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Las adversas previsiones meteorológicas para este sábado, el día grande de Los 10.000 del Soplao, han hecho a la organización variar parte de los recorridos. La lluvia que se espera y sobre todo el frío ha obligado a modificar los trazados para que en ... algunas zonas, las más altas del recorrido, no haya problemas de hipotermia, sobre todo entre los participantes menos avezados.
En la prueba estrella, la de BTT, se ha eliminado el tramo entre Fuentes y Ozcaba –41 kilómetros en total– ante el temor de que en Fuentes haga demasiado frío. Así, al llegar a Juzmeana, en vez de ir a Bárcena Mayor los participantes se dirigirán hacia Correpoco y de ahí, al Negreo. También variará parte del recorrido de la ultramaratón –unos 28 kilómetros menos– para eliminar el tramo Los Tojos-Los Tojos y evitar así la zona de Ozcaba, también a mil metros de altura. De Los Tojos, se irá a Bárcena Mayor y luego, a El Moral.
En la ruta a pie, la organización ha eliminado la zona de la ruta de los puentes. De Ucieda se partirá hacia el descanso de La Cotera, para dirigirse a Brañazarza, El Toral y de ahí, a Cabezón de la Sal. En cuanto a la maratón, la variación es que se establece un corte horario en Ucieda a las 12.30 horas. Quien no llegue allí a esa hora, se desviará por el recorrido de la ruta a pie. Tanto los participantes de la maratón como los de la ruta a pie tendrán un límite horario en la campa a las 14.30 horas. Los que no pasen por ahí a esa hora, se les trasladará a la zona de meta.
Cabezón era este viernes un compendio de colores. Sudaderas, cortavientos y zapatillas de mil marcas y modelos paseaban entre las claras que permitían algunas aguadas de consideración. El salmantino Miguel Ángel Hernando entornaba algo la mirada ante tanta lluvia. «Vengo animado por otros compañeros. Y debuto en El Soplao en la prueba de bicicleta de montaña», señalaba. Esos compañeros son de clase de 'spinning' en un gimnasio y también salen de marcheta con la bici. Hernando viene avisado. «Me han dicho que es dura, que hay que tomárselo con calma». Su primer objetivo es llegar a los primeros cien kilómetros y ahí, ya verá lo que hace. «Es que nunca he hecho tanta distancia», reconocía. Su único objetivo hoy es llegar a la meta de Cabezón «Hasta he comprado luces, por si llego de noche». El tiempo será un factor en contra. «Estoy acostumbrado a los 40 grados», añadía entre risas. «Pero viene así. Qué se le va a hacer».
En la fila para coger el dorsal de la ruta a pie esperaba otra castellana, Gema Gómez. Formaba parte de un grupo de segovianos que participa en El Soplao. «Somos 15 y estamos en La Revilla desde el miércoles. Los demás hacen la prueba de BTT y yo la ruta a pie. Será mi debut en Cabezón». En otros años, ha acompañado a su marido, Coque, que es asiduo de la prueba de bicicleta. Corredora habitual, decidió inscribirse en la ruta a pie «hace quince días». En su estreno en Los 10.000 del Soplao, no quiere otra cosa que «acabar y disfrutarlo».
«La primera vez que corrí hice doce horas. A ver si lo mejoro». Diego Rodrigo venía de Ciudad Real junto con su esposa, Gloria, y sus hijos Naiara y Noé. «Le animaremos en Ruente, en el Negreo y en la meta», apuntaba Gloria. Habitual ciclista de montaña, el tiempo le hacía torcer un poco el gesto. «Hace dos años no llovía. Espero terminar, que no será poco».
En esa carpa, las filas para los dorsales de la prueba de bicicleta de montaña eran mayoría. La última, dispensaba los dorsales comprendidos entre el 3901 y el 4200. Junto a ellas, en un extremo de la carpa, los dorsales para la maratón, esa carrera con una pequeña trampa porque no son los 42 kilómetros y 195 metros al uso, sino 48,52. Ahí recogía su dorsal el barcelonés Enric Castellá. De un grupo de tres amigos, correrán este sábado dos de ellos. Aunque ha hecho «de todo en cuanto a pruebas por montaña», debutará en el Soplao. Estar en Cabezón es una echada hacia adelante de su amigo Enric. «Nos picamos, que si no nos atrevemos... Y aquí estamos». Además, aprovechaba el viaje para ver a la novia, que vive en Asturias. Con la experiencia que le dan tantas pruebas, en los montes de Cantabria se olvidará hoy de ese tirano que habita en la muñeca de cada atleta. «Lo que quiero es acabar. Ya se pasó el tiempo de correr mirando al cronómetro».
La buena tromba de agua que cayó pasadas las cinco de la tarde dio paso a un cielo de muchas nubes, algún claro y alguna gota suelta. Pero permitió a muchos participantes, una vez recogido su dorsal y su bolsa del corredor, dar un paseo. La entrada de la Avenida, el punto donde empezará y acabará todo, se ha convertido en un centro de peregrinaje, al igual que ocurre con la zona de meta en Central Park en la maratón de Nueva York. El marcador de números rojos, aún a la altura de los participantes, quedó inmortalizado en miles de imágenes como fondo de selfies o fotos de grupo mostrando el dorsal. Lo mismo que la bicicleta de madera que hay en el centro de la plaza. La foto de rigor con el marcador la pedía a un futuro compañero de fatigas el santanderino Miguel Martínez. A él le quedaban pocas horas de tranquilidad, porque a las 23.00 horas tomaba la salida en la ultramaratón. «Es la cuarta ve que la hago», reconocía. Con pruebas como la Transvulcania o el Mont Blanc en las piernas, la 'ultra' de casa casi siempre está en su agenda y fue uno de los participantes en la primera edición. «Tengo como mejor registro 16 horas. Pero con el tiempo que se augura para esta noche –por esta pasada–. A ver si puedo estar entre las dieciséis horas y media y las diecisiete horas».
Más de 4.000 inscritos en la prueba de bicicleta de montaña, 2.600 en la ruta a pie, 638 en la maratón, 288 en la ultramaratón, 280 participantes en las rutas adaptadas, 88 en la combinada, 28 en la modalidad de Ebike... Y otros 28 que tomaron la salida a las once y media de la mañana de ayer en el Soplaoman (junto a otros 50 que sólo hacían la prueba de aguas abiertas). Cada uno con sus particulares objetivos y motivaciones. El tiempo se augura parecido a la de aquel ya lejano 2007, cuando salían 457 locos en la primera edición de la prueba de bicicleta de montaña y llegaban solo 126. Tronaba, llovía, granizaba... El mal tiempo no sorprende en Los 10.000 del Soplao porque la prueba nació con unas condiciones quizá más terribles que las de hoy. Y otras ediciones con condiciones adversas ayudaron a incrementar su leyenda. La del infierno cántabro.
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