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En su «campo», en Madrid, paseando, a punto de preparar la comida antes de meterse al estudio, que es lo que hace María Peláe (Málaga, 1990) «últimamente todo el rato»; compagina la grabación de su próximo disco, «al que ya le estamos viendo la cara», ... con la gira 'Si se achucha entra', que la traerá a Santander el próximo día 14, junto a Miguel Poveda, para actuar en el ciclo Música en la Plaza con las canciones de 'La Folcrónica'.
–«Esto suena a Peláe», se dice de su estilo. ¿Qué significa eso?
–Creo que ha sido de las cosas más bonitas que me han podido decir. Cuando pasa el tiempo, para un compositor o un artista, de repente saca algo y que lo primero que le digan es «suena muy a ti», es cuando te das cuenta de que estás creando una línea en la que sin salir de ti sigues investigando. Siempre queremos sacar cosas nuevas con cada tema, pero si seguimos sonando a Peláe es porque estamos donde queremos estar.
–Investigar implica un movimiento constante y estar atento a muchas cosas de alrededor
–Totalmente. Y mucho ensayo error. No todas las canciones que se hacen son las que salen, precisamente porque son de uno mismo. Me gusta mucho escuchar lo que hacen compañeros y compañeras, tirar mucho de atrás, de los primeros discos de Bambino, de Triana pura o de Extremoduro. Buscar las diferencias, porque ahí está mucha de la inspiración, además de hablar con amigos y amigas a ver qué te cuentan y tener siempre historias.
–¿Se aprende más del ensayo error que de las cosas que siempre salen bien?
–Sí, creo que pocas veces sale todo cien por cien bien. De hecho yo me asustaría y poco habríamos aprendido del camino. Subirte al escenario tiene mucho de eso y cuanto más tiempo pasa y más cosas ocurren sobre el escenario, más te das cuenta de lo capaz que eres de solucionar.
–¿Qué es ser una folcrónica?
–Es lo que nos planteamos una vez que escuchamos todos los temas de este disco. Cómo una folclórica de toda la vida contaría lo que pasa hoy día.
–Tiene en las folclóricas una referencia que reivindica. ¿Cree que es un término que se utiliza con cierto tono despectivo, sin valorar el peso que tuvieron para la escena?
–Sí, igual que la historia, todo es según los ojos o los oídos que lo miren o lo escuchen. Si miras más a fondo cómo rompieron barreras, más tratándose del momento histórico que se vivía en España, dando un paso al frente, diciendo lo que les daba la gana, incluso con la forma de vestir, tan arriesgada para ese momento, comentar cosas que las mujeres entonces no comentaban. Mira por ejemplo Lola Flores; alguna de las cosas que dijo han quedado para la eternidad. Es algo a valorar y que dentro de que muchas cosas pasadas son dignas de dejarse a un lado, en este caso son ejemplos de mujeres de arte, personas en las que mirarse.
–Canta «llevo la doble vida de quien se muerde la lengua», pero como ellas, no lo practica.
–¡La verdad es que no! (ríe) Pero todo tiene su doble lectura. La canción de 'La putukita' habla directamente del mundo del arte, pero podría ser en cualquier trabajo, donde, cuando se apaga el micrófono, la realidad es otra completamente. Aunque sea un show y digas mucho, de puertas hacia atrás la historia es otra. También pnoiéndome en la piel de esas folclóricas, muchas que salieron de la sala Florida, donde grabamos el videoclip, todo tiene reminiscencia de esa época y lo que pasa estos días, como esa frase de «perdona que no soy tuya aunque p´a verme me pagues», que parece que te cosifican.
–Dice que no reivindica con sus letras, sino que, simplemente, usted es así.
–Sobre todo en las formas. Me preguntan que si busco la ironía, pero es que mi sentido del humor y mi manera de hablar es esa. Al mismo tiempo, soy una indignada de la vida y cuando escucho algo que no me gusta se me hincha la vena, y en mi música es lo mismo; no hay trampa ni cartón.
–Una tímida confesa como usted, ¿cómo lleva verse en la tele o las revistas?
–Esa es la única parte que no concuerda entre las dos marías. La de la Peláez con z y la que no la tiene. La gente no se cree que a la hora de pedir una pizza, yo le pase rápido el teléfono a mi pareja porque me pongo a tartamudear y lo paso muy mal en esas cosas del día a día (ríe). En mi primer concierto no levanté la cabeza de la guitarra porque todavía éramos la misma persona. Poco a poco, el escenario me fue enseñando mucho de de qué va la vida.
–En esa vida se imaginaba siendo la que componía las canciones, pero hace muchas más ¿Todo encaja?
–Los imprevistos de la vida. Al final termina pasando lo que ni habías imaginado. Desde pequeña me gustaba escribir muchísimo, pero siempre me lo imaginaba cantado por otra persona a quien no le importara levantar los ojos. De casualidad surgió el primer concierto y vi que expresarlo era como otro nivel más. Bendita sea la hora, porque disfruto muchísimo los directos, tanto como componer, incluso cuando es para otra gente, que me siento como una costurera haciendo un traje a medida. Es bellísimo, pero la candela de encima del escenario, atrapa.
–El hashtag, el mood, el shipeo, el high. Mete términos en sus canciones con sonidos antiguos y vocabulario actual.
–En esa canción meto lo que realmente me considero que es una señora de 85 años que canta y cuando digo esas palabras no lo hago bien. Ahí se consigue el híbrido de mezclar generaciones y que todos se queden. Me encanta ver a las señoras y los jóvenes de quince juntos en los conciertos.
–La 'mariquilla' de trece años que no pudo jugar al fútbol, ¿cómo vive la revolución que se está produciendo?
–Es una mezcla constante de indignación, coraje, rabia de estos tabúes que siempre se han tenido y por fin se están mostrando. No ha sido un piquito, señor, son muchos años de otros señores como tú dando piquitos. Las cosas han cambiado ya y por suerte. Me parece maravilloso que se haya dado ese paso al frente. Somos campeonas del mundo pero además te vamos a decir lo que no se debe hacer. El ole más grande va para todas ellas.
–Dice que el disco está ya listo. ¿Expectativas para lo que viene?
–Muchas ganas, mucho nervio, porque hasta que no sale todo, es como un potaje, que quieres que les guste a todos los comensales. Se ha hecho con muchísimo cariño y vamos a respetar el mejunje que va a tener dentro, de una rumba a algo disparatado, pero que junto tiene sentido. Quiero que la gente lo vea ya.
–Que suena a Pelaé.
–Creo que lo hemos vuelto a conseguir, sí.
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