Piel de pollo Teriyaki
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La cantante ofrece un nuevo concepto, un show radicalmente opuesto a los clásicos directos de banda, cantante y lucesUn fan de rasgos asiáticos pone cara de sorprendido a su amiga y señala con un dedo hacia arriba, como pidiendo a su colega que preste atención a la canción que suena. Son las diez menos cuarto de la noche. El concierto de Rosalía estaba ... anunciado para las nueve y media. El tema que se escucha, a todo volumen, es Matsuri-Shake, de los tokiotas Ni-Hao, una clara influencia de la artista. De pronto, se apagan las luces y los más de 10.000 seguidores que llenan el BEC enloquecen.El escenario está diseñado para encajar en los Reels de Instagram y en Tik Tok. Tres pantallas gigantes, en vertical por supuesto, para que la experiencia audiovisual, que claramente bebe de la cultura de internet, sea completa. Se oye el rugir de una moto y Rosalía sale al escenario acompañada de ocho bailarines.Llevan los cascos luminosos de Motomami. «¿Chica, qué dices?». Comienza el concierto con 'Saoko', el tema favorito de Barak Obama (el presidente hizo público ayer en sus redes sociales su set list de 22 canciones del verano. Entre ellos, estaba este).
Every year, I get excited to share my summer playlist because I learn about so many new artists from your replies—it’s an example of how music really can bring us all together.
Barack Obama (@BarackObama) July 26, 2022
Here’s what I’ve been listening to this summer. What songs would you add? pic.twitter.com/9OgPq0SRy4
Vestida entera de rojo, con botas hasta la rodilla, falda corta plisada y jersey con hombreras -recordaba a la armadura de Gary Oldman en el Drácula de Coppola- Rosalía hace sobre el escenario algo nunca visto. Juega con una cámara, la canta, la pone morritos y la desafía. No está grabando un vídeo promocional de su gira, es un nuevo concepto, un show radicalmente opuesto a los clásicos directos de banda, cantante y luces. Ella es distinta y, aunque la critiquen por no llevar músicos, está revolucionando el arte del directo, poniendo la tecnología al servicio de la emoción.
'Candy' y 'Bizcochito' son los siguientes temas, ambos del último disco. Los bailarines, todos hombres y con un gran nivel de ejecución, siguen coreografías planificadas que dan dinamismo a la actuación mientras las cámaras, instaladas por todas partes -incluso en el techo- captan sus movimientos. No se deja nada a la improvisación. Está todo ensayado. Cada mirada, cada gesto, cada movimiento. La siguiente figura del elenco de bailarines es una moto. Ella se sube y arranca el tema que da nombre al disco, 'Motomami'. Qué más quiere el público, que ya no sabe cómo controlar sus emociones.
Abofeteando los prejuicios de quienes la critican, llega el turno de 'Bulerías': «Y aunque a mí me maldigan a mis espaldas, de cada puñalaíta saco mi rabia», atiza la catalana a sus detractores. Después de soltarse el pelo y desmaquillarse delante de todos, entra el piano de cola para 'Hentai', una balada que le reportó otra lluvia de críticas de los mismos puritanos por las claras referencias sexuales. Pero ahí está, delante de miles de fans y con un fondo propio de Windows 95 (parece un filtro de Tik Tok). Elegante y en un acto de libertad artística sin red, interpreta este tema mejor que en el disco, con unos giros vocales que pellizcan la piel.
Con una falda negra de volantes cuya cola ocupaba todo el largo del escenario, cantó 'De Plata', quejíos con base metal hecha por una guitarra distorsionada. Muy minimalista. De 'El Mal Querer' interpretó temas como 'Malamente', 'Con altura' y 'Pienso en tu mirá', la canción que la catapultó a la fama. Con una guitarra eléctrica, que tuvo que cambiar porque estaba desafinada -aunque intentó afinar de oído ante la emoción desproporcionada de sus seguidores- cantó 'Dolerme'. También 'Aislamiento', 'Dinero y Libertad', 'La Fama' y la bautizada como canción del verano 'Despechá', que vino con sorpresa en el tramo más fiestero del concierto: «Si Dios quiere, saldrá esta noche», dijo Rosalía. Para qué quieres más. El BEC se caía.
La última parte del concierto fue apoteósica con 'Chiken Teriyaki', que se atrevió a cantarla subida a un patinete, y la dulce 'Sakura'. Hora y tres cuartos de concierto. Terminó con 'CUUUUuuuuuute' para regocijo del público, que no dejó de gritar y grabar ni un momento. Así, con una especie de catarsis grupal, terminó el espectáculo. Fuera, en el exterior del BEC y a pocos minutos de terminar el show, en las radios de los coches sonaba ya el estreno de 'Despechá'. Lleva cerca de 367.000 visualizaciones en YouTube.
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