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En los años cincuenta, que un cazador matase a una osa no era noticia. Era lo normal, estaba bien visto. En aquel tiempo aún recorrían los pueblos los alimañeros, cazadores más o menos legales a los que administración y vecinos pagaban un tanto por cada 'alimaña' (animal carnívoro) que cazaban. Por eso no sorprendió que un furtivo matase a golpes a una osa en Somiedo y que decidiese llevarse a sus dos crías con él. Eran Petra y Perico, dos hermanos que acabaron en una jaula semiesférica en pleno Parque de San Francisco de Oviedo, donde estaban encadenados con unas argollas que les permitían moverse unos 25 metros. Fue después cuando se les pasó a la jaula verde, de gruesos barrotes metálicos. En principio, los visitantes iban a ver a unas fieras del monte, pero la tranquilidad de ambos, en particular la de Petra, que vivió hasta el 21 de junio de 1976, fue transformando poco a poco lo que se pensaba de ellos.
Veinte años más tarde, en 1996, la historia básica se repitió. Dos oseznas se quedaron huérfanas y fueron rescatadas, aunque habían pasado dos décadas y la sensibilidad era otra. Se habilitó para ellas el gran cercado de Santo Adriano y durante casi treinta años, hasta que esta misma semana la última de las dos, Paca, tuvo que ser eutanasiada, fascinaron a generaciones en algo muy parecido a la plena naturaleza, además de integrarse en la fantástica Senda del Oso, especialmente diseñada para el uso y disfrute familiar, con un tono didáctico.
Ambas, Paca y Tola, tuvieron la compañía de un buen amigo durante varios años. Se trató de Furaco, el oso pardo de mas de 300 kilos que en 2008 fue seleccionado entre los ejemplares que viven en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno para tratar de inseminar a ambas. Sin embargo, tras nueve años de intentos, en 2017, Furaco volvió a su hogar sin haber conseguido su objetivo. Este oso, nacido en Cabárceno en enero de 1997 fue cedido a la Fundación Oso de Asturias en Proaza en el marco de un convenio de colaboración para el desarrollo de un programa educativo.
El mismo año que llegó Furaco a Asturias, en 2008, también llegaba la osa 'Villarina'. Esta osezna fue liberada en los montes del Parque Natural de Somiedo tras permanecer varios meses en cautividad para recuperarse de las heridas provocadas por un atropello. Fue localizada con una cría en una zona de muy difícil acceso.
Un dato interesante sobre ella es que fue la primera osa parda del continente europeo que logró adaptarse a su entorno natural tras permanecer meses en contacto con humanos en un centro de recuperación animal.
Otro de los osos que ha pasado a formar parte de la historia de la fauna salvaje en Asturias ha sido 'Lolín'. Un ejemplar cuya historia esta vinculada al zoo de la Grandera, en Cangas de Onís, un sueño de tres décadas que se vio truncado por la pandemia y en 2020 cerró sus puertas. A partir de ese momento, los ejemplares de las 400 especies que albergó fueron trasladados en otros centros zoológicos o devueltas a sus dueños, en el caso de los particulares. De hecho, uno de los únicos inquilinos que se quedó viviendo allí fue 'Lolín'.
De todos ellos, en Asturias sólo está ya Molina, la osezna encontrada malherida en los montes del suroccidente asturiano en septiembre de 2013. Actualmente vive en semilibertad en el cercado grande del monte Fernanchín, en Santo Adriano.
'Molina' debe acostumbrarse ahora a la soledad, pues hasta la semana pasada tenía la compañía de 'Paca'. Para Asturias esta osa es un símbolo de esperanza para el futuro de la especie.
En Cabárceno
Aragón', el oso que fue rescatado con apenas seis meses de edad de un coche de contrabandistas en Zaragoza, llegó al Parque de la Naturaleza de Cabárceno en junio de 2010. Desde entonces, comenzó un proceso de recuperación y adaptación que culminó cuando se integró definitivamente en el recinto de osos del parque un viernes de otoño.
Después de tres años en los que recibió cuidados especiales y pasó por distintas fases de adaptación, 'Aragón' alcanzó la envergadura necesaria —unos 200 kilos de peso— y la edad adecuada para convivir junto a los cerca de setenta osos que habitan en el parque, abandonando así el espacio de transición en el que había vivido los dos últimos años.
Los responsables de Cabárceno y el equipo de veterinarios consideraron que, además de que el oso ya estaba preparado para compartir espacio con el resto de los plantígrados —su corpulencia y madurez le permitían hacerlo en igualdad de condiciones—, ese momento era ideal para su integración, ya que los osos se encontraban más tranquilos al iniciarse la época de hibernación.
Así, 'Aragón' pasó de los 1.500 metros cuadrados de su espacio de adaptación, donde vivía desde marzo de 2011, a compartir el recinto de 40 hectáreas destinado a los osos del Parque de la Naturaleza de Cabárceno.
Antes de acceder a ese recinto de transición, 'Aragón' vivió entre junio de 2010 y marzo de 2011 en una instalación más pequeña, debido al estado de desnutrición y estrés que presentaba tras su incautación, y a los cuidados especiales que requería.
En marzo de 2011, para paliar los efectos de su escasa interacción con otros ejemplares y su excesiva «humanización» —al haber sido separado de su madre nada más nacer y haber convivido solo con humanos durante sus primeros meses—, el parque le habilitó una instalación especial dentro del recinto de osos, aunque vallada, para mantenerlo separado de los ejemplares adultos y evitar posibles ataques.
Durante ese tiempo, el oso pudo oler, ver y escuchar a otros miembros de su especie, acostumbrándose progresivamente a su presencia. Además, estuvo acompañado por una cría hembra durante los dos últimos años, y desde un mes antes de su integración, también por una hembra adulta.
Todo ese proceso de preparación y 'deshumanización' permitió que finalmente 'Aragón' estuviera en condiciones de incorporarse al resto de la comunidad de osos pardos de Cabárceno, la más numerosa de Europa en una instalación de este tipo. Así, aquel viernes se le abrió la puerta de la valla que separaba su espacio del recinto general, permitiéndole dar el paso definitivo.
'Aragón' llegó a Cantabria con un peso de apenas seis kilos, y en poco más de tres años alcanzó los 200. Tras ser incautado por el Seprona en Zaragoza y recibir atención de urgencia en el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de La Alfranca, donde se trataron sus heridas y se revirtió su estado de deshidratación y desnutrición, la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de Aragón decidió trasladarlo a Cabárceno para que recibiera atención especializada.
Con el tiempo, el oso se convirtió en un verdadero símbolo del parque, tanto por la dureza de sus primeros meses de vida como por ser un ejemplo vivo del trabajo científico, de investigación y de conservación de especies en peligro de extinción que se lleva a cabo en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno.
Su historia de recuperación y adaptación puso de manifiesto también la importante labor terapéutica y de acogida que realiza esta instalación cántabra, en colaboración con universidades, centros e instituciones internacionales, en el marco de programas y estudios sobre diversas especies.
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¿Qué hacer si te encuentras un oso?
Solo se han registrado seis incidentes con contacto físico en los últimos veinticinco años, y uno más en los Pirineos, ninguno de ellos con muerte.
Luces de emergencia y parar o reducir la marcha para que abandone la vía. En ningún caso perseguirlo.
Ante una carga disuasoria mantener la calma, hablar suave y sin gestos agresivos para que el animal nos identifique y cambie de rumbo.Nunca interponerse entre una osa y sus crías.
Si avanza hacia nosotros, hacerse notar sin gestos agresivos y hablar sin vocear. Retirarse despacio sin perder de vista al animal.
No adentrarse en vegetación cerrada y roquedos. No abandonar rutas y senderos señalizados.
No correr, ni gritarle o amenazarle, porque eso puede desatar una reacción agresiva.
Disfrutar de la observación sin acercarse al oso. Los osos pardos viven en áreas con cierta actividad humana.
Tumbarse boca abajo o en posición fetal y permanecer inmóvil protegiendo la cara y la cabeza.
Seguir las recomendaciones anteriores y no disparar al aire para asustarlo. Podría reaccionar con un ataque.
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