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Olatz hernández
Lunes, 11 de marzo 2019, 12:23
Las montañas han sido, desde tiempos inmemoriales, lugares de mitos y leyendas. Muchos han hollado cumbres en busca de aventura, paz interior o un simple desafío deportivo. Sin embargo, a lo largo del tiempo, el alpinismo se ha mantenido como un mundo reservado a los ... hombres. Poco a poco, con grandes dificultades, las mujeres han ido ascendiendo a ese olimpo y muchas de ellas no solo escalan, sino que lideran la cordada.
En España, la bilbaína Sonia Casas fue la primera mujer titulada como guía profesional de alta montaña hace ahora 15 años. Abrió camino, como quien descubre una nueva ruta a la cumbre: «Actualmente somos tres mujeres en el país: una que trabaja en la zona de Andorra, otra en el valle de Arán y yo en los Pirineos», explica. Para llegar hasta ahí ha debido sortear grandes dificultades, la primera de ellas, hacer frente a las lesiones y secuelas sufridas escalando. Hizo frente también a las críticas:. «Muchos en mi entorno me dijeron que estaba tirando mi vida por la borda por dedicarme a esto».
Dentro del alpinismo tampoco se lo pusieron fácil, «se me juzgaba más que a los hombres solo por ser mujer», reconoce. Para demostrarles su valía pasó años escalando, ganando técnica, antes de enfrentarse a las pruebas para convertirse en guía de montaña. Lo logró y ahora acumula una larga lista de ascensiones de gran dificultad: los Alpes, Patagonia, Nepal, Perú, China… «Al principio, siendo joven, algunos montañeros cuestionaban mis decisiones, lo que me llevó a frustrarme y a arriesgarme más. Ahora ya no me pasa».
La experiencia le ha aportado un gran conocimiento sobre la montaña, algo imprescindible para un guía. «Los guías tenemos que estar preparados para cualquier situación y ser líderes en un entorno hostil. Es algo que a las mujeres nos cuesta a veces porque desde niñas se nos rebate todo», destaca. Su palabra en plena ascensión va a misa, ya que puede detectar los peligros antes incluso de que aparezcan.
«Puede haber riesgos o barreras que impidan alcanzar la cumbre. Es entonces cuando tenemos que intentar llegar a un acuerdo con el cliente». El ego y la frustración pueden llegar ser un problema en esos casos, aunque destaca que, en general, la gente suele ser inteligente. «Cuesta, pero hay que saber renunciar, sobre todo cuando está en juego la seguridad», apunta.
A pesar de los momentos malos, que los hay, atesora en su mayoría buenos recuerdos y experiencias. «Me encanta el alpinismo y compartir mi pasión con la gente». Algunos de los momentos más memorables los ha vivido asida a una roca y asegurada con una cuerda. «Es maravilloso ver cómo la gente se enfrenta a sus miedos y los supera».
Entre sus competencias se encuentran el esquí de montaña, el alpinismo y la escalada en roca y hielo. «Con lo que más disfruto es con la escalada y me gusta que cada ascensión suponga un desafío», explica Casas, que desde pequeña se ha sentido muy vinculada con la naturaleza. Cada pared y cada cumbre le sirven para conectar de nuevo consigo misma. «Es aventura, es épica y en la cumbre el alma se expande».
El ejemplo de Sonia Casas también se expande y va calando. De hecho, cada vez son más las mujeres que se suman a la escalada. «El problema es que la mayoría se queda en la escalada deportiva, de rocódromo, y son muy pocas las que dan el salto a las grandes paredes».
Francia, Italia y Austria son los países que encabezan el alpinismo femenino. En España aún hay camino por recorrer, aunque en lo personal, Sonia Casas ya ha cumplido con creces todo lo que se esperaba de ella. completando ascensiones en picos de todo el mundo. «Con los años, a medida que he ido ganando experiencia, más valoran mi trabajo. Ya no tengo que demostrar mi capacidad»
Abrir camino puede ser complicado, ya que no existe un precedente en el que apoyarse. Sonia Casas tuvo que buscar a sus referentes más allá de la frontera y las encontró en Reino Unido y Francia. La primera de ellas fue la británica Alison Hargreaves, que coronó el Everest en solitario y sin oxígeno en 1995. Repitió en Nepal, con el Ama Dablam, de 6.812 metros de altitud y se convirtió en la primera alpinista en completar todas las grandes caras norte de los Alpes.
Catherine Destivelle es la otra gran mujer que admiraba Casas. En 1992 se convirtió en la primera mujer en completar en solitario la cara norte del Eiger, en los Alpes. Lo hizo en invierno y en tan solo diecisiete horas. Entre sus grandes ascensos destaca la ruta Bonatti en la cara norte del Cervino. «Las dos eran grandes alpinistas y muy mediáticas», destaca Sonia Casas. Las montañeras Chantal Maudit y Lyn Hill también la inspiraron en sus inicios, mujeres que fueron más allá de los estereotipos y se adentraron en el mundo del alpinismo.
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