoto de Marruecos, el arranque del partido fue espídico. No se sabe si fue por la intensidad de la grada o por la de los futbolistas. O quizá es que ambos se retroalimentaron. El fondo norte, a fuego. Y los jugadores, también. Así que el Racing comenzó el choque en modo rodillo y al meta Magunagoitia le dolían los oídos de los decibelios que tenía tres metros más atrás.
No hizo falta empujar mucho, sino muy fuerte, porque a los nueve minutos, el gol de Andrés Martín subía la fiesta de nivel en el estadio verdiblanco. Euforia. A ver si iba a ser una tarde como la día del Eibar. No, no iba a ser para tanto.
El partido bajó de revoluciones y quizá también el volumen de la platea, pero la Gradona de los Malditos fue un hilo musical continuo. Canción tras canción. Sin parar. Todo el repertorio. Sólo las protestas al desigual criterio del árbitro a la hora de repartir tarjetas interrumpió la lista de reproducción. El colegiado y sus asistentes, que algún rato consiguieron cabrear a los dos equipos, se marcharon entre silbidos al descanso.
Y allí arriba, en la esquina suroeste de los Campos de Sport, más de trescientos aficionados del Amorebieta tenían poca oportunidad de hacer ruido. Meritorio ya es que un club tan modesto arrastre tanto en un desplazamiento, pero el ambiente y el temprano jarro de agua fría dejaron a la hinchada vasca en inferioridad.
Tras el pobre final de la primera mitad, el Racing mejoró ligeramente a la salida del descanso. Sin embargo, el avance no fue suficiente. Y, pese a que el Amorebieta no llevó demasiado peligro, en el tramo final del encuentro el conjunto verdiblanco sufrió sus mayores momentos de debilidad. La grada no tardó en darse cuenta. Quiso anticiparse al desastre. «Ahora más que nunca, Racing Santander». Dopaje sonoro.
Los futbolistas respondieron con actitud y seriedad. No estuvieron brillantes, pero sí irreprochables. Por eso la grada de El Sardinero recompensó a sus jugadores con cada duelo ganado; con cada peligro despejado; con cada metro conquistado. Y hasta disfrutó con el clinic de matar el tiempo que dieron Íñigo Vicente y Marco Sangalli junto a un córner.
Con ese tiempo arañado, el tiempo añadido se hizo hasta corto. El árbitro señaló el final del encuentro y, tras otra ración de silbidos a su persona, la grada verde y blanca de los Campos de Sport brindó una sonora ovación a su equipo. Tras el agasajo, el estadio se fue vaciando. Pero a través de los vomitorios de la Gradona aún se seguían escuchando los cánticos de alegría.
Un buen regusto para lo que viene. Porque esta semana, el viernes concretamente, la hinchada verdiblanca afrontará su primer desplazamiento atractivo de la temporada: a Zaragoza. En un nuevo horario intempestivo, las 21.30 horas, pero bueno, como es festivo, pues seguro que un millar de aficionados verdiblancos cogerán carretera hasta tierras mañas. Cosas mucho más locas han hecho.
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