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FERNANDO J. PÉREZ
Santander
Martes, 12 de enero 2021, 14:17
El mundo alpino tiene desde hace varias semanas su vista puesta en el K2. La segunda montaña más alta del mundo es la única que queda sin escalar en invierno -sin matices- y este año han puesto sus ojos en ellas nada menos que ... cuatro expediciones. Destaca la de la agencia nepalesa Seven Summit Treck, que ha organizado la primera expedición comercial de la historia en invierno sin escatimar medios: más de 30 sherpas para una veintena de clientes, oxígeno, cuerdas fijas... Un órdago al único ochomil virgen en invierno que ha levantado muchas críticas entre quienes reclaman un estilo más puro para uno de los últimos desafíos pendientes en los ochomiles.
Los cuatro equipos fueron llegando en la segunda quincena de diciembre campo base del K2 y en los primeros días del año se las prometieron muy felices. El buen tiempo que está habiendo en el Himalaya se extendió hasta el Karakorum y las expediciones pudieron equipar la montaña hasta el campo 2 e incluso acercarse al campo 3, por encima de la pirámide negra y a 7.400 metros de altitud. Todo un récord a esas alturas de la temporada en una, montaña donde la altitud máxima alcanzada en invierno es de 7.600 metros, logrado por Denis Urubko en 2003.
Pero entonces el K2 enseñó las garras. Una semana de mal tiempo con vientos huracanados confinó a todas las expediciones en el campo base, donde aguantaron como pudieron la furia de la montaña. Algunos incluso aprovecharon para seguir el ejemplo de Alex Txikon en años anteriores y construir un iglú en el que hacer más llevadero el temporal.
Por fin, este fin de semana la meteorología volvía a mostrarse favorable y las expediciones regresaban a la montaña para comprobar el estado de los campos de altura y continuar con la rotaciones de aclimatación. Pero lo que se han encontrado allí arriba ha sido desolador. El viento ha arrasado con todas las tiendas de altura y el material que había en ellas, imprescidible para la continuidad de las expediciones.
Nirmal Purja, el nepalí que escaló en 2019 los 14 ochomiles en poco más de seis meses, es el líder de uno de los grupos y relataba ayer que han encontrado el campo 2 «en ruinas. Todas nuestras tiendas como los equipos que habíamos dejado para el ataque a cumbre están destruidos y atrrastrados por el viento. Lo hemos perdido todo: sacos de dormir, colchones, plantillas de zapatos con calefacción, guantes/manoplas de cumbre, capas de base de cumbre, equipo de parapente, equipo de cocina…». El desastre ha dejado al alpinista «devastado» y a su expedición pendiente de un hilo.
Lo sucedido a Nirmal Purja es solo una muestra de lo que le ha pasado a todos los demás, incluido el catalán Sergi Mingote, que figura como colíder en la expedición de Seven Summit. «Las tiendas de C1 y C2, entre ellas la mía, parece, haber volado con los fuertes vientos, junto a algún material mas que dejamos en el C1. En el C2 anclamos una de mis mochilas, llena con los sacos de dormir, el hornillo, algo de gas y comida, y algún material más. Creemos que ese depósito no se habrá volado, porque si es así, la cosa pinta mal, muy mal».
Desde el Manaslu, Alex Txikon y Simone Moro asisten entre incrédulos y sorprendidos a las noticias que llegan del K2. Los dos alpinistas con más experiencia en ochomiles invernales en la última década, y el italiano probablemente de la historia, no entienden muchas de las decisiones que se están tomando en Pakistán.
«La norma número uno de una expedición invernal es no dejar los campos de altura instalados», explica Alex Txikon. «Subes, montas, duermes, desmontas y te vuelves a bajar. Y así en todas las rotaciones, porque si no el viento se lo va a llevar todo, sí o sí», añade. «Este podría haber sido el año del K2 pero con este ejemplo queda claro que ni Dawa Sherpa y Sergi Mingote como colíderes de la expedición comercial ni el resto de los presentes han tenido claro la primera norma de las expediciones invernales». «Es como empezar a escalar y no hacerte el nudo o salir a dar la vuelta al mundo en velero y autosuficiencia y no tener timón», ilustra.
El alpinista vizcaíno alerta también sobre el problema de la competitividad entre las expediciones por ser la primera. «Mi peor expedición en 20 años fue la de hace 2 años en el K2, por la rivalidad artificial, que algunos quisieron ver con los rusos. Eso crea un presión que puede llevar a tomar decisiones erróneas.
Simone Moro, por su parte, recuerda al más grande de todos los tiempos para secundar a Txikon. «Reynhold Mesnner siempre decía que una expedición se basa en la fuerza de los alpinistas y la estrategia del equipo. Y en el caso de las invernales añadía un tercer factor, la logística», explica. «Y está claro que la logística es lo que está fallando en el K2», añade. «Yo era de los que pensaba que iban a subir. Y quería sinceramente que lo hicieran. Un equipo tan numerosos y con tantos medios… Pero cometiendo esos errores dudo que lo consigan», concluye el italiano.
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