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JAVIER MENÉNDEZ LLAMAZARES
Domingo, 15 de enero 2023, 01:00
Esta noche, la colección de zapatillas deportivas de Jordi Mboula seguro que ha tenido una nueva incorporación: las botas amarillas con las que ha firmado ... el primer gol de la tarde, y una de las jugadas más espectaculares que se han podido ver en los Campos de Sport esta temporada. Tras un saque de puerta, con el Sporting presionando muy arriba, Dani Fernández le envía un balón paralelo a la banda, que recoge a diez metros de la divisoria, todavía en campo propio. Con un control orientado se libera del primer rival e inicia una cabalgada de cuarenta metros, entre tres defensas. En el pico del área, con una finta imposible, consigue encontrar un hueco donde no lo había, y aunque el central le intenta placar, todavía le quedan fuerzas para encarar a Cuéllar y buscar el segundo palo; a la primera, lo repelería el guardameta, pero un Jordi imparable cazaría el rechace para, esta vez sí, ajustarlo allí donde el meta no llega. Gol de poderío para rematar un jugada a lo Ronaldo Nazario en San Lázaro. Y celebración de lujo para su estreno como goleador en el Sardinero. Aunque sus dos entrenadores lo tuvieron siempre muy claro, si en la grada había algún debate sobre la titularidad del de Granollers, ayer quedó zanjado de raíz.
Y es que, cuando uno está de dulce, acaba contagiándoselo a la grada, a la que arrancó más tarde un par de olés en una jugada en la que, en dos tiempos, rompería la cintura primero a Insúa, y cuando le volvió el balón a Diego Sánchez, con paradinha incluida.
Pronto se vería que José Alberto había cambiado mucho más que la forma de sacar el balón desde atrás. En lo que atañe a Jordi Mboula, su posición se adelantaría muchos metros respecto a la que le pedía Romo, muy pegado a su lateral. Pero no cinco o diez, sino veinte o treinta. Como un extremo clásico, estaría pegado a la cal, pero casi siempre en campo contrario. Ventajas, probablemente, de conocer al dedillo al equipo contrario.
Su nuevo papel, mucho más liberado de obligaciones defensivas, permitiría a Jordi Mboula explotar su virtudes en el juego creativo, ofreciéndose constantemente. Y, además, demostrar una gran inteligencia táctica: muy atento a la línea defensiva visitante, bordeando el fuera de juego, obligaría a los visitantes a retrasarla. Muy atento al fallo del rival, también andaría listo para frenar los ataques tras pérdida con faltas tácticas.
Con la moral por las nubes, Jordi lo mismo protestaba un córner al árbitro que salía a cerrar el rechace, con tanto ímpetu que acabaría poniendo nervioso a Gragera, quien con todo a favor echaría el balón a la banda. Sin embargo, la euforia no suele ser buena consejera: casi todo el peligro visitante llegaría por su lado, con un Jordi tal vez demasiado adelantado: si estás al quite de los pases entre centrales en el área rival, es casi imposible que llegues a tapar al extremo visitante en la tuya. Doble trabajo, pues, para Dani Fernández que, sin embargo, no pasaría grandes apuros frente a un Sporting que defendía con cinco; al menos, hasta que el marcador le obligó a dejar de defender y empezar a proponer.
En el cuarenta, a punto estuvo de redondear la noche con el segundo, cuando le cayó un balón en mitad del área, pero la defensa consiguió encimarle antes de que pudiera precisar el disparo. Poco después, el canterano Diego Sánchez por fin le cazaría, en una jugada sin demasiado peligro. Tendrían que atenderle fuera del campo, aunque esa noche nadie podía pararle. Nadie... salvo el colegiado, que se haría el remolón a la hora de dejarle regresar.
Con las dos muñecas vendadas, el catorce calentaba antes de la reanudación levantando las piernas como si fuera un luchador de kung fú. Aunque la segunda parte tendría que cambiar el guion, ante un Sporting decidido a apretar más. La necesidad de apoyar a Dani Fernández, con quien intercambió posiciones en alguna ocasión, haría girar mucho más su cuentakilómetros, aunque todavía le quedaría chispa para correr algún contragolpe, tirar alguna pared kilométrica con Pombo, encadenar cuatro o cinco regates, llevarse algún viaje y hasta para contemporizar en campo contrario.
Cuando hacia el minuto setenta y cinco apareció el cartel -el 41 por el 14-, los Campos de Sport se pusieron en pie para despedir a Mboula, en una tarde perfecta para un jugador cuya mejor versión ha coincidido con el inicio de la era José Alberto.
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