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«Resulta poético que hablar del valor del tiempo sea atemporal. El aquí y el ahora. Estos son nuestros tesoros: volar junto a él o dejarlo pasar sin más», escribía recientemente Rulo desde 'Micro Abierto', su columna en este periódico, para reflexionar sobre algo intangible ... como es el tiempo. Esa idea de vivir, de aprovechar el momento, es la misma que el campurriano trasladó anoche a su público a través de la palabra cantada: disfrutar del presente. Y lo que venga mañana, ya pasará mañana.
En la última jornada del 'Magdalena en Vivo' se exigió puntualidad estricta —los tiempos son los tiempos—, y así se comenzó, cumpliendo con el timing. A las 21:15 horas, aún de día y con el cancionero sin empezar, Andrés Suárez salió a escena con su banda para tocar sus canciones, claro, pero también para alabar dos cosas: el sitio, y la persona: «Buenas noches Santander, es un honor estar hoy en uno de los lugares más hermosos de nuestra vida y compartir norte con un hermano. Verle triunfar —a Rulo— es un absoluto privilegio». Ya ven que la noche, aunque tuviera dos protagonistas, estaba más de ser para el de Reinosa que para el de Pantin, aunque éste vistiera al micrófono con el pañuelo de la Semana Grande de la capital.
El caso es que como lo local tiene algo que engancha, especial y paradójicamente cuando traspasa fronteras, la Campa se llenó a medida que se acercaba el turno de La Contrabanda y no antes. Quizá sabedor de la importancia de lo cercano, Suárez no tardó en recordar a Nieves, a Diego y a 'La Casa del Abuelo', espacio que brindó al gallego la oportunidad de tocar en directo fuera de casa hace diecisiete años: «a la gente que creyó en mí cuando yo no lo hacía: gracias». Tras el recuerdo sonó 'Más de un 36', tema incluido en el primer álbum del cantautor, 'Cuando Vuelva la Marea' (2012), y las primeras filas de la Campa, aunque tímidas, entraron en calor.
Más localismos: Vicky Gastelo. La de Torrelavega, que a lo largo de su carrera profesional ha grabado en estudio con ambos protagonistas de la jornada de ayer, se subió al escenario del festival portando la canción que puso a Andrés Suárez en el radar de muchos: 'Números Cardinales'. Y de las antiguas a las más actuales, aunque ya sin Gastelo, en la Magdalena también sonaron 'Nina', 'No saben de ti' y 'Despiértame', el primer single que el artista publicó en plataformas digitales para anunciar lo que sería su siguiente —y más reciente— trabajo, el homónimo 'Andrés Suárez'.
Un poco antes de 'despertar', el cantautor presentó a la que es su familia, tanto encima como debajo del escenario: el bandón. Lo componen Marino Saiz (violín), Luismi Baladrón (bajo), José Barragán 'Sefo' (guitarra), la reciente incorporación de Cristina Rubio (teclados, coros, «y no sé cuántas cosas más») y Andrés Litwin (batería). Éste último, por cierto, recién llegado a Santander tras cruzar el país por carretera desde Murcia. En el mismo día.
Cuando el reloj marcó las 22:00 horas el público, ese que por su condición de norteño tiene, en teoría, fama de frío «pero en verdad es el más caluroso de esta gira» pidió una canción más. Y en eso quedó, en petición, pero aún había mucho por delante en esta 'noche de fuga y contrabando'.
Rulo y La Contrabanda. Es muy difícil encontrar a alguien en la región que no sepa completar la frase, que no por manida deja de tener un significado especial, y de haberlo, casi con toda seguridad no estaba anoche en La Campa de La Magdalena.
Raúl Gutiérrez Andérez —Rulo— celebró este sábado sobre el escenario el buen sabor que deja en el paladar haber sabido gestionar una carrera profesional de, hasta la fecha, cuarto de siglo; lo hizo con amigos, con el público y consigo mismo, y, como siempre, lo hizo a través de la palabra, de la canción: «25 años de canciones, de peleas con los estribillos, y aunque alguna vez descarrilé, puedo decirte que lo conseguimos», escribe en 'Dentro de una canción', uno de los últimos sencillos publicados que lleva a su hijo Oliver en portada. A la pregunta de porqué explicarse con canciones, responde en directo: «como no encontraba la manera de expresarme compuse esta canción que cuenta y agradece mucho mejor todo lo que estoy viviendo de lo que podría hacerlo yo en conversación».
Desde el aire la Campa de La Magdalena dejó la noche del sábado una imagen como pocas veces ha hecho: casi 12.000 personas reunidas para escuchar las canciones de un paisano, de alguien que por el mundo adelante sigue presentándose «de Reinosa», que si lo considera vuelve a la comarca de Campoo para grabar sus videoclips y que cada vez que pisa Santander se rinde a la bahía más bonita del mundo. Recuerden: lo local tiene algo que engancha. Y sino, que se lo pregunten a él: «he de decir que cuando estoy en el camerino nunca me pongo nervioso, mi carácter norteño no me deja, pero aquí… sí. El camerino de casa es ilegal, y ahora que no nos oye nadie: que sepáis que teníamos esta fecha grabada a fuego».
Sobre el público dos cosas a destacar: la primera, la edad; nadie disfruta más las canciones de La Fuga incluidas entre el repertorio de la gira actual que la generación de los noventa, esa que se divide entre quienes pudieron ver al grupo en directo antes de su disolución y quienes no. La segunda: la fidelidad de los junior, que si no se saben bien la letra de la canción, lejos de utilizar el viejo truco de mover los labios pronunciando exclusivamente vocales para no 'quedar mal', buscan la letra en internet. Sin tapujos. Mucho que aprender de las dos niñas que protagonizaron lo descrito.
Sobre la puesta en escena, otros dos apuntes: el desfile de invitados y el decorado lunar. Si se han imaginado la Campa abarrotada, tal como fue, ahora háganlo reaccionando a las salidas al escenario de Andrés Suárez para interpretar el tema que tienen en común, 'The End' y de Dani Martín para hacer lo propio con 'Verano del 95' tan solo dos días después de haber actuado en el mismo recinto. Todo estallido de efusividad que hayan podido imaginar se queda pequeño, sobre todo con este último, con quien: «hace años me llevaba mal porque nos decían que hacíamos la misma música cuando yo hacía rock y él pop, y ahora somos hermanos». Las vueltas que da la vida.
A cada canción que la banda interpretaba sobre el escenario —y fueron 22 durante dos horas— la luna que presidía el escenario haciendo su metamorfósis como si de representar el ciclo completo se tratase, pasando del cuarto creciente al menguante entre tema y tema para, finalmente, terminar en un eclipse total.
Y quizá esa sea la mejor definición que se pueda emplear, la de eclipse total, para describir la sensación al escuchar 'Heridas del rock & roll', 'Primavera del 87', 'Por verte sonreír', 'Noviembre' o 'Todavía', cinco títulos que, en detalle, son un abanico de emociones, pasadas y presentes. Las vividas, y las que están por venir. A por otros 25 años con «la cabecita loca y el corazón despierto».
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