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Sergio Salvi, mitad de Delaporte, señalaba en este medio, antes de pisar Cantabria, que tenía muchísimas ganas de compartir cartel con Rodrigo Cuevas, porque «es una persona atrevida y que hace cosas diferentes y muy chulas». Lo cierto es que, tanto Delaporte, como Rodrigo Cuevas, ... sorprendieron a los asistentes a la última jornada del festival Música en grande de Torrelavega, que mayoritariamente peinaban canas y que se habían desplazado hasta los Campos del Malecón, principalmente, para ver a Andrés Calamaro.
Rodrigo Cuevas fue el primer artista en subirse al escenario y demostró que la suya es una propuesta capaz de no dejar a nadie indiferente: comenzó su 'show' cantando desde las gradas de El Malecón, denunció mil injusticias y no se quedó callado, convirtió el recinto en su particular romería ―en una fiesta de 'prao'― y demostró que es una diva capaz de poner a la gente a sus pies. Es un artista que ha llevado el nombre de Piloña ―el conceyu asturiano en el que vive― por toda España, que triunfa mezclando la música popular asturiana con sonidos actuales y que en sus conciertos lleva panderetas, teclados, guitarras y varios bailarines.
Después de Rodrigo Cuevas, llegaba el turno de Coque Malla, el que fuera líder de Los Ronaldos, un artista clásico, de los de guitarras de toda la vida, y que no interactuó mucho con la gente, más allá de pedir algún «rugido» para los músicos de su banda. Tocó diecisiete canciones, sin mucho descanso, e interpretó algunos de los temas con los que se ha hecho un hueco en la historia musical de nuestro país, pero no dejó un buen sabor de boca. La sensación fue la de que no estaba en sintonía con sus músicos, que les faltaba complicidad y no fue capaz de emocionar.
Algunas de sus canciones más famosas, como 'Berlín', no despertaron más que algunos aplausos entre el público. A mí, al menos, no me pareció un gran concierto hasta casi el final, cuando sonaron 'Adiós papá', 'Por las noches' y 'Guárdalo', temas míticos de Los Ronaldos, que rompieron la monotonía reinante.
Calamaro tampoco habló mucho y tocó nada más y nada menos que veinte canciones, pero fue capaz de ganar su partido: de hecho, terminó simulando que toreaba, con su abrigo como capote, a modo de celebración de su victoria, entre olés de la gente.
El astro argentino volvió al mismo festival donde ya estuvo tocando hace dos años, volvió a generar una especie de delirio colectivo con 'Maradona' y volvió a dejar claro que lo de temas como 'Te quiero igual' es de fenómeno fan. Eso sí, en esta ocasión no tocó 'Sin documentos', esa rumba que compuso para el segundo disco de su grupo Los Rodríguez y que es todo un 'hit'.
Calamaro cerró la noche tirando de clásicos, con 'Cuando no estás', 'Flaca' y 'Paloma', y dejó una sorpresa para el final, ya que llamó a Coque Malla al escenario y ambos interpretaron juntos 'Crímenes perfectos', para delirio de los asistentes.
Lo de Delaporte fue una hora y media de bailes, pogos, sudor y geniales juegos de luces. Eran el último mono de la jornada, su sonido 'tecno' venía precedido por el de dos artistas de guitarras y su espectáculo comenzaba a la una de la noche, pero nada de eso pareció importarles. Pusieron a un público que mayoritariamente peinaba canas a moverse al ritmo de sonidos electrónicos y estribillos de esos que mucha gente conoce, como 'Te voy a hacer bailar toda la noche' y 'A ella le gusta la gasolina'.
El suyo es un espectáculo diferente, ya que no es una sesión electrónica, pero tampoco es un concierto al uso. Lo suyo es una clase de cardio, con una 'front woman' que parece como si tuviera una energía infinita y que no dejó en ningún momento de interactuar con «los supervivientes», con toda esas personas que llevaban horas en los Campos del Malecón y que, lejos de marcharse al terminar el plato fuerte de la jornada, habían decidido quedarse a ver el 'show' del dúo afincado en Madrid.
Delaporte alternaron algunas de las canciones con las que se han ido haciendo un nombre a nivel nacional en los últimos años, como 'Un jardín', con los temas más destacados de su último disco, 'Aquí y ahora', publicado a principios de este año. Montaron su propio club de baile, no dejaron de bailar ni de hacer bailar a la gente y acabaron remezclando su versión de 'Cariñito' con la 'Gasolina' de Daddy Yankee, mientras su vocalista cantaba en éxtasis entre el público. Su espectáculo no dejó a nadie indiferente y puso el cierre al festival Música en grande de Torrelavega, que volverá a celebrarse el año que viene, en los días 3, 4 y 5 de julio.
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