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Gabriel de la Iglesia
Santander
Viernes, 9 de julio 2021, 14:19
Llega el buen tiempo y regresan las ganas de salir de casa, a la naturaleza, en busca de rutas y paisajes que nos permitan olvidar todo lo malo de los últimos meses. Y no hace falta irse muy lejos para disfrutar de la naturaleza en todo su esplendor, visitando alguno de los cinco grandes puertos que unen Cantabria con Burgos. Cinco colosos que pueden hacer las delicias de cualquier viajero, sea cual sea su medio de transporte y cómo haga la ruta: en coche, en bicicleta o a pie. Y es que, más allá del asfalto, la Cordillera Cantábrica ofrece al viajero una infinidad de paisajes y sensaciones difíciles de olvidar.
Quizá, el más conocido sea el puerto de El Escudo (1.011 metros), paso obligado durante siglos para transitar entre Santander y Burgos, al menos hasta la puesta en servicio de las grandes autovías que conectan la meseta con el Cantábrico, que desviaron buena parte del tráfico pesado por Aguilar y Reinosa.
Viniendo de Burgos siguiendo el trazado de la antigua N-623, y después de dejar atrás pueblos tan bonitos como Tubilla del Agua, Covanera, Valdelateja, Escalada o el espectacular Orbaneja del Castillo, una de las localidades más visitadas de la provincia, el camino se adentra poco a poco en el entorno del gran embalse del Ebro, un lugar para el disfrute y el reposo.
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Y apenas unos kilómetros más allá, tras un breve ascenso, arranca un pronunciado descenso hacia el Cantábrico por un camino intrincado, a menudo aderezado con niebla, en el que los pastos, las cumbres y la 'Pirámide de los Italianos', monumento funerario erigido tras la Guerra Civil para honrar a los soldados italianos que colaboraron con las tropas franquistas en la contienda, luchan por atraer la atención del viajero. Eso, cuando no nieva, claro. En ese momento, la carretera se torna peligrosa, pero el paisaje deja estampas espectaculares.
La Sía, Estacas de Trueba y Lunada
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Más hacia el este, el protagonismo recae en los tres puertos pasiegos. Un triunvirato formado por La Sía (1.246 metros), Estacas de Trueba (1.166) y Lunada (1.316), que parten de Espinosa de los Monteros en dirección a los valles pasiegos cántabros superando una intrincada orografía marcada por los pastos, las cumbres, la imprevisible meteorología y la presencia de cabañas pasiegas.
Se trata de pequeñas construcciones de piedra, dispersas por el territorio a modo de caseríos, destinados históricamente al uso ganadero. Aún hoy, muchas de esas cabañas mantienen su uso tradicional, si bien, cada vez son más las apuestas alternativas.
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En todo caso, allí siguen, desperdigadas por el monte, a los pies de tres puertos cargados de mística y belleza, desde los que se accede, además, a un buen puñado de senderos de montaña aptos para caminar o montar en bicicleta, algunos de ellos de cierta dificultad, como el ascenso a Castro Valnera, uno de los grandes referentes para los montañeros en el norte de Burgos, y otros más sencillos. En algunos, por cierto, se puede disfrutar del nacedero de varios ríos y algunos saltos de agua, como la cascada del Guarguero.
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Desde lo alto de las cumbres del entorno se puede llegar a divisar la costa cantábrica en los días soleados. Esa característica convierte el entorno en el lugar idóneo para el establecimiento de la Estación de Vigilancia Aérea, ubicada en las cercanías de la Sía, desde donde el Ejército del Aire vigila el espacio aéreo del norte peninsular.
Eso sí, cuidado con las condiciones meteorológicas, que pueden provocar más de un susto con sus repentinos cambios. De hecho, los tres puertos de Espinosa suelen ser los primeros de toda la red de carreteras burgalesas en cerrarse al tráfico cuando llega la nieve a la provincia.
Paraíso para los ciclistas
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Y para completar la lista se erige el puerto de Los Tornos, el más oriental de los cinco que unen Burgos con Cantabria. Con apenas 920 metros sobre el nivel del mar es el de menor altitud de los cinco. De hecho, la vertiente burgalesa es poco más que una sucesión de pequeñas rampas. No así la vertiente cántabra, que presenta un perfil mucho más exigente, con numerosas curvas de herradura y varias rampas de tremendo desnivel a partir de Ramales de la Victoria. Esas características lo convierten en un paraíso para los amantes de la bicicleta.
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El puerto arranca desde la localidad de Agüera, tras dejar atrás Bercedo, siguiendo el trazado de la actual N-629, el camino más corto entre Burgos y Laredo. De hecho, esa es la ruta que utilizó Carlos V cuando regresó a España buscando el retiro en el Monasterio de Yuste. Una ruta que hoy se está impulsando como destino turístico de calidad.
Hoy, casi cinco siglos después de aquel viaje, el puerto de Los Tornos mantiene parte de su esencia, rodeado de cumbres, valles y pastos, que ofrecen al viajero unas vistas inigualables. Unas vistas que se pueden disfrutar desde el mirador construido décadas atrás en la propia cima del puerto. Desde allí, además, parten también varios senderos y rutas de montaña muy atractivas.
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