«Queremos ir rápido, pero también reivindicar el contacto con la naturaleza»

El sábado, los hermanos vitorianos proyectaron en Vargas su documental 'Los Pou, una vida encordados'. Y el domingo fue el turno de enseñar. Tanto las primeras nociones para alguien que se acercase a un rocódromo por primera vez, como algún truco de experto para aquellos que tienen más nivel. Eneko e Iker no dudan en participar en cosas así porque «siempre hemos prestado mucha atención a la labor de comunicación de nuestra actividad, pensando sobre todo en transmitir los valores de la montaña, que a veces se muestra tan competitiva. Solidaridad, compañerismo y naturaleza van con nosotros y nuestra vida deportiva. Y divulgar todo eso pensamos que crea un entorno educativo propicio y permanente en la sociedad».

A sus 47 años (Eneko) y a sus 44 (Iker), los Pou aún creen que les queda cuerda -nunca mejor dicho- para rato. «Esperamos que las lesiones nos respeten. Pensamos que nos queda mucho por delante. Tenemos una gran motivación por lo que hacemos y nos planteamos siempre retos deportivos hasta que el cuerpo aguante. Tenemos sobrados ejemplos -nuestro amigo Carlos Soria con 84 años- que demuestran hasta donde se puede llegar haciendo alpinismo de nivel. Decimos siempre que nuestro Plan B es seguir con el Plan A».

El escaparate que ha supuesto Tokio 2020 para la escalada, con el oro de Alberto Ginés, augura más afición a un deporte que ya iba ganando adeptos. «Las nuevas generaciones de chicos se acercan a la escalada como un mero ejercicio físico. De hecho auguramos un 'boom' mayor en los gimnasios que incorporan e integran rocódromos en sus instalaciones. Todo esto viene dado por el deseo de comodidad, instantaneidad. Llegar a un rocódromo dentro de la ciudad, escalar, practicar y ya». Poco o nada que ver con lo que hicieron los Pou en su momento. «Escalar surgía del contacto con las montañas y la naturaleza. El deporte del alpinismo nació de una manera concreta y ahora gracias a su crecimiento ha derivado en varias disciplinas divergentes. No obstante, este aumento de gente en la práctica de la escalada va a generar que algunos de ellos hagan la transición hacia la montaña y la aventura». La consecuencia directa será más gente en busca de vías en plena naturaleza. Pero los Pou creen que esa posible masificación se podrá encauzar. «Con la correcta educación, pensamos que es posible abordar este proceso. Por otra parte, no ayuda la tendencia en nuestro país a prohibir todo lo que resulta incomprensible. Debemos emular al resto de países europeos, donde todas estas cosas están perfectamente reguladas y hay mucha más gente accediendo a la naturaleza. Regular y educar, no prohibir».

Alpinismo, como deporte, se practica «poco», señalan los Pou. «La gente quiere sufrir menos», añaden. Pero los que realizan este deporte cada vez lo hacen con más y mejores medios. «Se ha avanzado mucho gracias al material moderno. Los alpinistas de antes, los clásicos, eran unos titanes. Ahora hemos subido el nivel porque hay mejor material, pero no somos necesariamente mejores alpinistas». La tendencia actual de enfrentarse a las montañas «rápido y ligero» ha hecho que se aparquen otros valores. «Quizá en el camino se ha quedado la experiencia, la sensación de estar y disfrutar de la montaña. Ahora se puede subir corriendo de madrugada a un monte y estar de vuelta para los pinchos a mediodía». Su forma de entender el alpinismo está a caballo entre esos dos mundos. «Nosotros, en nuestra actividad alpinística, queremos ir rápido (a veces es sinónimo de seguridad) y siempre hemos entrenado para ello; vemos bien y entendemos este estilo, pero queremos reivindicar el contacto con la naturaleza, una vez más».

Iker y Eneko Pou confían en que con «educación» y «regulación», se cree un marco adecuado para que el alpinismo tenga «algo que aportar en el plano emocional». Que las montañas no sean un terreno para el márketing y «donde a más practicantes, más material se vende». Son «optimistas» de cara a un equilibrio. Y a que más gente se enamore de todas las montañas del mundo. Para estar y disfrutar de ellas. Para fundirse con sus laderas y mirar hacia la cumbre, aunque no sea a través de los caminos imposibles que sólo ven las mentes de dos hermanos de Vitoria que son ya leyenda de este deporte.