Alto Campoo inicia la temporada con intención de recuperar las semanas perdidas por falta de nieve

Se trata de una puesta en marcha gradual, que empieza con un 30% de sus pistas abiertas (siete de las 23 con que cuenta), que equivale a siete kilómetros esquiables, con una capa de nieve polvo de veinte a cuarenta centímetros de espesor. También entrará en funcionamiento un 58% de los remontes: dos telesillas, cuatro telesquís y la cinta transportadora.

Este jueves, todo bullía de actividad. En los accesos, cuñas y fresadoras limpiaban los viales y acondicionaban las zonas de aparcamiento, cubiertos por una capa de unos veinte centímetros. Mientras, las máquinas pisaban las zonas por las que hoy se deslizarán los aficionados, y los remontes, aún sin usuarios, repetían su recorrido de ida y vuelta sin parar.

Alto Campoo es una estación particular: pequeña, familiar y divertida y con una configuración muy cómoda, pues todo confluye a un mismo punto, el de entrada y salida. Pero su gran peculiaridad, que no virtud, es su extrema dependencia del tiempo: de la misma manera que un temporal como el de esta semana es capaz de cubrirla de blanco en un par de días, una buena ventolera de sur puede desnudarla de nuevo en un visto y no visto. Así como en otras estaciones las temporadas son más previsibles, Alto Campoo puede alternar años para enmarcar con otros para olvidar.

En todo caso, todo esto obliga a que la plantilla esté lista para reaccionar en cualquier momento. Pero eso no tiene que ver con la improvisación. Una temporada 'normal' podría empezar el 1 de diciembre y prolongarse hasta el 31 de marzo, pero cualquiera ha sido testigo de otras que no arrancaban hasta febrero y de alguna que se alargó hasta mayo, nunca se sabe. Esta, para empezar, ya se ha retrasado mes y medio, lo que supone que ha perdido semanas de público tan buenas como las del puente de la Constitución y la Inmaculada y las vacaciones de Navidad.

¿Qué hace la plantilla cuando no nieva? Pues de todo menos estar ociosa. En noviembre y diciembre ya se estuvieron realizando trabajos de señalización y balizamiento de las pistas y revisando el funcionamiento de los remontes. Es una tarea que hay que repasar en cuanto comienzan las precipitaciones, que es lo que se ha hecho estos días: comprobar cómo van dejando las cosas el viento y la nieve.

El personal de Alto Campoo ya estaba pendiente de esta primera nevada desde la semana pasada. En realidad, confiaban en que hubiese sido más copiosa: el lunes, mientras las localidades costeras se anegaban por el aguacero, allí no se notó tanto; el martes ya había diez centímetros. El día fuerte fue el miércoles, cuando en el resto de la región se había calmado ya el temporal. Este jueves se esperaba más nieve de la que cayó, y todavía no hay mucha acumulación en las cotas más altas.

Las máquinas llevan días trabajando las 24 horas a turnos, pisando y compactando, pisando y compactando. Cuando las condiciones de temperatura, viento y humedad son las adecuadas, entran en marcha los cañones, los mismos que ayudaron a hacer de la anterior una temporada de récord, con la estación abierta más de 150 días, superando la cifra de 150.000 esquiadores, y eso a pesar de que nevó más bien poco: las bajas temperaturas permitieron fabricar nieve, y que esta se mantuviese, y los días radiantes, aunque fríos, atrajeron al público.

Aunque quienes se acerquen este viernes hasta Alto Campoo se encuentren con un paisaje blanco, lo cierto es que este pasado domingo no había nada de nieve. Las máquinas han tenido que esperar a que la capa caída alcanzase un espesor mínimo para empezar a trabajar: aunque parezca una obviedad, lo ideal es que nieve sobre nieve; pisar lo poco que haya caído sobre el verde equivale a revolver un barrizal.

Y ya solo quedan los remontes. Con temperaturas muy bajas y humedad muy alta se forma el manguito, una capa de hielo que envuelve cables y atasca poleas. Para evitarlo, no hay otra que limpiar y mantener el mecanismo en funcionamiento, además de comprobar que perchas y sillas están en perfecto estado.

Todo esto es la infraestructura más básica de la estación invernal, pero para que funcione falta todo lo demás. Emilio Ruiz, director de la Escuela Española de Esquí Alto Campoo sirve de ejemplo para resumirlo: además de enseñar a esquiar lleva un negocio de alquiler de material y atiende una cafetería, Tubo 4. Este jueves estaba allí comprobando que funcionasen la cafetera, el cañero y la calefacción, y que todas las máquinas estuvieran enchufadas; a la vez, estaba atento a cómo marchaban las cosas en la escuela de esquí, donde la secretaria ya estaba haciendo reservas para este fin de semana y, sobre todo, para el próximo, colgada del teléfono. Entre una cosa y otra, también había que revisar el estado de los equipos de alquiler. «La gente tiene muchísimas ganas, y nosotros también», reconocía.

En treinta años que lleva trabajando en Alto Campoo ha visto de todo, así que una temporada un poco remolona, como esta, no le asusta. «Esto mismo ha pasado muchas veces. Ha habido años de tener que ir a otras estaciones a trabajar y venir a mediados de enero y tener dos meses perfectos y salvar la temporada. Esperemos que este año sea así: es importante porque de esto depende la economía del valle, no solo la de la gente que trabaja en la nieve. La nieve atrae gente, y el valle lo necesita».