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Con siete años, David Goettler (Munich, 1978), empezó a escalar. Su padre, apasionado de la montaña, le adentró en el universo vertical que compartían en sus salidas de fin de semana. Las vacaciones eran viajes de aventura «buscando paredes por escalar». Con el tiempo, ... Goettler hizo de aquella afición su forma de vida; terminó sus estudios como guía de montaña y comenzó a trabajar a tiempo completo en los Alpes. Este pasado viernes cerró la XX Semana de la Montaña de Reinosa con una conferencia sobre su última expedición al Everest, en la que ha sido su primera charla en España.
-¿Qué hace un alpinista alemán en Cantabria?
-Mi novia es de Cantabria y para mí es uno de los lugares más infravalorados en cuanto al turismo de aventura, por todo lo que ofrece esta comunidad, y puedo compararlo con lo que he visto por todo el mundo. En invierno paso tiempo en Chamonix (Francia), en verano en Cantabria y en el entretiempo estoy viajando por el mundo con mis proyectos.
-¿Cómo define su relación con esas montañas y cómo se involucra en esos proyectos?
-Estuve motivado por la escalada de dificultad en roca en un principio, pero rápidamente me enganchó el hecho de viajar en expediciones, donde hay más cosas en liza que solo lograr una cumbre. Por supuesto quiero lograr la cima, pero el proceso es lo importante, aprendes más, fuerzas más los límites de tu zona de confort.
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-La manera de llevar a cabo sus expediciones, sin usar oxígeno complementario, ¿es su sello personal?
-Creo que en el montañismo es importante ser transparente en cómo se logran las ascensiones. Si usas las cuerdas fijas o no, oxígeno o no, sherpas o no. Dado que es una actividad cuyo atractivo es la ausencia de reglas, debemos ser más honestos con nosotros mismos como alpinistas. Yo no uso oxígeno como principio. Si lo haces, estás bajando la altitud de la montaña, donde su principal dificultad es esa, la falta de oxígeno por la altitud. En estas montañas de 8.000 metros, el desafío es ver hasta dónde llegas tú como ser humano. Y luego están los coleccionistas de cumbres, a los que solo importa tachar una montaña de la lista. Entiendo que tiene que haber una ética y una honestidad. Hay posiblemente una división en este deporte; habrá expediciones comerciales, que están bien porque dan trabajo a todos los que viven de ello, y habrá gente que se dedique al alpinismo profesional, realizando sus gestas deportivas.
-Ha presenciado los grandes atascos en el escalón Hillary, antecumbre del Everest. ¿Está marcando el negocio lo que ocurre en las grandes montañas del planeta?
-Sí, estuve en el Everest en 2019, debajo del escalón Hillary, y me di la vuelta a 100 metros de la cumbre por la interminable fila de gente allí atascada. Volví también en 2021, y finalmente otra vez en 2022, Al llegar a la cima desde el collado sur no había gente en la montaña y fue mágico. Evidentemente, creo que hay una llamada del Himalaya, un reclamo de las grandes cumbres que propicia el negocio, como por otra parte ocurre en los grandes centros de montaña de los Alpes. Creo que este deporte del alpinismo ya tiene una división en su seno.
-¿Qué consecuencias tiene esa división?
-El alpinismo no ha muerto, se siguen haciendo grandes escaladas de descubrimiento y aventura. Y luego existe este alpinismo comercial, social, que ha venido para quedarse y donde mucha gente acude y paga para lograr una cumbre. Todo puede coexistir, pero como digo, la clave es la ética y contar claramente y con honestidad cómo se hacen las cosas, para que no haya lugar a controversia.
-¿Qué opina de la reciente polémica entre Reinhold Messner, el primer alpinista en escalar todos los ochomiles sin oxígeno, y los récord Guinness?
-La popularización del deporte de montaña como entretenimiento ha facilitado esto. Desde el punto de vista alpinístico no hay duda, Messner es quien es e hizo lo que hizo, más bien deberíamos preguntarnos qué son los Guinness y qué miden realmente. Él no escaló esas montañas por constar en ningún registro ni pidió figurar ahí.
-Participa en charlas y conferencias, como esta Semana de la Montaña de Reinosa. ¿Cómo ve el equilibrio entre comunicar las gestas deportivas, inspirar a los que le escuchan, y a la vez ofrecer un relato de respeto a la naturaleza?
-Bueno, es una parte más de mi trabajo. Como alpinista profesional respondo ante los patrocinadores, y debo dar una dimensión comunicativa a lo que hago. Mis presentaciones son una muy buena herramienta para intentar inspirar a la gente y además para educar en lo que antes explicaba sobre la ética y la transparencia. Yo cuento explícitamente cómo hago mis escaladas, no engaño, y quiero que la gente vea que soy consecuente con mis ideas. En mis expediciones soy casi autónomo, hago todo por mí mismo, bajo toda la basura etc. Así que sí, pienso que también en el acto de contar las cosas se puede transmitir una determinada manera de comportarse en la montaña.
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