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Miguel Trápaga es uno de los talentos musicales nacidos en Cantabria. Antes de convertirse en el guitarrista exitoso que es hoy en día y en catedrático del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid aprendió sus primeros acordes en el Conservatorio Ataúlfo Argenta de Santander ... y obtuvo una beca de la Fundación Marcelino Botín que le permitió 'volar' para seguir formándose. Esta tarde (19.30 horas) sube al escenario de la Sala Pereda, en el Palacio de Festivales, para interpretar un repertorio dedicado a Manuel de Falla que incluye obras de algunos de los compositores que le fueron contemporáneos. Lo hace en un momento óptimo en su carrera en la que no faltan conciertos internacionales, pero consciente de que hay que trabajar aún para que la guitarra esté más presente en las programaciones.
Regresa a Santander feliz de poder tocar en su tierra, su último recital tuvo lugar en la Fundación Gerardo Diego el pasado mes de abril, y con un programa que es muy especial para él con las obras de músicos contemporáneos como Albéniz o Ponce además de Falla pero -y aquí viene lo más novedoso- que incluye dos obras de Tomás Damas que es «un compositor de finales del siglo XIX cuyos últimos años coincidirían más o menos con los primeros de Falla y que es uno de los más conocidos en el mundo de la guitarra. Hasta ahora no se sabía donde había nacido y recientemente se ha demostrado que vino al mundo en Comillas en 1817», explica. Este dato, tal y como señala el guitarrista, «nos parece muy importante para los músicos cántabros porque ya no solo tenemos a Jesús de Monasterio como compositor referente de esa época».
Programa 'La guitarra en el tiempo de Manuel Falla'. Con obras de I. Albéniz, M. M. Ponce, T. Damas, F. Moreno-Torroba y M. Falla.
Escenario Sala Pereda del Palacio de Festivales, dentro del ciclo 'Jueves Clásicos'
Hora 19.30 horas
De Tamas dice que aunque también era violinista y director de orquesta dedicó toda su vida a la guitarra. «Publicó varios métodos que han sido y son muy importantes en nuestro ámbito. Sus obras se pueden encuadrar en la segunda mitad del siglo XIX cuando en España se escribía música romántica y es autor de títulos que podrían enmarcarse en la llamada música de salón con temas operísticos e incluso de zarzuela y, por otro lado, también escribió elementos que son fundamentales en la guitarra flamenca por lo que los flamencos le tienen también como referente». Pero sobre todo, destaca, «fue un compositor de música popular de carácter folclórico pero siempre desde un punto de vista guitarrístico de mucho nivel técnico porque fue un gran innovador en ese aspecto». Y en cuanto a su nivel de conocimiento, es mundial «para que te hagas una idea algunas de las partituras que escribió las he conseguido en bibliotecas de Estados Unidos».
Y es que si algo define a este guitarrista cántabro es su compromiso por la música y por descubrir nuevas partituras de este instrumento que toca desde niño y que le ha llevado a promover la primera grabación mundial de obras de numerosos autores como Federico Moreno-Torroba, Antón García Abril, Javier López de Guereña, José Manuel Fernández, Juan José Mier, Antonio Noguera, Ramón Paús, Esteban Sanz Vélez, Emilio Otero... Una labor que compagina con la de ofrecer conciertos e impartir clases en el Conservatorio de Madrid.
Sobre su instrumento, la guitarra, y su posicionamiento en la música clásica con respecto a otros, cree que «dentro del mundo orquestal sinfónico se programan pocas obras con guitarra y cuando se hacen suelen ser conciertos muy determinados como el de Aranjuez. Es difícil abrir el campo de la guitarra al mundo sinfónico». Sin embargo no pierde el optimismo y está convencido de que eso es algo que puede cambiar. «No lo veo imposible porque hay muy buen repertorio desde el siglo XIX hasta nuestros días y además se están componiendo cosas muy interesantes».
Eso, en lo que respecta a las orquestas porque, desde el punto de vista de los recitales, también afirma que «aunque hay más actividad no es tanta como la que los guitarristas quisiéramos porque se suele centrar en festivales específicos y no está tan dentro de las programaciones de música en general», lamenta. Y en lo correspondiente a la música de cámara, Miguel Trápaga asegura que «la guitarra tiene un grandísimo potencial y poco a poco parece que se va ampliando el repertorio y empieza a haber un mayor conocimiento de las obras que se han escrito para este instrumento». Así todo, dice, «no estamos en el momento perfecto de la guitarra, aún queda mucho trabajo por hacer».
Con lo que sí está satisfecho, es en el futuro que ve en las aulas. «Veo relevo, algo que es necesario y deseado por todos, siempre con la idea de que el nivel técnico mejore y en este sentido veo una evolución muy positiva. La calidad de los estudiantes es realmente alta y el nivel de dedicación es extraordinario lo que pasa es que no hay tanto mercado, por llamarlo de alguna forma, es decir no sería posible hacer tantos conciertos para todos los alumnos que salen de los conservatorios. También queda mucho trabajo por hacer que los conciertos tengan mucha más presencia».
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