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Dylan, libre y salvaje

Dylan, libre y salvaje

'Murder Most Foul' ·

El único músico con el Nobel de Literatura vuelve a poner a prueba la mediocridad en la que vive asentada la industria desde hace algunos años

Sábado, 28 de marzo 2020

Bob Dylan lanzó el viernes su última canción hasta la fecha, la primera propia tras ocho años y la más larga de su carrera. 'Murder Most Foul', pieza de diecisiete minutos sobre el asesinato de John Fitzgerald Kennedy en noviembre del 63, es un relato prácticamente enciclopédico, atemporal, trufado de recursos y referencias solo al alcance de los genios.

Con cadencia de haberse cansado de soñar por el resto, el único músico con el Nobel de Literatura vuelve a poner a prueba la mediocridad en la que vive asentada la industria desde hace algunos, ya bastantes, años. Dylan aparece como ese clásico que, si el fútbol comenzase a jugarse hacia atrás, sacaría al equipo para recordarle que esto va de meter goles. Nada de lo que hace se puede medir con las plantillas prediseñadas en base a las que crece el resto. Y eso quema, porque hace dudar.

Pese a la complejidad de la pieza, en cuestión de horas las redes se llenaron con las atrevidas valoraciones de cantamañanas, críticos musicales (si es que esta distinción tiene todavía vigencia alguna), admiradores de lo vacuo y, en general, aficionados a levantarse de la mesa si de primeras no aparece un as en la mano. A la industria y sus palmeros, Dylan les da rabia. Les produce rechazo porque sulibertad les incomoda, les obliga a pensar y evidencia la laxitud de sus principios.

Dylan les da rabia porque es el animal nunca domado, una bestia salvaje trituradora de conciencias que siempre regresa. Hace tiempo que el de Minnesota se dedica a observar, aguantar en la esquina y volver al centro del ring con la misma pegada de siempre.

En la que puede ser su última canción, Dylan aparece con un formato fuera de todo, atemporal, anárquico. Muchos dicen que les produce rechazo. En realidad es miedo.

Resumen las palabras del poeta Gary Snyder: «Lo salvaje, tantas veces despachado como caótico y brutal por los pensadores civilizados, responde en realidad a un orden imparcial, implacable y hermoso, a la vez que libre». En tiempos de identidades difusas, no hay nada que de más miedo que un hombre libre.

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