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Iratxe López
Santander
Domingo, 24 de marzo 2024, 07:51
Por fin, hace unas semanas, llegó la nieve, esa que cierra puertos y provoca atascos. Aunque varias estaciones estén a punto de cerrar o como la de Alto Campoo, que ya ha colgado el cartel de cerrado, al otro lado de la frontera muchos ... destinos mantienen abiertas sus puertas absorbiendo con gusto el movimiento de gente. Tienen claro que son mucho más que pistas por las que deslizarse, de ahí que ofrezcan actividades alternativas, complementarias a las obvias, para que quienes los visitan reconozcan lo que ellos siempre supieron: la vida dura más que un invierno.
Uno de esos escenarios aguarda al otro lado de la frontera, en Francia. El Pirineo Bearnés cuenta con ofertas más allá de las fechas invernales. Propone naturaleza durante todo el año, rutas, talleres, zonas de bienestar y citas acompañadas o no por guías, tú decides (www.tourisme64.com/es/). Para multiplicar los escenarios a quienes aman las cámaras de fotos, las imágenes a móviles devoradores que las suben a redes.
Escoge, pues, esquíes o raquetas y acércate a La Pierre Saint-Martin o a Gourette, a las estaciones de fondo de Issarbe y Le Somport. O calza botas y ropa abrigada. Pero en este caso con la idea de olvidar las pistas y concentrar tu atención y energía en las alternativas. O mejor, combina todo.
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Jon Garay | Josemi Benítez
Estación de La Pierre Saint-Martin
Quién no ha soñado con sentarse en un trineo del que tira una cuadrilla de perros, en plan viaje por Alaska, nueva sensación para probar. En el Bosque de Braca, dentro del extremo occidental de Pirineos, una excursión permite discurrir entre pinos negros, mientras observas los detalles de la ruta.
Hablando de trayectos, allí dispones de 25 kilómetros de sendas por las que caminar, si eres más de mover los pies que de dejarte llevar. Aconsejan seguirlas para deleitarte con las vistas al País Vasco francés. Estarás entre los 1.500 y los 2.000 metros de altitud, de ahí el dominio visual sobre el paisaje.
Si pretendes originalidad a la hora de elegir alojamiento, la experiencia 'Atypic Lodge' plantea protegerse del frío en una cabaña de madera con grandes ventanales en la zona más alta, y disfrutar rutas nocturnas y anochecer calentito gracias a los vapores de un baño nórdico. Que vas a desplazarte con tu propia casa encima, como los caracoles, existen 44 plazas más de parking para furgonetas y autocaravanas, el mayor espacio del Pirineo francés, más de 200 localizadas en las faldas del Arlas y el Anie.
Estación de Artouste
Opción bastante espectacular, Artouste, en el valle de Ossa. Pone a disposición de los amantes de la adrenalina su tirolina gigante, para reconocer el mundo mientras atraviesas el cielo. Después del subidón recomiendan relajarse frente al imponente Midi de Ossau. Recuerda, por cierto, que el pueblo aguarda a orillas del lago de Fabrèges.
La manera, una que nunca falla, gracias al spa y jacuzzi con vistas a esta cima pirenaica que se eleva sin complejos sobre 2.884 metros. La parte culinaria la colma el restaurante de altura La Terrasse de Sagette, impregnado de ambiente musical. Su nombre, 'terraza', avanza lo mucho que agradecerás este mirador sobre un paisaje dibujado por la sucesión de montes.
Estación de Gourette
Luce sin complejos el título de estación de esquí más vieja del Pirineo francés, porque tiene claro que la experiencia es un grado. Sabe, asimismo, pues lleva años impulsándolas, que el abanico de opciones es bueno para su propia supervivencia y la del espíritu de sus ocupantes.
Una de las más llamativas: dormir una noche en tienda tipi, ya sabes, esa inspirada en las de los indígenas americanos, pero con estufa, tampoco se trata de ir a pasarlo mal. Entre un círculo montañoso de más de 2.500 metros de altura. Antes habrás completado un paseo nocturno sobre raquetas, una cena con gastronomía típica de la región y una costumbre muy nórdica, sauna al aire libre. La emoción y el descanso están asegurados.
Estación de Le Somport
Es la más revolucionaria, la que tuvo claro desde sus orígenes que la vida y el turismo no acaban cuando la nieve se derrite, que sus confines resultan tan hermosos en invierno como en verano. Por eso echó el resto en lo que a inversión se refiere, para asegurar originalidad, diseñar espacios inspiradores y gestionar sus recursos de la forma más sostenible posible. Algo que muchos visitantes buscan cuando se plantean una salida de este tipo, porque cuidar el medio es una obligación de quien lo pisa y maneja. Porque mimar la naturaleza es mimarnos a nosotros mismos. Y colocarse unas raquetas o practicar esquí de fondo y de travesía a más de 1.600 metros de altitud en pleno valle de Aspe no está reñido, obviamente, con la conciencia de que los recursos naturales no son ilimitados, lo que invita a protegerlos.
De ahí que se busque concienciar al público adulto e infantil con guías de media montaña felices de mostrar los tesoros naturales de la zona. Hombres y mujeres que incidirán en la importancia de mantener el mundo en condiciones favorables. Hablando de los peques de la casa, cuentan con ludoteca infantil, no todo va a ser deporte, para dedicarse también al juego. Y por abrir boca a los adultos, ofrecen sauna y jacuzzi, donde reflexionar tranquilamente sobre todo lo aprendido mientras se relajan.
Iraty
Además, como extra, la zona de Iraty, situada a dos horas de la costa, refuerza sus senderos para perderse sin miedo dentro de uno de los mayores hayedos de Europa. Las distintas rutas, específicas para más o menos acostumbrados a caminar, discurren entre árboles milenarios que han visto pasar a muchos otros como tú, aventureros y aventureras en pos de ese instante imposible de olvidar que este rincón del mundo propicia.
Tras el cansancio que implica completar una caminata, cualquiera merece el mejor descanso. Por eso, dispondrás de más de 35 chalets de madera donde acogerte a sus mimos. Aunque, si de verdad algo se ha ganado el senderista aplicado que regresa al calor del hogar, es saciar el apetito con productos que nacen en el entorno. Platos nutridos e inspirados por proveedores locales dentro de una de las cocinas más tradicionales del Pirineo.
Algunos ejemplos: la 'poule au pot' (puchero de gallina); la 'garbure' (sopa de coles, alubias blancas, zanahorias, puerros, patatas… y carne confitada o no de pato o cerdo); los patés, embutidos, morcillas, jamón; queso puro de oveja, de vaca o mixto o de leche de cabra. Regado con Jurançon, dulce o seco. ¡Salud!
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