Aida Garifullina
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Aida Garifullina
Si espera leer las reflexiones de una diva inaccesible y diletante, este no es el lugar. Aida Garifullina (Kazan, 1987) es exigente, una de las sopranos llamada a convertirse en figura perenne. Cantante con millones de seguidores en redes sociales, belleza neorrealista, agenda repleta de ... grandes plazas y su crítica más dura, la rusa, cercana y afable, que repite la palabra aprender de forma constante en su charla, abre esta noche el Festival Internacional de Santander con piezas de Rimski-Korsakov, Chaikovski, Rachmaninov y Prokofiev.
-Dice que abrir el Festival Internacional de Santander es como un regalo para usted.
-Estoy realmente feliz. Me encanta el público español, tan emocional. Es algo muy cercano y similar a los tártaros, de donde procedo; soy mitad rusa, mitad tártara, así que me siento un poco como en casa. Cada vez que he tenido la oportunidad de cantar en España me he sentido muy bien acogida por el público. Siento su amor y que están contentos por poder escucharme. Así ha sido en Madrid, donde estuve hace unos años, en Barcelona y espero que ocurra igual en Santander. Tengo muchas ganas de formar parte de este histórico festival, que ha cosechado éxitos durante tantos años y el privilegio de traer a grandes músicos de clásica a su escenario. Y todo en un lugar que es precioso para actuar, así que estoy deseando que llegue el momento.
-Será un poco diferente de otros conciertos porque aquí va a interpretar arias de Rimksi-Korsakov que no son tan conocidas por el público. ¿Por qué las ha elegido?
-Ese será el tema principal del concierto, porque la orquesta interpretará música rusa. Cuando hablé con el director, me sugirió representar ese repertorio y me pareció una gran idea. En mis conciertos interpreto piezas en italiano, francés o checo, en diferentes idiomas, pero siempre intento cantar algo en mi lengua materna, en la que escribió uno de los mejores compositores mundiales, tan conocido como Chaikovski, que es Rimski -Korsakov. Algunas de sus composiciones son obras maestras y verdaderas joyas en mi país, pero no son tan conocidas en el resto del mundo y deberían serlo, merecen serlo. La música es magnífica y en algunas de sus óperas que he cantado íntegras, como Sadko o el aria de 'Canción del mercader indio' solo se habían cantado por sopranos del siglo XX y pensé, ¿por qué no cantarlas de nuevo? Cuando grabé mi primer álbum, que tenía sobre todo repertorio ruso, con textos clásicos, me sugirieron ese aria y me enamoré. Y eso es lo que quiero mostrar al público, para que se enamoren igual que yo.
-¿Es, en cierto modo, un desafío para ambas partes, público y artista mostrar piezas menos conocidas?
-No sé si lo llamaría un reto, quizá porque pienso que el público que ya me conoce, que viene a mis conciertos, también aquí, en Santander, están preparados, saben de música clásica y no importa si es algo más tradicional, como Wagner o algo más moderno. La música es la música y esta es fácil de entender. El idioma no es lo importante. En Asia escucho cantar, con una técnica de ópera completamente diferente a la italiana del bel canto, por ejemplo, y no entiendo lo que están diciendo, pero me encanta porque es igualmente mágico. Cuando uno llega al concierto, yo incluida, tiene que desconectar la mente de todo lo que está fuera y tan solo disfrutar el momento, fundirse con la música.
-Si viajamos al pasado, al año 2009, cuando empezó a cantar, ¿qué lección es la más importante que ha aprendido en estos 15 años?
-La más importante…(piensa) Es una pregunta difícil. 15 años es un largo periodo de tiempo y hay muchas lecciones, pero quizá la primera que me viene a la cabeza es la paciencia. Cuando eres un artista joven, quieres alcanzarlo todo, muy rápido, lo antes posible. Pero después, con el tiempo, entiendes que cada día aprendes algo. Ser paciente y aceptar que a veces las cosas funcionan y otras no. Nada en mi vida ni en mi carrera ha llegado de forma fácil. Nada. Hay gente que considera que ser cantante de ópera es fácil, o que por tener buena apariencia eres afortunada y todo es más sencillo para ti que para otros. No es así. He trabajado muy duro y he aprendido a ser paciente a aceptar que todo llega en el momento adecuado. Es importante seguir esforzándose, tener fe y creer en uno mismo y en lo que haces, dando amor a otras personas.
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-Habla del esfuerzo que ha realizado. ¿Cree que hoy en día la industria musical, más veloz y en continuo cambio, hace más difícil encontrar un espacio propio?
-A veces es difícil. Las redes sociales le restan peso a las cosas en muchas ocasiones y hay gente que confía totalmente en lo que ve o escucha en esas redes. Para mí es muy importante mantener la calidad. No importa tanto de dónde vengas sino mantenerte como un músico altamente cualificado y profesional. Esa es mi elección, mi punto de vista y lo que mis padres me educaron. Siempre diciéndome que tenía que concentrarme y hacer las cosas dando el cien por cien. Siempre. Nunca el 50, porque no puedes mentir al público. Si los auditorios de ópera de todo el mundo te invitan a cantar que sea porque eres realmente bueno. No por la popularidad, no por los seguidores en redes. Y volviendo a la calidad, está unido a la técnica, a tener a alguien en tu vida, un maestro, un coach, que te mantenga aprendiendo cada día.
-Ese enfoque supone una forma de vida de constante esfuerzo y superación
-Este proceso, en el arte, nunca se detiene, porque no hay límites para la perfección. Tienes que seguir aprendiendo. Cuando me fijo en las cantantes de ópera del pasado, nunca se confiaron a pesar del éxito que habían conseguido; siguieron creciendo, construyendo una y otra vez, trabajando duro cada día. A veces me subo al escenario con grandes estrellas, cantantes o directores más mayores que yo y siguen poniéndose nerviosos al salir a actuar y eso ocurre porque quieren dar lo mejor. Tienen grandes nombres, son leyendas, pero siguen trabajando duro y poniéndose tensos si no lo consiguen. Y eso es maravilloso.
-¿Usted también quiere ser una leyenda?
-Sí. Convertirse en una leyenda es un trabajo continuo, si eres leal a tu arte, a lo que has elegido como legado de tu vida. Además de ser leal, la otra cara es ser una buena persona. Creo que es una combinación de talento, trabajo y personalidad. De ser responsable y respetuoso con otros. Esta industria no es fácil e incluye construir relaciones. He conocido gente con la que estudié en la universidad, que tenían grandes voces, gran talento y estaba segura de que llegarían mucho más lejos que yo, que siempre fui bastante tímida. Sin embargo, no supieron construir ese entorno. Si un joven artista me pidiera un consejo, le diría que sea siempre respetuoso y agradecido con las personas que les ayuden, porque este es un largo camino
-¿Es usted misma su principal crítica?
-Sí, siempre. Empiezo a mirarme un poco mejor que antes, porque era muy dura conmigo misma. De hecho, no podía ni escuchar mis propias grabaciones, por ejemplo. De hecho, hay algunas de hace, no sé, siete años, que aún no puedo escuchar.
-¿Cómo descansa de este ritmo de intentar ser siempre la mejor?
-Es extenuante, pero no intento ser la mejor de todos, sino la mejor versión de mí misma. Por eso, volviendo a la pregunta de la lección, aprendí a ser paciente. Y a divertirme también. No sabemos cuantas vidas vamos a tener, quizá solo una, así que, disfrutemosla. Y con la música, contamos historias, damos amor y esa es la clave. La gente viene a los conciertos para encontrar algo nuevo, aprender algo nuevo también sobre sí mismos. Cuando yo estudiaba e iba a escuchar la Traviata, ahora ya no tengo tiempo para hacerlo, aprendía cosas, de los personajes y de mí misma. Hace poco canté Rigoletto, que no interpretaba desde la pandemia y Gilda había cambiado mucho. Mi conexión espiritual, mi mentalidad, mis valores, habían cambiado y con ello, el personaje.
-Si el público tiene dudas, ¿por qué debe acudir a escuchar a Aida Garifullina?
-Estaré interpretando un nuevo programa, un nuevo repertorio. Algunos de los artistas del Festival son muy conocidos, muy famosos, y a mi me gustaría invitarles a descubrir algo nuevo, algo bello, un momento de felicidad, de sentirse parte de la música, conectados con la belleza de la clásica. Intercambiar esa energía de cariño mutuo.
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