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Volviendo de Andalucía, en uno de sus muchos viajes para tocar, la conversación entre los miembros de Elefantes arrojó una conclusión: están viviendo un momento «muy bonito», en un lugar que les permite disfrutar de cualquier tipo de concierto en el que lo importante de ... verdad es quien está delante del escenario para compartir su música. Este viernes lo harán en la Sala Summun de Santander (21.30 horas), donde presentarán su trabajo más reciente; 'La primera luz del día', del que nos habla su vocalista y compositor, Shuarma.
- ¿Llegar al punto de disfrutar cada momento es un éxito?
- Sí, estamos en ese momento sobre todo porque hemos interiorizado que la música no es llegar a ningún lugar, es un trayecto, una forma de vivir. A veces proyectas en otras cosas; ojalá esta noche pase eso o la canción llegue a tal lugar. Nosotros no sabemos qué pasará mañana, pero ahora mismo estamos en ese momento en que nos sentimos afortunados por llevar 23 años aquí y que la salud de la banda siga siendo buena.
- Este verano, en Sonorama, cerraron un concierto que fue una descarga de emociones. ¿Es eso lo que buscan cuando se suben al escenario?
- Has dicho lo mejor que nos puedes decir. Has utilizado la palabra emociones. Nosotros vivimos así la música. Cuando subimos a un escenario lo que pretendemos es entrar en la canción, olvidarnos de lo demás y dejarnos emocionar por el poder de la música. Lo estamos consiguiendo de forma auténtica. Suena pretencioso pero lo digo desde la humildad. Si lo vives lo transmites. También hemos vivido conciertos que no han sido así, claro, pero ahora estamos en un momento, desde que hemos vuelto, en que hemos conseguido vivir el momento y dejarnos llevar. La gente nos está contando que está disfrutando mucho de los conciertos, que ríe, llora, se olvida de sus cosas o las vive con más profundidad. Para nosotros esto es misión cumplida. Por eso hacemos música.
- Dijo que para hacer este disco le cogió «un ataque de música de los sesenta». ¿Se nota en el resultado?
-Nosotros en el disco anterior hicimos un homenaje a Perales y a la música de una época en la que éramos niños. Nos influencia mucho, pero no la elegimos nosotros. Eso también nos ha hecho ser los músicos que somos hoy en día. Yo no estaba en los 60 pero siempre nos ha interesado el equilibrio entre la música de fuera y la de propia. Unos Beatles, Dylan, los Birds. Pero también de aquí, de la canción ligera, el flamenco… Ese equilibrio siempre ha sido muy importante. En los 60 fue cuando se produjo ese encuentro entre ambas corrientes. Era música muy ingenua en el buen sentido de la palabra. Esa forma de hacer melodías en la que se colaba la raíz española con los riffs más potentes dio momentos gloriosos.
-Todo el disco ha girado en torno a las 24 horas de un día. El anterior se centró en el amor. ¿Se siente cómodo utilizando un único hilo temático?
-El hecho de que sea un disco conceptual también nos lleva a mirar hacia estilos previos. Intento no pensar mucho en ese tipo de cosas, no racionalizar demasiado aunque suene contradictorio con el disco que acabo de hacer. Cada momento es único y voy a dejar que surja lo que tenga que surgir. Puede ser así o todo lo contrario. Uno tiene que sentir su propio latir.
-En un momento dado, toca las castañuelas. ¿Eso también es apropiación cultural?
-(Ríe). Como quieran que le llamen. Me importa un bledo. Utilizamos palabras como banderas. Es un tipo de juego que mediáticamente funciona pero ¡culturalmente no funciona nada!. Cada vez más me muevo por impulsos sin pasar por las redes del análisis. Hay que hacer lo que uno sienta. Las definiciones solo son puntos de vista. Ya había utilizado eso y también un mantón de Manila. Todo ese tipo de universos no son más que una ampliación de la paleta de colores.
-Hablando de colores, en esta gira visten de blanco impoluto. ¿También hay un mensaje ahí?
-El título del disco es 'La primera luz del día' y el color más luminoso es el blanco. Sí queríamos reforzar esa imagen de concepto porque tiene un fluir común. En el escenario ya hacía tiempo que tenía ganas de que fuéramos todos de blanco pero el disco no lo pedía. Y este era el momento, como referencia a esas bandas de los 60 en que iban todos iguales. Era hasta teatral.
-En la presentación de este disco mencionan a Sidonie. Justo aparecen en su último videoclip coral. ¿Se hacen amigos en esta carrera?
-Sí. Y tanto. Hay bandas con las que nos sentimos hermanados. Sidonie o Love Of Lesbian son ejemplos de ello. Nos conocemos hace muchos años y compartimos motivaciones. Queremos hacer las mejores canciones de las que seamos capaces, dar el mejor show. Algo te une de forma emocional. Con Sidonie hemos crecido juntos como bandas. Verles cumplir 20 años es muy emocionante. Verles superar las dificultades del tiempo en esta industria. Lo mismo con los lesbianos y sus celebraciones. La emoción es muy importante.
-¿El objetivo de estar siempre buscando la mejor canción no resulta agotador?
-Bueno, hace tiempo que lo veo desde otra perspectiva. Antes sí escribía 50 canciones para hacer un disco de 12. Ahora no se trata de elegir la mejor. ¿Para quién? ¿Para ti, para mí o para alguien de Cádiz? Todos somos distintos. Ahora prima lo más consecuente con mi sentir. Escribo esas 12 y esas son las que van. Necesito ser lo más transparente posible. He hecho lo que tenía que hacer. Con las carreras largas es muy importante el éxito personal. Si estás pendiente del de fuera…
-¿Reconocerse con el paso del tiempo en todo lo que ha escrito, quiere decir?
-Claro. Si no te reconoces... Las canciones siempre son un espejo. Si ves que lo que querías era conseguir un éxito popular, es una motivación tan válida como cualquier otra. Mañana no sé cómo pensaré, pero ahora cuando suba a un escenario quiero vivirlas. Es lo que decías antes; te ha llegado nuestra emoción porque vivimos lo que hacemos.
-Son una de las bandas que está recuperando y llevando al pop el legado de Lorca. ¿Qué es lo que tiene su obra?
-Seguro que es algo generacional. No soy consciente de que haya tantas bandas pero me alegra muchísimo. Creo que entre hoy y mañana me voy a acabar su biografía. Lo he entendido hace muy poco y a la vez sigue siendo un gran misterio. Me parece muy bonito no tenerlo claro del todo. Lorca transformó muchas cosas y amplió la visión artística. Es de esas figuras que con el tiempo, no únicamente no decaen sino que ganan mayor magnitud. Es un referente que me alegra que se dé ahora.
-Como curiosidad, ¿qué le parece el Grammy que se ha llevado Enrique Bunbury, con quien usted ha trabajado en diversas ocasiones?
-Con mucha alegría, muy contento. Hace un trabajazo el Enrique, lleva una carrera larguísima y pone todo lo que es en su trabajo. Que te puede gustar o no, pero hay una cosa innegable; la gente que da todo lo que es, es fantástica en todas las profesiones. Enrique hace eso y que lo reconozcan además con el mejor álbum de rock es un premio muy grande.
-Acaba de participar en una campaña solidaria con uno de sus cuadros, a partir de la canción 'Mis sueños'. ¿Qué le ha motivado?
Sí, es algo que tiene la importancia que tú le quieras dar. No es peor quien no lo hace. Esto es algo muy íntimo. En nuestro caso somos altavoz de alguna manera. Llegamos a algunas personas también por el lado emocional. Nuestra sensibilidad va por ahí. No solo por ser músicos. Tenemos agua caliente, comida, tenemos educación y un montón de cosas ¡y en nuestro entorno hay gente que no lo tiene! Si nos vamos más allá de nuestras fronteras es difícil incluso de imaginar. La música nos permite con suerte, poder trabajar en esa dirección y con un pequeño gesto puedes hacer un montón de cosas. Estamos en el Reto por el agua para intentar hacer llegar agua potable a 62.000 niños,
-¿Se nos escapa el tiempo pensando qué hacer con él?
-Ufff… no lo sé. Es verdad que hablo mucho del tiempo en todos los discos, para llegar a la conclusión de que es una proyección. No existe. Todo es el presente. Aunque es fácil decirlo y difícil hacerlo, pero uno de los grandes logros es vivir el ahora y poner los cinco sentidos en lo que uno hace. Es muy complejo, pero también un reto por el que esforzarse.
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